BERNARDO ROMERO

'Pensamientos confinados' (XIX): Algunas cuestiones morales

He quitado de mis favoritos la web de la Universidad John Hopkins para no andar todo el día obsesionado con el seguimiento del dichoso virus. Ahora aparto levemente el visillo de la ventana y observo como el confinamiento se sigue regular, a pesar del miedo impulsado por la televisión –los propietarios de todas las cadenas son las grandes corporaciones bancarias, y los resultados electorales se deciden en ellas y no es menester decirles que una buena campaña en televisión igual te vende un detergente que un presidente del gobierno-. 

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Es este aislamiento, al que el gobierno sólo ha podido llegar obligando al confinamiento, el que ha propiciado que a día de hoy se esté venciendo francamente a la pandemia. En todo caso falta tiempo aún para que podamos bajar los brazos. La lucha continúa y la televisión, como manipuladora de conciencias e instrumento para vender igual unos zapatos que un Zapatero, va a seguir jugando un papel fundamental. Será necesario más miedo, más cifras y más desolación brillando en las pantallas de los televisores para que se mantenga el confinamiento, única manera de acabar con este rápido y letal virus.

'Pensamientos confinados' (XIX): Algunas cuestiones morales

Desde hace meses, antes de que la pandemia se extendiera por medio mundo, aparecieron estudios que relacionaban la expansión del virus con una serie de factores relacionados con las condiciones atmosféricas. La humedad ambiente, por ejemplo. Este coronavirus se encuentra a sus anchas en lugares secos. Cerca del mar se debilita. Se ha calculado que sus preferencias andan por debajo de un 45% de humedad relativa, y aquí en Huelva raramente bajamos del 60%. Ahí está una de las razones por las que esta provincia, como en toda la franja occidental de la península Ibérica, expuesta a los vientos de poniente que nos llegan cargados de humedad, tenga una incidencia menor de coronavirus que el resto de España.

Otro factor a tener en cuenta es el de la temperatura. En este caso covid-19 las prefiere entre 5º y 11ºC, mientras que Huelva disfruta de temperaturas medias que ahora suelen estar por encima de los 14ºC. Por último la radiación solar, con índices superiores a 4, es decir, moderados y a veces incluso altos, y sabido es que los rayos ultravioletas acaban con virus y bacterias por igual, con este coronavirus también.

Los virus, en todo caso, llegan. Viajan al lado de todos esos suministros que nos hacen la vida más cómoda y agradable, confinamiento aparte. Adosados al plástico o al metal pueden durar dos o tres días. En envases de cartón y según las condiciones de humedad, pueden durar en cambio un máximo de un día si el cartón estuviere extremadamente seco, pero en condiciones normales sobre el cartón sólo duran horas, luego en el mismo transporte se debilitan o simplemente desaparecen. De todos modos, aunque con índices muy bajos, el maldito virus está alcanzando a algunos onubenses. Pocos, afortunadamente. 

'Pensamientos confinados' (XIX): Algunas cuestiones morales

Pocos afectados que además pueden ser tratados en centros hospitalarios que no se han llegado a colapsar en ningún momento. Y esto me lleva a un último pensamiento que quisiera compartir con vosotros, el de las más terribles imágenes que me quedan de esta pesadilla, la del miedo y la ignorancia apedreando a unos autobuses que transportaban a ancianos que habían sido evacuados de una residencia de mayores afectada por la pandemia. Lo peor de la condición humana, lo más repugnante y cobarde que mucho me temo que no voy a poder olvidar nunca. En esta bendita tierra, tan favorecida por sus condiciones climáticas como olvidada por la administración, en esta maravillosa tierra, se ha estado a punto, como es lógico y normal, dados sus bajos índices de incidencia del coronavirus y su capacidad hospitalaria, de recibir a enfermos de otras comunidades que han alcanzado una situación de colapso hospitalario y asistencial. 

Aunque se han realizado simulacros, el hecho de que se estén dando más altas hospitalarias que recibiendo nuevos ingresos, no se ha tenido que llegar a ese extremo, obviamente no deseable para los propios enfermos. A nadie le gusta que le aparten de sus familias, pero menos aún en una situación de enfermedad y desamparo. No se ha llegado a este penoso extremo, pero la sola aparición de la noticia, que daba por hecha esta actuación sanitaria, hizo que se alzaran voces, pocas, pero muy violentas, contra este hecho. 

Nunca podré olvidar el apedreamiento de los autobuses de nuestros mayores, pero tampoco olvidaré, y me servirá, nos servirá, de lección, el saber que el miedo y la ignorancia son tremendos enemigos de una sociedad que gracias al saber, a la formación, logró abandonar las cavernas en las que pintábamos bisontes y ciervos hace tan solo catorce mil años, tres días como el que dice, pero que ahora ha sido capaz de enviar sondas espaciales lejos de nuestro sistema solar. Vamos civilizándonos, humanizándonos, aunque a veces nos encontramos con casos extremos, capaces de apedrear a personas que se ven obligadas a abandonar una residencia de ancianos o a negarse, rojos de ira, a acoger a enfermos, tal como mandan los preceptos de cualquier religión, pero sobre todo como nos dice el sentido común y la dignidad, los valores éticos y morales que de manera natural, tiene todo ser humano. O casi todos.

Bernardo Romero, 

escritor y profesor de Historia 

(residente y confinado en Huelva)

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