narcotráfico
La costa de Huelva, reconvertida en gran gasolinera flotante para los narcos en el sur de Europa
Jucil alerta de cómo los puntos de repostaje se extienden desde Ayamonte e Isla Cristina al Portil, Mazagón o Matalascañas
Un capitán con varias costillas rotas tras otra persecución contra el narco en Isla Cristina

La introducción de droga por la costa ha generado una industria paralela como es el suministro de combustible a las organizaciones que consumen cantidades gigantescas para mover sus narcolanchas. El llamado petaqueo es una parte de la logística fundamental para la entrada de hachís y cocaína porque sin combustible no hay transporte. Y la costa de Huelva, que está siendo una de las zonas más explotadas del país, se ha transformado, como denuncia la asociación profesional Jucil, en una de las grandes gasolineras flotantes del sur de Europa.
«Ya no hablamos sólo de Ayamonte o Isla Cristina, es que esta actividad se está extiendo por el Portil, Mazagón o Matalascañas», señala un portavoz de la asociación a Huelva24. La presión policial ejercida en la comarca gaditana del Campo de Gibraltar ha sido determinante para que las redes busquen otros itinerarios y Huelva está siendo en estos momentos escenario de una incesante actividad narco en su litoral. Lo denuncian los cuerpos policiales a través de sus asociaciones y sindicatos, lo denuncia también la Fiscalía Antidroga de Huelva. Pero el Gobierno aún no ha incrementado los recursos judiciales y policiales para combatir al narco.
«El problema va en aumento y se pueden avistar a cualquier hora del día y de la noche. La falta de medios y personal de los que disponemos es conocido por los narcotraficantes y ante esta situación se desenvuelven con total descaro. La alarma social es grande, porque no es difícil ver lo que está sucediendo. Existe una brecha significativa en la legislación actual y a todas luces la legislación vigente es insuficiente para abordarlo con eficacia», señala Ernesto Vilariño, secretario general de JUCIL.
El aprovisionamiento de combustible se ha organizado en torno a escalones. En un primer peldaño se sitúa gente joven, recién llegados al negocio, que se encargan de llenar unas cuantas petacas de combustible en una gasolinera y que venden a la persona que está en el peldaño inmediatamente superior, la cual se dedica a ir acumulando producto en una nave o punto logístico. Cuando se va a producir un transporte, las petacas son llevadas en vehículos a algún punto de la costa y desde allí trasladadas en embarcaciones hasta el lugar donde se va a producir el repostaje de la narcolancha.
Captando a gente muy joven
Desde Huelva denuncian que las redes están captando a gente joven para que realicen las funciones más básicas de aprovisionamiento. «Se están aprovechando de ellos y están deteriorando el tejido social de la zona. Se les ofrece un dinero extra más el gasto que han realizado por el combustible. Un dinero que reciben sin riesgo alguno y que es muy tentador«, señala este portavoz de Jucil en Huelva.

Ese primer contacto es la puerta de entrada, denuncian desde Jucil, para que esos jóvenes acaben atrapados por las redes de narcotraficantes. «Por eso es importante que podamos actuar en tierra contra esta actividad de transporte de combustible». A día de hoy, está pendiente una reforma penal para castigar el aprovisionamiento de combustible a las narcolanchas. Pero mientras llega o no, los cuerpos policiales no tienen herramientas para frenar esta industria. Cuando interceptan un transporte en carretera pueden sancionar al conductor por infracciones administrativas como haber superado el límite autorizado para que un turismo transporte una mercancía peligrosa, pero poco más. Son denuncias que se traducen en multas económicas que rara vez se pagan.
Esa falta de consecuencias legales está favoreciendo la impunidad de unos petaqueros que se graban en plena acción y cuelgan sus vídeos en redes sociales emulando a narcos poco discretos. Unos peones de una suerte de industria auxiliar, la cual no está exenta de riesgos como quedó en evidencia hace unas semanas en Isla Cristina cuando se produjo una peligrosa persecución que acabó con un capitán de la Guardia Civil herido.
JUCIL pide agilizar la aprobación de esta reforma legal, que ahora debe pasar al Congreso de los Diputados. «Este año volveremos a ver tristes cifras récord, si no se ponen soluciones encima de la mesa». En 2023 -últimas cifras oficiales- ya se avistaron un 48 % más de embarcaciones cargadas con petacas de gasolina.