MANUEL COBOS
'Pensamientos confinados' (LXXVI): Hugo, el bicho se ha ido
El pasado 14 de marzo de 2020 fue decretado el Estado de Alarma en España, posiblemente demasiado tarde, aunque viendo las manifestaciones, algunos pensarán que fue demasiado pronto.
Desde ese día y hasta hoy mi casa se ha convertido en mi lugar de trabajo, zona de pasatiempos, ocio y de videollamadas con amigos y familiares. Desde ese día a mi pequeño Hugo le digo que no puede ir a la calle porque hay bichos y lo llevo en brazos cuando salgo para evitar que toque el suelo porque está en esa edad que todo se lo lleva a la boca.
Soy de los que piensan que el Estado de Alarma se declaró mal y tarde, desde que no debió haber actos el fin de semana del 8 de marzo en Madrid, a que no se debió dejar moverse a la ciudadanía de Madrid a su antojo durante toda la semana siguiente a ese día, y aún menos cerrar los colegios para llevarse los niños a los parques y los maestros y estudiantes a sus casas de fuera de la capital de España. La actitud de los españoles que lo hicieron fue irresponsable al 200 por cien.
Tampoco me pareció lógico que el presidente Sánchez dijese el viernes 13 que el 14 decretaría el Estado de Alarma creando un pánico generalizado en la ciudadanía, que la llevo a llenar tiendas de alimentación sin distancia de seguridad entre ellas, cosa que podía haberse evitado declarándolo ese mismo viernes de manera ipso facta, pero como nadie sabe guardar un secreto en este mundo pues así sucedió. Por suerte para mi yo me olía algo desde el martes y fui poco a poco haciéndome con bienes de primera necesidad, evitando esa primera semana pisar el supermercado.
Fuimos pasando fases, y cuando llegamos a la fase 1 abrieron los bares, ese patrimonio histórico español (que no he vuelto a pisar, y mira que me duele no hacerlo, pero entiendo que aún es pronto), pero con la incongruencia de que no podías estar en la calle más que en un determinado horario según edad y circunstancias personales, pero a cualquier hora para ir a tomar un vermut, como dijo el Sánchez.
No soy precisamente optimista sobre el bicho, pero quiero creer la nueva teoría de que el virus está perdiendo carga viral y va desapareciendo, porque si tenemos que estar esperanzados en que la humanidad respete la distancia social vamos apañados. En un mundo en el que se ven decenas de miles de mascarillas y guantes por el suelo a diario, con el riesgo que ello supone, o gente que ya habla de no ponerse la vacuna, aún cuando no ha aparecido todavía, demuestra que la estupidez humana no tiene límites.
Y así hoy, aún en la fase 2, con la gente al menos en Córdoba haciendo vida bastante normal, algunos con mascarilla y otros muchos sin ella. En mi caso alterando el confinamiento con visitas a mis padres y yendo a andar de 05:45 a 06:45 de la mañana, hora a la que no me encuentro con gente. Porque aunque algunos ya no lo crean a la vista de botellones de 3.000 personas o fiestas de Príncipe Belga sin guardar la cuarentena, lamento no poder decirle a mi hijo: “Hugo, que el bicho se ha ido”.
Manuel Cobos
(Confinado y teletrabajando en Córdoba)
