sucesos
Carmelo, el narco discreto 'made in Ayamonte'
Este ayamontino que busca la Guardia Civil representa fielmente cómo opera el narco en la costa de Huelva: «No dan la nota como en Cádiz. Por eso son más escurridizos»
La Guardia Civil golpea a la banda de narcos de Huelva liderada por Carmelo Lapela
La lucha contra el narco se libra en la costa y el interior de Huelva
La Guardia Civil ha sido la culpable de ponerle nombre y el foco del interés mediático sobre un individuo de Ayamonte que hasta ahora se manejaba muy bien en la sombra. Hablamos de Carmelo 'Lapela', un narco de Ayamonte que lleva tiempo liderando uno de los grupos más activos que opera en la costa de Huelva; una zona hacia donde miran las grandes organizaciones para introducir sus cargamentos de droga debido a la presión policial que se ejerce en otros puntos como el litoral gaditano o Málaga. «¿Que han intervenido nueve toneladas de hachís? Eso es poco para lo que se mueve en esta parte de la península. Aquí la actividad está siendo muy intensa pero trasciende poco», señala una fuente de la lucha antidroga.
Y que no se hable mucho del narco en Huelva tienen buena parte de culpa los propios traficantes que han optado por alejarse del perfil extravagante y llamativo que tienen sus 'colegas' de Cádiz, donde las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado han llegado a desarrollar investigaciones de calado siguiendo los perfiles en redes sociales de los narcos, que hacían verdadera ostentación de un poder adquisitivo injustificable. No hay mejor ejemplo que los hermanos Castaña, que grababan hasta videoclips de reggaetón.
Esta semana, la Guardia Civil daba a conocer los detalles de un operativo que se ha desarrollado en varias provincias andaluzas con epicentro en la localidad onubense de Ayamonte. De allí es Carmelo, apodado Lapela porque tiene dinero (pelas), de 37 años, y que ha logrado ascender en el negocio de la droga hasta liderar un entramado que se había especializado en introducir la droga traída desde Marruecos y después ocultarla por una red potente de guarderías repartidas en varias provincias.
En esta última operación, a la Guardia Civil se les escapó Carmelo, que en estos momentos se encuentra en busca y captura. En estos casos, las sospechas siempre miran a Marruecos, que suele ser el escondite frecuente para los traficantes españoles. No han tenido la misma suerte otros integrantes de una organización que había escalado en este mundo gracias a una solvente capacidad financiera que les permitía disponer no sólo de numerosos sitios donde ocultar la droga sino también de vehículos para transportarla por carretera. Uno de sus camiones fue interceptado en Loja cuando se dirigía hacia Francia para introducir el hachís en el mercado europeo.
Carmelo, a pesar de tener 37 años, «es un histórico« en la costa ayamontina. Ha estado en el objetivo de los cuerpos policiales en operaciones anteriores y ha sido detenido en varias ocasiones pero no tiene ninguna condena de peso sobre sus espaldas. Ha sido hasta esta semana cuando el Instituto Armado le ponía nombre y subrayaba su condición de «conocido narcotraficante». Sin embargo, para este periódico, no ha sido fácil encontrar datos de este traficante escurridizo. No hay información sobre él en Internet más allá de la nota informativa que ofreció hace unos días la Guardia Civil.
Carmelo consta como administrador único de más de media docena de sociedades que los investigadores considera que son simples tapaderas para ocultar la fuente de sus ingresos. Varias de esas empresas se han constituido esta pasada primavera. La razón social de estas compañías van desde un cocedero de marisco hasta empresas vinculadas al sector del ocio e inmobiliario. Todas ellas tienen su sede social en un par de naves situadas en una zona estratégica de Isla Cristina, junto a los esteros y en una de las orillas del río Carreras, conectadas directamente con el mar. Desde el exterior de estas naves no se detecta actividad relacionada con el objeto social de estas empresas.
En su organización hay varios miembros de su familia que han caído detenidos en esta última operación. Esto puede ser una circunstancia que lleve al ayamontino a entregarse. La Benemérita ha decidido sacarlo del total anonimato en el que vivía hasta ahora de cara a la opinión pública, difudiendo su nombre de pila y su apodo porque en su entorno así es cómo se le conoce, más incluso que por sus apellidos. No es un movimiento caprichoso. Persigue reducir la impunidad en la que vive y que crece de manera preocupante en esta parte de la costa andaluza.