MARCOS GUALDA
'Pensamientos confinados' (XVII): El corazón de la crisis
Si la vida ya te puso contra las cuerdas, quizás estés de acuerdo conmigo. No mostrará su cara en tiempos de bonanza. No la verás bailando en una fiesta. Se colocará de perfil si intentas retratarla. Solo en el corazón de la crisis vislumbrarás la autenticidad del alma. La agonía de tu madre. El suicidio de un amigo.
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Las experiencias extremas quiebran nuestra máscara. Y entonces, en la grieta del desamparo, brotan los sentimientos genuinos. Estos días el miedo ha torcido los gestos. La vulnerabilidad nos ha recordado que somos humanos. Nadie permanece imperturbable ante la avalancha de estímulos negativos. Pero la vida continúa. Hay que reír. Hay que luchar. Es lo que diría tu madre si estuviera aquí para arroparte.
En casa nos dedicamos a cultivar los afectos. Feli busca ofertas de trabajo por internet. Marcos se afana en las tareas escolares. De vez en cuando, Eva escribe desde Granada: “Papá, estoy bien. No tengo fiebre”. A las ocho nos asomamos al balcón y aplaudimos a nuestros héroes. El resto del tiempo lo compartimos abrazados en el sofá, visionando películas o leyendo algún libro aplazado. Rara vez nos peinamos. Tomamos medidas terapéuticas. Dosificamos el visionado de los telediarios. Fabricamos mascarillas caseras. No hemos visto ningún concierto en directo.
A las personas mayores les cuesta trabajo hacerse cargo. Muchos salen a la calle sin protección y sin respetar las distancias. Algunos sobrevivieron a la postguerra. El primer día de confinamiento llamé por teléfono a mi padre. Estuvimos repasando las medidas que debía cumplir. Me escuchó atentamente. Al final, con voz risueña, me dijo: “No te preocupes por mí. Yo ya he vivido lo que tenía que vivir”.
Esta crisis nos hace creer que estamos interconectados. En realidad, no sé si nos estamos escuchando. La venganza de la naturaleza nos concienciará sobre la catástrofe del cambio climático. Vivimos un punto de inflexión para el capitalismo. Yo me mantengo escéptico. De momento, mi única certeza es que el buen humor aumenta nuestras defensas. Para abordar esta travesía con el sistema inmunológico intacto, debemos tener a nuestro lado a los ángeles de la sanidad, a personas creadoras, que controlen sus emociones y no se desborden en mareas infructuosas. Fíjate en ellas. Son el ejemplo. En el corazón de sus crisis encontrarás el corazón de las personas.
Marcos Gualda,
gestor cultural
(Confinado en Huelva)