CRISTINO FERNÁNDEZ

'Pensamientos confinados' (LXXXVIII): Corderos a los pies de los caballos

En estos momentos tan complicados por los que estamos pasando, debido a este maldito “bicho” que ha puesto de vuelta y media nuestra vida y la de nuestros seres más allegados, a los que conocemos, a los que no…en fin, que nos ha salpicado a todos. Después de todos los sentimientos que nos afloran debido a esta situación, yo soy uno más al que esta crisis le ha servido para reflexionar y sacar unas conclusiones un tanto encontradas.

'Pensamientos confinados' (LXXXVIII): Corderos a los pies de los caballos

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'Pensamientos confinados' (LXXXVIII): Corderos a los pies de los caballos

He reforzado mi admiración y respeto por aquellas personas que han hecho todo en la medida que les ha sido posible, ya sea por sus trabajos o su empatía con los más desfavorecidos, que han puesto su granito de arena para levantar un muro contra el Covid-19. A la vez, y esto me ha sorprendido y no para bien, la cantidad de personas tóxicas, egoístas e irresponsables que nos rodean, y aún a día de hoy nos ponen en peligro ante este maldito “bicho”.

Nuestra sociedad ha sido atacada donde más duele, nuestros mayores, los que un día levantaron el país y nos lo sirvieron en bandeja para disfrutarlo. Pero es aquí donde nos topamos con los que nos representan, elegidos por todos nosotros: los políticos. La política, el cáncer de nuestra sociedad tal y como va y el camino que lleva. Unos hacen la guerra por su cuenta, los otros también en pros de sus beneficios, al fin y al cabo, son humanos, egoístas por naturaleza, anteponiendo nuestros beneficios y sueños por encima del grupo o de la manada, como los animales irracionales que ejecutan sus actos sin dilación.

'Pensamientos confinados' (LXXXVIII): Corderos a los pies de los caballos

Después de esta crisis no saldremos mejor ni más bondadosos, no cambiaremos, saldremos aún más enfrentados los unos con los otros y recelosos de todo y de todos. Nos espera un futuro sombrío económicamente hablando… ojalá me equivoque y canalicemos toda nuestra indignación en buenas acciones, aportando y sumando, de lo contrario seguiremos siendo “corderos a los pies de los caballlos”.

Pienso que en una situación como esta, nueva para todos, se ha actuado y se han puesto las medidas adecuadas para atajar al virus demasiado tarde. Aquellos que nos representan (el Estado) no nos merecen. No entiendo la decisión de abrir bares y discotecas y quedar cerrados colegios y universidades, así nos va. Muy mal por unos y por otros porque en vez de hacer piña y aunar fuerzas para salir adelante se dedican a cargar la mochila de piedras. Somos un país de pandereta. No es tiempo de hacer política y echarse las cosas a la cara, no me siento representado por estos políticos. Esperemos que llegue sangre nueva, ya sea de izquierdas, de derecha o de centro, y ojalá que todo esto cambie.

No más aplausos, todos los profesionales que están al pie del cañón están haciendo su trabajo, se lo reconocemos y agradecemos, pero es el estado el que debe reconocerlo con unos sueldos y contratos acordes a los riesgos que corren. Porque de los sueldos y de los cargos políticos es mejor no hablar… Es tiempo de silencio y de reflexión por los miles de personas que se han ido y jamás volverán, eso ya no tiene solución.

'Pensamientos confinados' (LXXXVIII): Corderos a los pies de los caballos

Pienso en mi mujer y me siento orgulloso de ella, lo lleva todo perfecto: los niños, las tareas del cole (porque hace también de profesora en casa), la casa, la ropa, la compra, las comidas... mientras yo estoy fuera trabajando. Es un ejemplo de valor, coraje y ganas de seguir adelante, por eso es única e irrepetible.

A la vez siento rabia y sufro porque no puede ni siquiera dar un beso, un abrazo y una sonrisa a sus padres y su hermana, porque esta situación y la distancia no se lo permiten. Pero hay algunos que se ríen de todo esto y gracias a esos vacíos legales y a que tienen una segunda residencia, tienen garantizada sus escapadas y sus vacaciones. Quiero pensar que no todos lo hacen, siempre hay una mayoría de gente buena y responsable.

Mis hijos jugando y dando guerra, que es lo que tienen que hacer, qué futuro les depara, qué les tocará vivir… son inquietudes que siempre están ahí y que todo el que es padre o madre se pregunta.

Mi madre aguantando estoicamente esta lucha, una mujer fuerte que vivió las secuelas de una guerra civil, la transición y la pérdida de su marido, mi padre, con dos hijos pequeños, y tiró hacia delante. Mi hermana al pie del cañón todos los días aguantando carros y carretas. Mis suegros, con tantas ganas de verlos y de saborear ese olor a brisa marina de Huelva que tanto me gusta y que tan bien me han acogido y que echo de menos.

Seamos lobos con piel de cordero, que no tengamos miedo a los caballos, porque no hay mal que 100 años dure ni políticos como esta hornada que tenemos.

Cristino Fernández,

(Confinado y trabajando en Deleitosa, Cáceres)

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