ÓSCAR TORO
'Pensamientos confinados' (LXVIII): Ha venido para quedarse
Ha venido para quedarse. Esta frase se repite como un mantra en las voces de expertos, tertulianos, empresarios, políticos, periodistas etc… Pero ¿qué ha venido para quedarse? ¿El virus de la Covid-19 que tanto dolor está originando? Espero que no.
Confío en que nuestros científicos, investigadores o epidemiólogos tengan la capacidad de dar con la vacuna necesaria para combatirlo. Confío en la gente, que mayoritariamente, ha dado y lo sigue haciendo, un ejemplo de responsabilidad colectiva.
¿Habrá venido para quedarse el teletrabajo? ¿El mismo que nos obliga a estar 12 horas conectados mientras intentamos conciliar nuestra vida familiar? Si es este el modelo, el que convierte el teletrabajo en la esclavitud del siglo XXI, poniendo en peligro conquistas sociales y laborales, será mejor que no se quede. Ahora bien, un modelo efectivo y afectivo, es decir que optimice las oportunidades para ser más eficaces, pero atendiendo a las necesidades personales de los trabajadores (conciliación, recursos tecnológicos, espacios adecuados, trabajo en red, nuevos modelos de organización etc…) puede brindar a las empresas una reducción de costes, a los trabajadores, flexibilidad y al Planeta, una mejor calidad del aire por la reducción de desplazamientos masivos.
¿Ha venido para quedarse la educación on line? ¿Esa educación que necesita de cualificación y preparación de docentes y alumnados en alfabetización digital, en nuevas narrativas para que realmente estos recursos estén al servicio de una educación igualitaria e inclusiva? Sin acceso a Internet y a equipos informáticos se agrava, lo estamos comprobando, la situación de muchas personas. Si esa llamada a la nueva normalidad debilita el principio de igualdad, de fomento de oportunidades que para mí significa la educación…No la quiero. Si lo digital llega como instrumento al servicio de las personas (estudiantes, profesores y familias), y no a la inversa, será una oportunidad para mejorar como sociedades.
¿Ha venido para quedarse el virus de la desinformación que se viraliza a través de las redes sociales y los whatsApp? Hemos visto, como en estos días de crisis, se ha extendido, crecido y alentado de forma intencionada miles de noticias falsas. Informaciones que buscan generar miedo, desánimo para desgastar al que gobierna, para imponer visiones del mundo que invitan, por ejemplo, a no vacunarnos o a interiorizar ideas conspiratorias que servirían de argumentos para generar conflictos entre países. Ninguna son casuales, todas tienen su intencionalidad. A la vez, hemos comprobado el incremento en el consumo de informaciones por parte de la ciudadanía ofrecidas por los medios de comunicación. Sin embargo, seguimos sin reconocer el periodismo como un instrumento imprescindible que garantiza nuestros derechos y contribuya al fortalecimiento de nuestra democracia. Queremos información, cultura, ocio –que tanta compañía nos ha hecho en estos días de confinamiento- sin comprometernos con ella. Es decir, la información, la cultura son derechos. ¡Cierto! Pero su calidad y compromiso social depende de que haya lectores, público, anunciantes, etc… que los apoyen y que reclamen el trabajo con garantía de sus profesionales.
¿Ha venido para quedarse la solidaridad? ¿Esa solidaridad con sonoridad en forma de aplausos para los sanitarios? ¿Esa otra solidaridad inmediata que proporciona un plato caliente? ¿Esa solidaridad que busca y rebusca fórmulas para evitar el cierre de un negocio y el despido de sus trabajadores? Espero que lo que haya venido para quedarse sea una conciencia social y de justicia más fuerte. Que defienda lo público como garante del bienestar colectivo. Que entienda que no es posible hablar de desarrollo, de salida de esta crisis, o de las siguientes, si es acosta de ir dejando a los invisibles, a los vulnerables, a los desempleados, a los mayores de 45 años, a los jóvenes, a las mujeres, a las personas migrantes, a los ancianos etc… atrás. Si no va acompañada del ejercicio personal de pensar o repensar nuestra posición en el mundo y cómo queremos interactuar con él (Planeta) y con los otros (Personas).
Espero que haya venido para quedarse un sentido comunitario, pragmático y utópico (en esa idea del escritor Eduardo Galeano de entender la utopía como algo que no se alcanza, pero que sirve para avanzar) de los cuidados. El cuidado a las personas y el cuidado al Planeta (¡recordemos que no hay un Planeta B!) tiene que estar en el centro (como nos comprometimos al firmar la Agenda 2030 y sus 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible ante las Naciones Unidas) de una transición hacia un desarrollo socioecológico que garantice sociedades justas, inclusivas y sostenibles.
Óscar Toro Peña,
Doctor en Comunicación. Grupo Ágora Universidad de Huelva
Socio en Sociocreativo Coop. And.
Presidente de la Asociación INvisible.
(Confinado y trabajando en Huelva)