LUNA BALDALLO
'Pensamientos confinados' (XXXII): Otro lugar
'Los cuentos de hadas superan la realidad no porque nos digan que los dragones existen, sino porque nos dicen que pueden ser vencidos'. (G. K. Chesterton)
Cuando creíamos que los cuentos ya no eran para nosotros, va y sucede, como en ellos, lo inesperado.
En los cuentos hay quien habla y de la boca le salen sapos y culebras o se le pega una morcilla a la nariz, hay quien sube a un peral encantado del que no puede bajar. Y hay una llave que sangra. En ellos puede pasar cualquier cosa… y quizá se nos había olvidado. Al escuchar un cuento viajamos a otro lugar porque se abre un abismo en las palabras que lo inician: ‘Había una vez...’ o ‘Hace mucho, mucho tiempo en un lugar muy lejano…’.
Por esas historias venimos caminando los seres humanos desde hace miles de años. Calzando las botas de siete leguas, unos zapatitos rojos… o de hierro. Los cuentos siempre nos han dado algo con lo que andar. Nos han dicho que el lobo existe, igual que la bruja, y que si no nos fiamos de nuestro instinto, si no nos andamos con cuidado, corremos el riesgo de morir. También nos han contando que la perseverancia y el ingenio son una buena combinación y que, con un poco de suerte: ¡todo saldrá bien!
Dejó dicho Blas de Otero que nos queda la palabra ¡Y qué verdad! Son las palabras las que nos ayudan a perfilar el pensamiento. Pues dar con la palabra exacta es hacerlo con la realidad concreta que expresamos pero, sobre todo, con la exactitud del pensamiento que nos marca uno u otro camino.
Las palabras… con ellas cambiamos el mundo, cosas muy pequeñas quizá pero eso hacemos, conscientes –o no– de que sea con palabras. Por eso nos decimos, escrito en un balcón o en un hastag, ‘todo saldrá bien’. Conjuramos el bienestar. No es nuevo.
Ahora que todos pensamos qué va ocurrir después, os propongo simplemente que busquemos las mejores palabras para trazar nuestro próximo camino. Que busquemos en los cuentos, porque en ellos siempre hay un borde –puerta, espejo, bosque, agujero, ventana…– y, al borde, un reflejo de lo que podría ser.
Miremos hacia ese otro lugar que está justo al borde, el que está por construir; ahí, no muy lejos, en el horizonte. Al que no hemos llegado, pero podemos hacerlo. El lugar de la heterotopía, que significa literalmente ‘el otro lugar’.
Ahora los niños están bajo la montaña, dentro de una cueva, como en el cuento de los hermanos Grimm ‘El flautista de Hamelin’. Y, como en él, parece que hayan sido raptados por no pagar los servicios de quien salvó nuestra aldea de las ratas. Algunos de esos niños han dado sus primeros pasos estos días y todo lo que andan es en su casa, en su cueva. Cuando decimos ‘todo saldrá bien’ estamos intentando redimirnos de una suerte de culpa, nos decimos así qué cosas haremos mejor… cuando salgamos. Entonces el niño andurreará las calles, el campo y una ola lo tumbará en la playa; recordándole que allí hay un abismo, un borde, un límite al que asomarse con cautela y desde donde calibrar el horizonte al que queremos –y podemos– ir.
En ese otro lugar, por pensar, levantar y cuidar, todo saldrá bien.
Luna Baldallo
Codirectora de Abracadabra
y Profesora Sustituta Interina en Universidad de Huelva
(Confinada en Huelva)
