DIEGO LOPA
‘Pensamientos confinados’ (XXXV): Sueño en color sepia
En 1348 la peste negra golpeó Florencia, Giovanni Boccaccio aprovechó el confinamiento que conllevó para escribir el Decamerón, unos cuentos llenos ingenio, bromas y lecciones vitales.
En estos días en que esta pandemia nos tiene recluidos, me parece una buena idea la propuesta de huelva24.com de que aportemos relatos, reflexiones o sueños que nos ayuden a conllevar estos días de alejamiento de la rutina diaria.
Os dejo un capítulo de libro ‘Mis sueños en 39 colores’, ensoñaciones oníricas que permitan en este retiro obligado parar, cerrar los ojos y sentir que nuestro mundo se llena de colorido. Su título ‘Sueño en color sepia’…
“Te quitabas el lazo de la cintura, te arrancabas las sandalias, tirabas a un rincón tu amplia falda de algodón, me parece, y te soltabas el nudo que te retenía el pelo en una cola. Tenías la piel erizada y reías. Estábamos tan cercanos que no podíamos ni vernos, los dos absortos en un rito que pretendíamos eterno y resultaba efímero pero repetible, envueltos en el calor y el olor que creábamos juntos.
Me abría paso por tus caminos del alma. Mis manos buscaban por tu cintura temblorosa y encontraban las tuyas impacientes para recorrer juntas los caminos interminables de los sueños compartidos. Te deslizabas, me recorrías, me trepabas, me envolvías con tu presencia mientras me decías mil veces: “ven” con tus labios posados sobre los míos.
En el instante final teníamos un atisbo de una completa soledad, disfrutada a partes iguales, cada uno perdido en su quemante abismo, pero gozando de un horizonte compartido donde pronto resucitábamos desde el otro lado del fuego, para descubrirnos abrazados en el desorden de los inmensos almohadones, bajo el mosquitero blanco de nuestros sueños.
Yo te apartaba el cabello para mirarte a los ojos del alma, unas veces sonreías mientras los entornabas y otras te sentabas a mi lado. Las piernas recogidas con una gracia innata que oscilaba entre la inocencia y la provocación, te gustaba pasarte el chal de transparencias entre un hombro y tus pechos que sonreían tras las proposiciones indecentes y mágicas del tejido y, todo esto, lo hacías rodeada del silencio de la noche que apenas comenzaba.
Así te recuerdo…en una calma, mezcla de extenuación y de deseo renovado…
Yo entonces te miraba, perdiéndome en la profundidad de tus ojos claros, y te decía
- “Cuéntame un cuento”
- “¿Cómo lo quieres…?” me preguntabas
Y yo, izando una imaginaria bandera amarilla en la cubierta del “Nueva Fidelidad”, te respondía: “Cuéntame un cuento que no le hayas contado a nadie…”
Diego Lopa Garrocho,
escritor
(Confinado en Huelva)