CINTA VÁZQUEZ MEDEL
'Pensamientos confinados' (XXV): Catarsis emocional Covid-19
Tras la situación de pandemia mundial provocada por el Covid-19 nada volverá a ser como antes. Esta pandemia marca un antes y un después en la vida de todas las personas. De manera forzosa, hemos tenido que paralizar nuestras vidas y lo que antes era importante ahora pasa a un segundo plano.
El mundo se llena de imágenes que serán difíciles de olvidar y siempre quedarán en nuestra Memoria.
Las calles vacías con un silencio que ensordece los oídos, los autobuses circulando vacíos, los vehículos con una sola persona, mascarillas y guantes allá donde mires, las ventanas se han convertido en los ojos del mundo, nuestras relaciones sociales han desaparecido para convertirnos en una sociedad individual, nuestros hijos e hijas confinados en nuestras viviendas conectados al mundo a través de la tecnología, la seriedad en el semblante de todas las personas con miedo casi hasta de mirarnos, comportamientos compulsivos que evitan cualquier contacto, y por supuesto, lo más importante las miles de personas infectadas y los cadáveres de personas que mueren solas, tal como llegaron al mundo se marchan de él.
Es una situación que psicológicamente tendrá una afectación importante en nuestra forma de vivir y que perdurará en el tiempo. No será tan fácil, una vez superada la situación, volver a nuestra vida anterior.
Esas vidas habrán desaparecido para siempre. Habremos tenido una catarsis emocional que está produciendo un cambio radical en el comportamiento del ser humano.
En estos días tan duros el valor humano es nuestro mayor valor. También las emociones guardadas que no podían salir al estar inmersos en un mundo caótico ahora salen. Sensaciones escondidas que ahora se hacen patentes en nuestro día a día, el miedo, la impotencia, la tristeza … sentimientos encontrados.
Ahora todos soñamos un mismo sueño. Ahora todas las personas tenemos un mismo enemigo y unimos nuestras fuerzas para combatirlo. Nadie ha podido elegir. Todos y todas somos iguales.
Ahora más que nunca la libertad es el oxígeno del Alma. Se ha perdido lo más esencial del ser humano que es la libertad de decidir cómo vivir nuestras propias vidas.
Tan sólo hace unos días nadie hubiera podido imaginar que el mundo se sumergiría en una situación como la que todas las personas estamos viviendo.
Todo lo que era parte de nuestra vida habitual ahora se ha convertido en un lujo. Salir a pasear por las calles, tomar unas cervezas con los amigos y amigas, decidir cuándo salir a la calle y con quién, saludar con un abrazo y despedir con un beso.
El mundo se ha parado y su puesta en marcha va a ser larga y dura. Poco a poco iremos recobrando la normalidad, pero nada volverá a ser como antes.
El mejor momento, sin duda llegará, pero nada volverá a su posición inicial. Las personas habremos empezado una nueva partida donde el orden de todas nuestras prioridades habrá cambiado.
También debemos aprender de lo vivido y encontrar su lado positivo. La solidaridad de las personas que de forma desinteresada contribuyen a paliar la situación, la heroicidad de todos y cada uno de nosotros, el comportamiento de nuestros hijos e hijas que se han adaptado a la situación de forma ejemplar, las personas que continúan trabajando a pesar de sentir miedo, la mirada cómplice buscada en alguien desconocido que te hace sentir más seguro, ordenar y priorizar nuestros intereses, disfrutar de los pequeños placeres de la vida que antes pasaban desapercibidos …
Como dijo Charles Darwin “Las especies que sobreviven no son las más fuertes, ni las más rápidas, ni las más inteligentes sino aquellas que se adaptan mejor al cambio”.
Es tiempo de adaptación. Es tiempo de cambio.
Cinta Vázquez Medel,
(Confinada en Huelva)
