El valor de un recuerdo tangible

El eterno debate sobre los pros y contras de la tecnología es también extensible al mundo de la fotografía. Los profesionales del sector tendrán argumentos suficientemente contrastados sobre las ventajas e inconvenientes de la fotografía digital frente a la tradicional. Pero, más allá de la técnica, fotografiar, siempre –o al menos en sus orígenes–, ha estado ligado a momentos especiales de nuestra vida: una boda, el nacimiento de un hijo o simplemente el viaje que siempre habíamos soñado.

Lo cierto es que, hoy en día, la mayoría de los móviles contienen miles y miles de fotos realizadas en un periodo normalmente no superior a los dos o tres años, que es el tiempo medio de uso de estos dispositivos antes de cambiarlo por otro terminal. La mayoría de ellas, además, han sido tomadas por un motivo intrascendente, o simplemente para compartir nuestro último ‘selfie’ en las redes sociales. Sea como fuere, la impresion de fotos ha quedado incuestionablemente relegada a un segundo plano. 

Aunque las comodidades que ofrece la nube se antojan casi irrechazables gracias a su fácil acceso, la gran capacidad de almacenaje, la disminución de costes o las posibilidades de compartirlas, las cualidades de una imagen impresa no dejan de ser reseñables. Y una de las más importantes está ligada a su valor sentimental. Imagínese que el día de su cumpleaños, en lugar de un álbum de fotos, una persona allegada le envía un WhatsApp con una galería de imágenes como obsequio. Las diferencias son evidentes, y palpables, nunca mejor dicho. 

Por el contrario, gracias a las posibilidades que ofrece la tecnología actual y las técnicas de impresión más modernas, el único límite a la hora de crear crear recuerdos perdurables es nuestra imaginación. Calendarios, camisetas, tazas, lienzos, carcasas para teléfonos móviles o, yéndonos a lo más clásico, los álbumes de fotos encuardernados que nos acompañarán toda la vida, son solo algunos ejemplos de lo que podemos hacer gracias a los servicios que se ofrecen en Internet. Como podemos ver –y tocar– a veces merece mirar hacia atrás para recuperar el sabor de lo tradicional, al igual que los amantes de la música han vuelto a los discos de vinilo, un formato que creíamos olvidado y que para muchos ofrece algo que nunca podrá darnos los servicios de 'streaming' de audio.

En un contexto en el que triunfa lo instantáneo y lo banal, conviene apreciar el valor de los detalles tangibles capaces de traspasar una pantalla. Recuerdos familiares, plasmados en papel, en objetos decorativos o cualquier artículo personalizado que se quedarán con nosotros ocupando un lugar, no solo en el móvil, sino en nuestros hogares. Alternativas que actualmente están al alcance de todos gracias a numerosas empresas y aplicaciones profesionales dedicadas al sector de la impresión fotográfica digital.