ANA LECHUGA
'Pensamientos confinados' (LXXXV): El pensamiento es libre
Ta vez, acostumbrada a la rutina diaria de mi vida, con sus luces y sus sombras, pero cómoda y tranquila, no pensaba que en un instante todo me daría un giro de 180º, y me descolocaría, dejándome fuera de juego en mi quehacer diario; sin saber qué hacer, sin poder salir, sin poder ver a mi familia, sin disfrutar de mis nietos, sin charlar con mis amigos...
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Me he sentido enjaulada, entonces pensé: ¡cómo a los pajarillos los privamos de su libertad. Ellos quieren volar, volar, volar... Con esta reflexión me doy cuenta que la verdadera libertad está en el pensamiento, de él nadie te puede privar, no hay confinamiento para el pensamiento, él vuela, vuela como el pajarillo. Entonces me afianzo a él y es mi compañia durante todo este encierro. Es mi inseparable y bucea conmigo en mi interior, descubriendo lo que realmente tiene importancia en nuestra vida para sentirse en paz. Yo lo sintetizaría en una palabra, AMOR:
Amar es disfrutar de la Naturaleza, sentirla, olerla, oirla, tocarla..., ver el mar, sus olas que van y vienen; los ocasos que te transportan a un mundo de colores inigualables e irrepetibles; saborear la brisa que te acaricia y disfrutar la sombra de los árboles que te protegen y te dan vida...
Amar a tu familia siempre, comprendiendo y compartiendo. ¡Cuánto he echado de menos en este tiempo, el patas arriba que mis nietas dejaban en la habitación de juegos, cada vez que venían a visitarme.
Amar a mis amigos, hablar y compartir con ellos situaciones, aficiones, afectos, penas, alegrías. Para mi la relación personal es necesaria. Incluso con los que no piensa como yo.
Suavizar el sentimiento de incomprensión hacia las personas que manejan el poder y lo usan en su propio beneficio. Esto para mí es muy difícil de digerir, y es lo que me atormenta vivir en un mundo de hipocresía y ambición.
He sentido tristeza y soledad al ver desde mi ventana, las calles vacías, sin ruido, sin coches, sin niños, sin vida... Las noches con silencio espectral, hasta las estrellas están tristes, parecen llorar; las lágrimas del viento bañan los naranjos que adornan mi calle y que dejan perder sus aromas en la nada...
Menos mal, parece que vamos venciendo al bichejo, tan minúsculo y tan traidor, gracias al magnífico proceder de los sanitarios, ejemplo de profesionalidad, y a todos profesionales que han trabajado, día a día, exponiendo su salud para atender a todas las personas que estábamos en casa, dando libertad a nuestro pensamiento, que estoy segura nos ha hecho mejores personas.
No quiero dejar de comentar el comportamiento ejemplar de los niños, que han asumido la situación con una madurez impropia de su edad, en muchos casos dando lecciones a los adultos. Y mi enhorabuena a todos los enseñantes que han hecho un trabajo encomiable, sin horas ni limitación de tiempo.
Deseo que este COVID-19 se marche. A mí me ha dejado el deseo de que esta clausura nos lleve a gozar de un mundo mejor, y que este deseo no se quede en mera utopía.
Ana Lechuga Gallego
Maestra jubilada perteneciente a los grupos poéticos 'Poetas del Guadiana' y 'Liga de Blog'.
(Confinada en Sevilla).