CONFIDENCIAL

El runrún: Ara Malikian y los mosquitos

El virtuoso e internacional violinista libanés, Ara Malikian, confirmó en su concierto en Huelva las sospechas de sus admiradores; su genialidad como músico, su conexión con el público y su capacidad comunicativa y de improvisación.

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Malikian encantó literalmente con las piezas que salían de su violín a los asistentes al espectáculo que llenaban las gradas del Foro Iberoamericano de La Rábida en el más absoluto y respetuoso de los silencios…salvo cuando el músico intervenía. Entonces, estallaban los aplausos y las risas porque Malikian desplegó imaginación, verbo y sentido del humor durante las dos horas que estuvo encima del escenario. Todo el que haya ido a uno de sus conciertos sabe (y a quien no haya ido, aquí estamos para contarlo pero sin hacer spoiler alguno), Ara avanza en su espectáculo mientras va contando su vida desde que comenzó a tocar el violín en su infancia, con historias que rescata del recuerdo y adorna (“tunea”, según su propia definición) para darle más dramatismo, intensidad o humor. Y lo hace de forma magistral, con la complicidad del pianista que lo acompaña en el escenario, el cubano Iván “Melón”, siguiendo un original guion que rompe y actualiza sobre la marcha durante cada uno de sus monólogos. No vamos, como decimos, a estropear las sorpresas de Malikian a su público en futuros conciertos pero sí una anécdota para el sonrojo de Huelva. Andaba el violinista hablando de sus rarezas, desde niño (dijo) hasta la edad adulta cuando comenzó a agitar uno de sus brazos...Esto no forma parte de mis rarezas, dijo, son los mosquitos, confesó a los presentes. Cierto que los focos sobre los que estaba el violinista atraían a los mosquitos como la miel a las moscas (dice el refranero), hasta el punto de que a la primera ocasión, entró entre bastidores y fue rociado (con un antimosquitos) antes de salir de nuevo a tocar. Desconocemos si ha habido alguna incidencia en la campaña de este año pero oír a un músico internacional hablar de los mosquitos en mitad de un concierto no nos viene nada bien.

El runrún: Ara Malikian y los mosquitos

Malikian encantó literalmente con las piezas que salían de su violín a los asistentes al espectáculo que llenaban las gradas del Foro Iberoamericano de La Rábida en el más absoluto y respetuoso de los silencios…salvo cuando el músico intervenía. Entonces, estallaban los aplausos y las risas porque Malikian desplegó imaginación, verbo y sentido del humor durante las dos horas que estuvo encima del escenario. Todo el que haya ido a uno de sus conciertos sabe (y a quien no haya ido, aquí estamos para contarlo pero sin hacer spoiler alguno), Ara avanza en su espectáculo mientras va contando su vida desde que comenzó a tocar el violín en su infancia, con historias que rescata del recuerdo y adorna (“tunea”, según su propia definición) para darle más dramatismo, intensidad o humor. Y lo hace de forma magistral, con la complicidad del pianista que lo acompaña en el escenario, el cubano Iván “Melón”, siguiendo un original guion que rompe y actualiza sobre la marcha durante cada uno de sus monólogos. No vamos, como decimos, a estropear las sorpresas de Malikian a su público en futuros conciertos pero sí una anécdota para el sonrojo de Huelva. Andaba el violinista hablando de sus rarezas, desde niño (dijo) hasta la edad adulta cuando comenzó a agitar uno de sus brazos...Esto no forma parte de mis rarezas, dijo, son los mosquitos, confesó a los presentes. Cierto que los focos sobre los que estaba el violinista atraían a los mosquitos como la miel a las moscas (dice el refranero), hasta el punto de que a la primera ocasión, entró entre bastidores y fue rociado (con un antimosquitos) antes de salir de nuevo a tocar. Desconocemos si ha habido alguna incidencia en la campaña de este año pero oír a un músico internacional hablar de los mosquitos en mitad de un concierto no nos viene nada bien. Huelva se empapela contra los fosfoyesos. Nada ha gustado a muchos la resolución urbanística favorable que el Ayuntamiento de Huelva ha dictado para el plan de Fertiberia para los fosfoyesos, que plantea su mantenimiento, ad eternum, en la marisma onubense. La noticia se conocía la semana pasada –aunque aún quedan varios trámites pendientes- y, desde entonces, la ciudad se ha ido empapelando con carteles en contra de la decisión con un mensaje claro: fosfoyesos fuera. Son de de lo más dispares los lugares donde puedes encontrarte este cartel, que de hecho en algunos casos se lía un poco con el nombre del residuo en cuestión: fosfoyesos, esa palabra con la que en Huelva estamos, por desgracia, tan familiarizados, y que allende nuestras fronteras raramente saben lo que es-. La errata se queda, eso sí, en anécdota, mientras está por ver si la oposición de la ciudadanía al plan de la empresa va en aumento y, tras el empapelado de varios rincones de la ciudad, llegan otro tipo de acciones que muestren el rechazo.   Desconsuelo en el MAS de la calle Puerto. El pasado fin de semana perdió la vida en un accidente de moto en Gibraleón cuando iba a ver a su novia Alejandro Quintero, joven de 28 años y encargado del MAS de la calle Puerto. Sus compañeros aún no han encajado el golpe que ha supuesto su pérdida y están profundamente tristes y desconcertados, sin consuelo posible. En su ‘Buenos días' de Facebook, el exalcalde de Huelva, Pedro Rodríguez, cliente del establecimiento y que conoció al joven y a sus padres, quiso dedicarle unas líneas como homenaje. “Alejandro ha perdido la vida, en plena juventud, cuando se dirigía a ver a su novia. Hijo de Pedro Quintero, lo conocí siendo niño, acompañando a sus padres en las noches de mis victorias electorales”, recordó Rodríguez, que recordó que hasta hace unos días estuvo hablando con él. Destacó lo trabajador que era y cómo siempre lucía una sonrisa. “Comenzó en el último puesto de la empresa y, a pesar de su juventud, ya había alcanzado categoría de encargado, gracias a su Ilusión, esfuerzo, trabajo, entusiasmo y disciplina. Luchó por lo que quería. Disfrutaba en el trabajo. Amaba lo que hacía”, alabó el que fuera regidor onubense. “Alejandro Quintero, ya está en las marismas eternas donde no tienen en cuenta, para nada, la fama, la riqueza ni el poder. Dios sólo mira el corazón. Y el de mi joven amigo, Alejandro, era tan grande que se le partió en el asfalto de la carretera, cuando iba a buscar a su amor”.

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