Crónicas covidianas III

Claro que hay países que sufren la pandemia de forma más ligera, pero no hay que tirar cohetes. Muchas veces, el fruto del éxito se encuentra en la disciplina ciudadana, en su educación y civismo bien articulado. Los que mandan, con perdón, son casi todos iguales. Incluso un reloj parado acierta la hora dos veces al día…

Tú verás. Esto es una historia de supervivencia. Para nuestra salud, lo mismo da, que sea un virus inventado que un accidente de la naturaleza. Lo que sí podemos suponer con cierta libertad, es que el siglo actual se encuentra repleto de gente explotada, engañada y manipulada que no sabe o no quiere dar el primer paso.

 Un sabio dijo que el primer paso no te lleva a ningún sitio, pero te saca de donde te encuentras. Y si se tiene que ser democráticamente justo porque así lo quiso la gente que te votaba, hay que tomar decisiones muy duras que no puedan gustar a todos; probablemente no volverán a votarte, pero pasarás a la historia por ser un gobernante que dejó su aburguesada vida política para aplicar una justicia que salvase del desastre a la inmensa mayoría. ¿Qué cómo sugiero que se utilice mano dura? Ustedes sabrán, pero solo puedes abrir la puerta de un intolerante derribándola.

¿A qué diablos tenemos miedo? Si tenemos claro que tarde o temprano vamos a morir todos. El miedo es un arma, no una opción, y aunque queda clarísimo que nos están manipulando unos insensibles inexpertos, culpándonos hasta de la muerte de Manolete y haciéndonos sentir que los pobres, marginados y migrantes son culpables de serlo, ¿de qué tenemos miedo? 

Cuando la muerte acecha, hasta el más valiente se vuelve un cobarde. Y es que parece que la gente ha dejado de sufrir y morir por otras enfermedades. Obviamos que, en algunos países del mundo, todavía mueren millones de personas por enfermedades que han sido superadas hace mucho tiempo en occidente; y no solo mueren por falta de vacunas que se inventaron hace tiempo, sino simplemente por carecer de agua y comida. Estamos acojonados porque nos ha tocado a nosotros. A la sobrevalorada, mecanizada y moderna civilización de Occidente. Estamos acostumbrados a ver las desgracias en la pantalla tonta, pensando que nos encontramos muy lejos de sufrir lo mismo. Pues ahora te jodes. 

Si desaparecieron civilizaciones enteras sin una explicación históricamente lógica. Nosotros sabemos, por lo menos, que nos estamos aniquilando mutuamente. Todo depende de nosotros. Tú protégete y protege a los tuyos. Morirás cuando llegue el momento, y seguro que no será de este susto que nos enseña que podemos perder todo lo que tenemos en cuestión de segundos.

Disculpen las expresiones directas que puedan llegar a herir algunas sensibilidades. Me faltan dos años para llegar a los sesenta y me encuentro entre la población de riesgo. No tengo miedo, pero tampoco tengo tiempo para medias tintas ni recursos para aconsejaros sobre caminos que no llevan a ningún sitio.

Ustedes sabrán. Yo, como siempre, estoy deseando abrazaros pronto.

José Luis Pons