ELENA GARCÍA MORALES

'Pensamientos confinados' (IV): Calma en tiempos de crisis

A veces me quedo mirando al mar que se adivina desde la ventana de mi casa confinada. O a un horizonte en la Sierra. Y soy consciente en ese instante de cuan mutable es la existencia y cuan valiosas son todas y cada una de las cosas y sobre todo personas y otros seres sintientes que tenemos en nuestro día a día; y lo importante que es asumir para poder vivir que podemos dejar de estar vivos en cualquier momento.

'Pensamientos confinados' (IV): Calma en tiempos de crisis

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Partimos de que somos una parte de la especie muy privilegiada en cuanto a posibilidades de no morir de hambre en una esquina, cosa que no pueden decir en la mayoría de los rincones del planeta. Pero el ser humano se adapta a todo, y llega un momento en el que pierde completamente la PERSPECTIVA. Cuando nos quejamos si el que está delante de nosotros en un semáforo no avanza, de que tenemos kilos de más o cualquier otra de las nimiedades de los pijos del planeta, no pensamos que con un chasquido de dedos la vida en cualquier momento lo cambia todo.

Si dijera que pensé vivir en democracia indemne toda mi existencia mentiría. Mi intuición me ha dicho siempre que me tocaría experimentar alguna situación extraña como esta crisis sanitaria. No sabía cómo iba a ser, pero sabía que me tocaba. 

Y me pilló como a todos, de imprevisto, en una jornada cualquiera, donde disfrutaba del olor a azahar de mi época favorita del año. Al principio expectante, luego enfadada como una niña pequeña a quien quitan su juguete favorito, cuestionando el porqué, buscando una lógica a este corte brusco de nuestras libertades. Sigo sin encontrarlo ciertamente. 

El ser humano convive cada día con la enfermedad y la muerte, forman parte de la vida. Una persona se suicida cada 40 segundos en el mundo, hay enfermedades como el cáncer que se llevan miles de ALMAS cada día en nuestro país… y todos los ejemplos a nivel lógico son válidos. 

Convivimos con eso, asumimos que pasan los años y vemos morir a gente que conocemos, algunos por ley de vida, porque tienen muchos años, otros antes de tiempo, pasamos el duelo y seguimos adelante, y sale el sol y la vida no se para. Pero el COVID19  llega con unas cifras de mortalidad bastante humildes con respecto  a cualquier enfermedad que se nos ocurra pero con un ingrediente clave: el MIEDO. 

Pareciera que por primera vez nos hemos dado todos cuenta de que podemos morirnos de una enfermedad: y no hay otra causa de muerte en el mundo que ésta. Si alguien tiene el bichito, aunque tenga varias patologías, esa es la causa de su deceso. 

Y la primavera, la época del arranque vital de la naturaleza, de la pasión desbordada, los olores y las fiestas mágicas, los besos y abrazos… desaparece entre nuestros dedos, resecos ya de tanto jabón y solución hidroalcohólica. Entonces, como tienes que adaptarte a estar varias semanas en tus cuatro paredes, si tienes la bendita suerte de tenerlas, empiezas a buscar referentes. Y te acuerdas de las películas de catástrofes, donde siempre te gustaba el héroe, solidario, que pensaba y no se dejaba invadir por el pánico y te miras al espejo para saber si eres de su especie. Si eres de los que te paras y llamas a la calma, o de los que te paralizas y no puedes pensar, o de los que sale corriendo para salvar tu culo o el de tu gremio y buscas culpables que por supuesto no vas a ser tú ni ninguno de los tuyos. 

Si te paras a observar, que un confinamiento da para mucho ,ves cosas muy curiosas o lo mismo predecibles, según las dotes de futurista o conocimientos sociológicos que tenga cada cual. En todas desaparecen las caretas y se muestra lo peor y lo mejor de cada uno.

Vamos por gremios. La clase política. Los culpables de todo: si votaste al gobierno, la culpa lo tienen los anteriores, u otra confabulación mundial cuyos hilos jamás tendremos claros, como la destrucción de las torres gemelas. Si no los votaste menudos inútiles… Veredicto: culpables en cualquier caso, están para eso los políticos. Son como los árbitros, para ponerlos verdes.

Los médicos. Infalibles por definición, aunque se muera gente cada día de enfermedades, nadie pone en duda su sagrado trabajo y su impecabilidad, aunque ellos son autoridades sanitarias y son los que dicen a políticos y periodistas los datos, si hay pandemia, etc. Exhaustos en su trabajo que libremente escogieron y estudiaron decenas de años para lograrlo, muchos están sobrepasados, enfadados, asustados, no sabemos si porque no tienen realmente idea de qué tienen entre manos y no quieren reconocerlo, porque están de manera evidente topándose con un sistema sanitario insuficiente para parar el miedo. Mandan vídeos algunos contradictorios, un día dando ánimos y otro vociferando contra la impotencia que tienen buscando culpables. Hay otros que están a destajo callados e infundiendo calma en su mundo circundante, pero son menos llamativos. En cualquier caso se les aplaude en los balcones cada día… Interesante.

Los periodistas. Los mensajeros, que en casos graves lo mejor como todo el mundo sabe que es matarlos: infunden miedo, están todo el día con lo mismo, o sea ser altavoz de políticos, médicos y lo que ellos entienden que pueden ir gestionando cada cual en sus posibilidades como humanos que son. Los hay amarillos, con y sin pandemia, desorientados con esta nueva situación para todos, algunos más tranquilos, otros brillantes, otros como elefantes en cacharrería. Veredicto: culpables. Les repartieron el papel de malos de la película desde que existen, como a los políticos.

Fuerzas de seguridad. También en primera línea, no tienen el estatus de los médicos, porque si nos ponen multas nos acordamos de toda su familia, pero si se la ponen al vecino bien puesta está, aunque haya cometido la misma infracción que nosotros. En un estado de alarma se ocupan de hacer cumplir las normas. Hay cuerpos especiales, como la UME, creados para tareas de héroes como salvar de inundaciones o incendios, pero que en esta crisis tienen el papel de limpiadores  y desinfectadores, con su lejía tutiplén equipados. Veredicto: variable según mi situación y el momento. Suelen ser vocacionales y disciplinados, así que no los veréis quejándose ni calificando nada, simplemente hacen su trabajo.

Cajeras de supermercados, gente de sectores primarios, transportistas y demás miembros del sector que nos da de comer. Muchos de ellos no escogieron sus trabajos, pero están en primera línea igualmente. Normalmente la sociedad no los valora en demasía, como estamos sobrealimentados no sabemos lo que es pasar hambre. Pendientes de veredicto cuando esto pase.

Trabajadores que conservan su puesto de trabajo porque teletrabajan. Depende del sector puedes tener la sensación de desconcierto o de que trabajas más que antes, pero es normal, estamos en primero de COVID, ya nos adaptaremos, al fin y al cabo al menos tenemos curro y nos van a pagar a final de mes. Veredicto: afortunados, pillaron uno de los botes en el Titanic. Los hay de muchos gremios.

Inciertos: autónomos y demás afectados por los ERTES y la incertidumbre. A verlas venir. Esperando a ver  lo que esto dura y cómo remontar luego. Algunos están enfadados, otros tristes, otros más positivos; otros todo junto. Lo que se llama daños colaterales de la crisis sanitaria. Entre todos ellos puede haber afectados por el COVID o no, sanos o enfermos de cualquier cosa. Cada cual lo que le ha tocado vivir.

Hay muchos más matices, pero con esta burda fotografía nos podemos hacer una idea de cómo se comporta el ser humano en una situación complicada y anómala. 

¿Y qué podemos hacer cada cual para gestionar todo esto y salir lo mejor parados posibles? En primer lugar parar el miedo. Sacar al virus de nuestro chacra CORONA y aceptar que pase lo que pase, la tormenta se irá, y que no todo está en nuestra mano, pero eso con y sin pandemia, así es la vida. Ser conscientes de que cada uno lo hace lo mejor que puede y que sabe. Elegir el papel del HÉROE de las películas en la medida de lo posible, o por lo menos no ser el antihéroe. Dejar de buscar culpables, comprar todo el papel higiénico del súper o machacar a los gremios que nos gustan menos para no asumir nuestra parte. Pensar en POSITIVO, sacar nuestro maravilloso sentido del HUMOR del sur para hacer todo esto llevadero y quitarle gravedad. Cultivar nuestra IMAGINACIÓN, valorar a nuestra familia, APRENDER cosas nuevas. Decir mucho TE QUERO, VIBRAR ALTO, CALMAR a quienes estén asustados, enfocarnos en que todo va a a salir bien. Que como dice mi hija, esto es como cuando se pone malita para pegar el estirón. 

Mirad a los deportistas, acostumbrados a estrepitosos fracasos de los que aprenden y se levantan, sin culpa, sólo mirando hacia adelante. Aprender del águila, que a los 40 años se mutila su pico y sus plumas y cuando vuelve a volar recupera su belleza, del ave fénix que RESURGE de sus cenizas. Pensar que el planeta está RESPIRANDO por un tiempo, que igual no lo hubiéramos dejado hacerlo sin que nos hubieran impuesto cuarentena. EMOCIONARNOS con los gestos solidarios de otros, arrimar el hombro, ver qué puedo hacer hoy para que haya botes para todos, y luego que la vida decida. MEDITAR, CONOCERME a mi mismo sin prisa y sin temor. COMPARTIR.Y conservar las bonitas enseñanzas que nos hayan dejado estos días en nuestras vidas. Ser NUESTRA MEJOR VERSIÓN.Y siempre mantener la calma, porque con miedo todo es más grave y duele más.

Ser conscientes de que como decía un médico y filósofo persa hace mil años “la IMAGINACIÓN es la mitad de la enfermedad, la TRANQUILIDAD la mitad del remedio, y la PACIENCIA el comienzo de la cura”.

Y enfocarnos en la ILUSIÓN que nos hace pensar en cuando todo esto acabe, saborear cada minuto de vida que nos quede. VIVIR nuestra PRIMAVERA cuando pase la cuarentena, después de este invierno largo, llorar a nuestros muertos, darles las gracias por lo que nos enseñaron  a ellos y todos. Y entonces igual nos encontramos con un mundo más limpio, mejor, distinto. Pronto, muy pronto, inundaremos las calles, haremos los encuentros y daremos los abrazos más AUTÉNTICOS, probablemente, de nuestras vidas.

Elena García Morales

Periodista de Canal Sur Radio

(Confinada en El Portil, Huelva)

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