MANUEL H. MARTÍN

'Pensamientos confinados' (V): La emoción

¿Qué es la emoción? Una respuesta sencilla que depende de a quién le hagas la pregunta. Unos pueden emocionarse con un abrazo, otros con un beso, otros simplemente con tener delante un paisaje natural, una obra de arte, el visionado de una película o la lectura de un libro.

'Pensamientos confinados' (V): La emoción

Huelva24

Huelva

Esta funcionalidad es sólo para registrados

Así, encontraremos multitud de formas para que nuestro corazón palpite, nuestros ojos cristalicen o nuestra sonrisa brille. Estos días, sin embargo, muchos de nosotros estamos coincidiendo. Hay una emoción colectiva ante las tremendas muestras de ciudadanía y humanidad que estamos viviendo. Muestras de las que, además, estamos aprendiendo mucho. 

Nos hemos emocionado con la actitud de quienes, frente a una tremenda situación de adversidad, son capaces de reír, cantar, de celebrar la vida. Circulan por ahí vídeos y audios con sanitarios cantando, policías aplaudiendo a médicos y enfermeros, así como multitud de ciudadanos anónimos tocando palmas de agradecimiento o incluso animando a sus vecinos desde sus balcones, entre otras muchas cosas.  

La vida se está colando entre grietas y heridas, iluminando el camino. Y, sobre todo, nos está exigiendo que seamos pacientes. Ahora mismo nos toca algo tan sencillo como ser pacientes y esperar. Sí, esperar y hacerlo con paciencia y calma. Algo que, para muchos de nosotros, puede parecer increíble. Vivíamos, hasta hace apenas unos días, en una constante espiral de consumo, y no solo de cosas, con agendas excesivamente apretadas y ocupadas. Estábamos inmersos en un fast food emocional y social, sin apenas tiempo para degustar la vida, regalando pequeños granitos de arena a quienes realmente merecían nuestro cariño, moviéndonos sin disfrutar ni de la compañía ni del paisaje. 

Al igual que es bueno parar y calmarse, lo es reflexionar. Reflexionar para ser más exigentes. No es momento para el odio ni el rencor. No es momento para pensar en nosotros ni en nuestros problemas personales, sino para ayudar, en la medida de lo posible, a aquellos que más nos necesiten. No es momento para oportunismos, ni tampoco para conflictos ni colisiones. El tiempo, como siempre han dicho nuestros queridos abuelos, pondrá todo en su sitio. Ahora, solo nos queda esperar. 

Es momento para la paciencia, la calma y la reflexión para que, una vez pase la tormenta, podamos ser exigentes como personas y, especialmente, como ciudadanos. No es tiempo para el oportunismo, pero sí para la oportunidad. Más que nunca, tenemos una oportunidad para el cambio. Cada uno de nosotros, y todos a la vez, vamos a realizar un forzoso viaje. En narrativa se suele usar la estructura de ‘El viaje del héroe’ para construir relatos. A través de este formato de narración, las mujeres y los hombres protagonistas de los relatos se ven obligados a realizar un camino, lleno de obstáculos y adversidades. Un viaje para superar los miedos, resurgir y transformarse. Y para que se produzca esta transformación es vital el aprendizaje. Ya lo decía el poeta, “Caminante, no hay camino, se hace camino al andar. Al andar se hace el camino, y al volver la vista atrás, se ve la senda que nunca se ha de pisar”.

Quizás, una vez que esta crisis pase, aprendamos a disfrutar más del camino, apreciar más la calidad humana y degustar mejor lo “bueno”. Pero lo bueno no necesariamente tendrá que ser lo que nos gusta a nosotros, va más allá. Lo bueno podría ser que cada uno de nosotros pueda celebrar la vida a su manera, con libertad y sin prejuicios, que cada uno disfrute de lo que le gusta, de sus fiestas y festivales, de sus eventos y de sus momentos, de sus creencias y pasiones… siguiendo su camino, sin molestar o incordiar a quienes no compartan la misma senda.

Puede que aprendamos qué es lo importante y lo necesario. Que valoraremos más cuales son nuestras necesidades intocables, aquello que nos cuida por dentro y por fuera. Que nos ilusionemos con el sueño posible de un mundo mejor, con una apuesta firme en la ciencia, la cultura y la educación. 

˝Todo aprendizaje tiene una base emocional”, decía un filósofo clásico. Así que igual aprendemos algo de esta situación que nos ha tocado vivir. Con el tiempo, quien sabe, igual caminamos más tranquilos y disfrutamos cada momento, cada instante, cada beso y cada abrazo. Puede que valoremos más aquello que, simplemente, nos haga palpitar, aquello que realmente nos emocione. 

 Manuel H. Martín,

Cineasta y director del Festival de Huelva de Cine Iberoamericano

(Confinado en Sevilla)

Comentarios
0
Comparte esta noticia por correo electrónico

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Reporta un error en esta noticia

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Muchas gracias por tu participación