TRIBUNA
La plaza Niña. De su remodelación y las talas
Estos días la red está muy activa con el asunto de la remodelación y tala de arbolado en la Plaza Isabel la Católica o Niña, como la solemos llamar. Su historia la dejaremos para otro día. Respecto a sus ficus, fueron plantados hacia los años 80 del pasado siglo.
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Al parecer, ha habido alguna conversación entre un vecino de la plaza y el alcalde. ¿Tal influencia tiene una persona? Resulta ser un miembro relevante de la cercana hermandad de La Esperanza y, hasta donde sabemos, esto es todo. Día sí y día también vemos en prensa encuentros del alcalde con altos cargos de hermandades y la industria química, que a menudo son la misma cosa, que a menudo son la misma cosa, y algunas prebendas parace que salen. En el caso que nos ocupa no sabemos más que lo que este señor manifiesta por redes sociales y lo consultado a los Servicios de Urbanismo municipales.
El Círculo trabaja desde hace tiempo en una solicitud para la puesta en marcha de la fuente central de la plaza, y resulta que nos topamos con esto. Y es que no damos a basto. La realidad nos supera, y para mal. Ante el revuelo sobre la remodelación, el 22 de mayo nos personamos en Urbanismo para solicitar la consulta del proyecto. En palabras del Jefe de Servicio ese proyecto no existe, y se limita a unas intenciones manifestadas por el alcalde que, de momento, no tienen mayor recorrido técnico. Por tanto, salvo cualquier novedad que se haya podido producir desde entonces, todavía no hay nada sobre la mesa.
Dicho lo cual, nos consta la tendencia arboricida del Ayuntamiento de Huelva, cuyo equipo técnico actual, si bien está llevando a cabo necesarias replantaciones que no se habían producido en años por parte de sus antecesores, no es menos cierto que trata el arbolado local como si fuera mero mobiliario urbano. Un ténico forestal no puede sustituir árboles por sombrillas, como sucedió en la Plaza Coto Mora por exigencia del propietario de un conocido restaurante. Plantar no es suficiente sino también respetar y cuidar los ejemplares existentes, pese a que no sean del gusto o criterio del personal actual. Véase el caso reciente de tala de un pino centenario en el Conquero, que ni convencía su ubicación ni se creyó mereciera el esfuerzo que requería su trasplante. ¿Si no lo valía ese entonces cuál? De todo el inventario de arbolado de interés de la provincia ninguno está en Huelva capital, y con esta mentalidad no nos extraña.
La reforma de la Plaza Niña no se ha proyectado aún, pero sí parece estar en los planes del alcalde, tan al servicio de aquellos que considera la élite de esta ciudad. En el caso de la plaza frente al Santuario de la Cinta sí que está realizado el proyecto, y también al dictado de la respectiva hermandad. Y una cosa quede clara, que las imágenes que se apresuraron a publicar en prensa ante el revuelo por lo mediocre de las que habíamos visto son sólo eso, imágenes; pues el proyecto es ese primero que salió. Pero de esto ya hablaremos en otro momento.
Así pues, al alcalde decirle que la ciudad no es de esa élite por la que tiene tanta predilección; a los miembros de esa élite decirles que si se preocupan tanto por el aspecto de nuestras plazas que miren más a los derribos que se suceden en torno a ellas y entiendan que son de todos; y a los técnicos municipales que si la ciudadanía les paga un sueldo es para que tengan un poco de oficio y pongan sensatez ante estas ocurrencias, pues si al final no tienen más voluntad que la de quien les manda, que no sabe, vamos listos.
Menos derroche en plazas que están consolidadas y veamos si son capaces de crear algo de valor allá donde no hay nada, porque en décadas no han sido capaces de crear ni una sóla plaza nueva que valga la pena. Véase la de la Capitalidad. Para quien no sepa cuál es (es normal) es la construida tras el desmonte del cabezo del Pino por voluntad de otro hermano, mandatario del sector de la construcción. O la de Lino (San José) que vimos hace unos días, que no tiene más talento ni gracia que su simple adoquinado. Si nos vamos a los barrios es peor aún. Meses de reforma de la plaza del Parque de la Luz para enlosar lo que antes era calzada. Y eso es todo, eso y la plantación de cero árboles y la eliminación de parte del jardín y la fuente que tenía en el centro. O el curioso caso de la Plaza Houston, que tenía más arbolado como zona de aparcamientos que ahora como plaza pública.
Hay muchos ejemplos, pero no queremos extendermos más. Desde estas líneas simplemente nos sumamos al rechazo a la mera posibilidad de que estos ficus se lleguen a talar, empezando por la unilateralidad del gesto; y al tratamiento general que se da al escaso arbolado de esta ciudad que tan falta está de aire limpio. Pero para eso necesitamos que las instituciones también se comporten de manera limpia y ejemplar, y para ello necesitamos el compromiso de sus técnicos con la ciudad, que son quienes quedan cuando los políticos se van. Por lo tanto, empiecen por nuestros cabezos, que también son aire limpio y también tienen árboles; y de ahí a todo lo demás.
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