JOAQUÍN CABANILLAS
'Pensamientos confinados' (XV): Lo normal
Lo normal es abrir los ojos poco a poco, enredado aún entre sábanas en el recuerdo de unos sueños que rara vez me acompañan en la vigilia. Lo normal es el beso madrugador de mi amante, compañera y amiga augurando un buen día. Levantarme entre bostezos, estirar el cuerpo y escuchar el murmullo de la cafetera que, en unos minutos, llenará la casa de olor a temprano.
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Lo normal es levantar las persianas para que el salón despierte alumbrando la tarea venidera. Y dejarme llevar por lo normal, por la fuerza tan poco valorada de lo cotidiano, por la salud de la rutina y ese estrés tan insalubre que hay que desterrar de lo normal.
Lo normal es la fidelidad sin condiciones de nuestro bichón maltés. Es el portal que se abre para que la plaza te regale la música de la bulla del gentío en su ir y venir. La conversación, la mirada al móvil, el saludo de bocas destapadas, el olor de una cocina que bulle en vida, el primer sorbo de una cerveza, el beso que contagia cercanía, el abrazo de amigos analgésicos que sanan cualquier altibajo del ánimo…
Lo normal es la tímida sonrisa de mi hijo cuando me ve llegar para salir del cole, su apresurada recogida de enseres, su resumen de niño de seis años de lo que un niño de seis años hace con otros niños de seis años. Su sonrisa es lo normal. Su manera de entender este mundo que aún no entiende (qué suerte sus seis años), sus juegos con sus normas, su tranquilidad, sus relajados silencios, su inteligente obediencia… Su vida normal es lo normal.
Lo normal es la luz tenue que ilumina besos nocturnos mientras la tele aligera una nueva llegada de Morfeo. Lo normal es la radio compañera de las voces que van callando en el descanso hacia un nuevo viaje a lo normal.
Lo normal es que la primavera explote en la calle… y no entre paredes confinadas en las que se dibujan (casi al mismo tiempo) la preocupación, el hastío, la diversión y la esperanza.
Lo normal es echar de menos lo normal… Ojalá que cuando vuelva, todos sepamos dar a lo normal el carácter extraordinario que tiene.
Joaquín Cabanillas,
director de Pábilo Editorial
(Confinado en Huelva)