TRIBUNA
1336: El asalto de los corsarios portugueses a las costas de Huelva
Trascurría el año 2019 cuando, por invitación de la Academia de Marinha, elaboramos la investigación “A pirataria no extremo sudeste algarvio nos inícios da Idade Moderna”, estudio sobre el que se llevó a cabo una conferencia impartida en Junio del mismo año, publicada en Academia de Marinha - Memórias 2019.
Fue, exactamente, durante la redacción de esta investigación cuando, al contextualizar el inicio de la actividad corsaria en Portugal, hicimos referencia a una expedición que tuvo lugar a poca distancia en el siglo XIV, solo a cuatro leguas al este del Guadiana. Dado su valor histórico, estratégico y político, consideramos pertinente profundizar un poco más sobre esta campaña naval para darla a conocer y aclarar ciertas referencias, un tanto ambiguas e incluso contradictorias, que han venido publicando algunos autores contemporáneos. Así es como surge esta nueva investigación que ofrece información inédita sobre la estrategia de guerra portuguesa y las costas de Huelva en el siglo XIV.
Para contextualizar y como es sabido, con la conquista cristiana del occidente peninsular, la guerra entre portugueses y musulmanes dio un salto desde tierra hacia al mar. Fue, en ese contexto, en el que la actividad corsa experimentó una expresión temprana en Portugal, Estado que acabó por conquistar el Algarve en 1249. Ese inicio corsario se debió en gran medida a la actuación de D. Dinis que, al contratar al almirante genovés Manuel Pessanha, creó las condiciones oportunas para que se llevara a cabo el primer dispositivo oficial de guerra naval, compuesto por corsarios protegidos por la Corona. Fueron estos corsarios portugueses los que, en 1336 y patrocinados por el Estado, lanzaron un ataque contra las costas de la actual provincia de Huelva, tal como se describe en la Crónica de Portugal de 1419, además de en otras crónicas de D. Afonso IV, más tardías, como la de Rui de Pina o la de Duarte Nunes de Leão. Según estas fuentes narrativas, fue el rey portugués el que declaró la guerra a Castilla. Su motivación fue la ofensa que suponía para la corona portuguesa el maltrato con el que el rey castellano sometía a Doña María, (públicamente humillada debido a la relación extramarital que éste mantenía con Leonor de Guzmán), lo que dio inicio al conflicto luso-castellano de 1336-1339. Fue, entonces, cuando D. Afonso IV entregó el mando de una flota de veinte naos, fustas y galeras, guarnecidos con dos mil hombres, a D. Gonçalo Camelo, un corsario prácticamente desconocido en la historiografía ibérica.
Saliendo de Lisboa a finales de agosto, la flota portuguesa se dirigió a las costas de Andalucía y puso rumbo a Lepe, donde era capitán D. Nuno Portocarreiro. Es a partir de este punto en el que los autores contemporáneos dejan de ser unánimes sobre esta expedición naval, es decir, si a veces esta campaña se presenta como un evento provechoso, en otras ocasiones se presenta como un desastre. Tomemos, por ejemplo, el caso de António Borges Coelho, para quien “a frota portuguesa pilhava Punta Umbria e subia até Lepe e Gibraleón da Região de Huelva”, mientras Saturnino Monteiro señala que “a expedição resultou num fiasco perante a intrépida resistência dos castelhanos”. Sin embargo, una lectura atenta de las fuentes revela que, aunque los castellanos se opusieron al desembarco de los corsarios, “tomarom os portugueses por força o lugar … e fizerom grande estraguo em aquele lugar. E daly partirom e chegarom a Gibreleom”, localidad ubicada aproximadamente a 30 km al noreste de Lepe y cuyos arrabales también fueron asaltados e incendiados por los corsarios, que luego regresaron a sus galeras.
Finalmente, el 8 de septiembre, algunos portugueses desembarcaron de nuevo en Lepe para incendiar unos viñedos. Fue entonces cuando una fuerza comandada por D. Nuno Portocarreiro, esencialmente constituida por leperos, salió al encuentro de los corsarios, sosteniendo “antre si tal peleja, & tão crua que claramente parecia em todos o ódio, & desamor com que huns aos outros se ferião”. Como consecuencia del enfrentamiento, murieron ochenta hombres entre los castellanos y veintiocho hombres entre los corsarios portugueses, además de haber muchos heridos en ambas partes. Si bien el número de muertos castellanos puede estar sobredimensionado, es de suponer que fue claramente superior al de los portugueses, ya que los corsarios, acostumbrados a la guerra y mejor armados, estarían teóricamente más preparados para enfrentar la batalla. Otra consecuencia del enfrentamiento fue la captura de D. Gonçalo Camelo por los castellanos y la captura por parte de los portugueses de dos hidalgos y de D. Nuno Portocarreiro, que acabó muriendo a causa de sus heridas a los tres días. El intercambio se llevó a cabo y el comandante portugués volvió con los suyos a cambio del cuerpo de Portocarreiro y de los nobles Gil Goterres de Carmona y Martim da Guilar Cavaleyros, “fidalgos de grande conta”.
Rescatado D. Gonçalo Camelo, los corsarios portugueses dejaron la costa onubense y se marcharon con el botín. No obstante, el rey castellano, al enterarse de lo sucedido, se apresuró a preparar una rápida venganza. Armó en Sevilla una flota compuesta por cuarenta galeras y cinco mil setecientos hombres de combate. Aunque estaban bien armados para la contienda, una fuerte tormenta hizo mella sobre la flota castellana. A causa del temporal, no solo se vio impedida para continuar su viaje de venganza, sino que, además, con respecto a las embarcaciones, “quazi todas se perderão no mar, & na costa com que el Rey de Castella foy muy enojado”.
Igualmente, los corsarios portugueses también se vieron afectados y no salieron ilesos de esta tempestad, ya que “parte desta tormenta tambem tocou a frota de Portugal, que era em mar de que recebeo assas perda”. Aun así, los barcos portugueses que resistieron el temporal consiguieron llegar a Lisboa, llevando a tierra lusa el botín adquirido en Lepe y en Gibraleón.
La investigación completa, titulada La expedición del corsario portugués D. Gonçalo Camelo a las costas de Huelva en 1336, saldrá publicada en el próximo volumen de la revista Huelva en su Historia, editada por la Universidad de Huelva.
Autor: Fernando Pessanha
Traducción: Adela M. Sevilla