Huelva vive con intensidad el Viernes de Dolores, pórtico de su Semana Santa

La ciudad se echó a la calle para arropar en los barrios del Higueral y de las Colonias a las vírgenes del Prado y de los Dolores en la primera jornada de vísperas de la Semana Santa

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Nuestra Señora de los Dolores, rodeada de fieles ALBERTO DÍAZ

sergio borrero

Huelva estrenaba en Semana Santa su título de ciudad mariana y lo hacía en esta primera jornada de vísperas acompañando en su procesionar a dos imágenes de la Virgen María: la Virgen del Prado y la Virgen de los Dolores. Dos barrios lejanos al centro a los que la ciudad peregrinó para vivir con intensidad este inicio de la Semana Santa, sabedora quizás de que no serán muchas las jornadas que se salven de las inclemencias meteorológicas.

Hermandad del Prado

Unas inclemencia que no afectaron en nada a las salidas procesionales del Viernes de Dolores. Con el cielo cubierto entre las nubes y la calima que en la noche pasada llenó de polvo todas las calles de la ciudad y unas temperaturas bastante primaverales, la Semana Santa de Huelva comenzaba en el barrio del Higueral. Elegantes nazarenos color crema con el morrión de terciopelo azul cruzaban el dintel de la capilla de la Virgen del Prado para salir al encuentro de su titular, que aguardaba sobre su paso de palio en el interior de la carpa instalada en la cercana plaza de Fuentepiña. Las reducidas dimensiones del templo imposibilitan que la hermandad pueda realizar su salida desde el mismo.

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Las filas de nazarenos cada año más pobladas discurrían por la plaza contemplando el rostro de la imagen que realizara Rubén Fernández Parra mientras los primeros sones de la Banda de las Mercedes de Bollullos resonaban en el barrio. Una Banda de las Mercedes, de las más clásicas de nuestra Semana Santa, que se estrenaba tras el paso de la Virgen este año y lo hacía, tras entonar el himno, con los sones de la marcha dedicada a la Reina del Higueral.

Numeroso público se agolpaba para presenciar como la Virgen del Prado se ponía en la calle, portada por su cuadrilla de costaleros comandada por Fernando Melgar. Palmas y emoción en los rostros de los vecinos que, a los pocos metros de salir la imagen, escuchaban la primera saeta del año, cantada desde uno de los balcones de la plaza por un jovencísimo saetero. Las muestras de fervor se repitieron por todo el recorrido, sucediéndose las petalás en los últimos metros de recorrido antes de regresar de nuevo a la plaza de Fuentepiña.

La Hermandad del Prado estrenaba este año la nueva mesa de mayores dimensiones del paso, la definitiva del paso de palio que se encuentra ejecutando. Junto a ella se veía ampliada también la candelería, con varias piezas nuevas siguiendo el diseño de la que ya poseen que por la noche brindaba aun más luz a la Virgen del Prado en su Dolor. Una candelería en la que este año destacaban unas particulares flores de cera de estilo salomónico, completándose el exorno del paso con unos clásicos bouquets de claveles blancos y unas calas del mismo color en las numerosas violeteras que recorren todo el perímetro de las andas.

Virgen de los Dolores

Si en el barrio del Higueral todo se vive con la emoción de la novedad y la juventud de una hermandad, en el barrio de las Colonias el Viernes de Dolores se vive con la emoción de la tradición y la devoción de todo un barrio que se vuelca con su Señora. Es el día de la Virgen de los Dolores, devoción primitiva de esta zona de la ciudad onubense, titular del templo y germen fundacional de la actual Hermandad de la Lanzada.

Hasta las Colonias camina Huelva para encontrarse con la Virgen de los Dolores en una procesión que en nada se parece a lo que se vivirá en apenas cuatro días, el Martes Santo. El rigor de la Estación de Penitencia se convierte los Viernes de Dolores en fervor de todo un barrio que muestra su cariño a la Virgen en forma de vítores, petalás, ofrendas florales y rezoscantados por sevillanas. Así lo lleva haciendo desde mediado de los años 50 y así lo seguirá haciendo.

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La Virgen de los Dolores ofrecía una estampa de otros tiempos, vistiendo la saya roja con bordados de aplicación realizada por Contioso y luciendo las históricas mariquillas que durante tantos años portó en su pecho. Bajo su palio azul, aun en proceso de ejecución, exornado con rosas en el frontal, bouquets de claveles en los laterales y grandes esquinas de gladiolos, la Virgen de los Dolores salía a la calle ante la emoción de todos los congregados a las puertas del templo. Los sones de la Banda Municipal de Aznalcóllar recibían a la dolorosa para encarar el camino hacia la plaza que lleva su nombre, uno de los momentos claves de la jornada.

Allí la esperaba el Simpecado de la Concha Peregrina, como es tradición, para que sus hermanos rocieros cantaran la Salve. Precisamente, el presidente de la Hermandad de Emigrantes, José Francisco Garrido, acompañó junto a la alcaldesa de Huelva, Pilar Miranda; y al hermano mayor de la Esperanza, José Manuel Mora a la Hermandad de la Lanzada en la presidencia durante los primeros compases de la tarde. Tras abandonar una abarrotada plaza de los Dolores, en el corazón de las Colonias, su siguiente parada sería en la residencia de ancianos de las Hermanas de la Cruz. Allí fueron recibidas por las hermanas, que dedicaron sus rezos a la Virgen y disfrutaron de los sones de la saeta cantada a los pies de la Virgen.

Continuaba la procesión bajo una noche ya cerrada camino de la Comandancia de la Guardia Civil. La Virgen de los Dolores caminaba de un extremo a otro del barrio, arropada por su gente para vivir otro de los enclaves destacados de la procesión.

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