SEMANA SANTA
El Nazareno reconquista el alba
La Hermandad del Nazareno volvió a procesionar por las calles de Huelva en la noche más larga, la del Jueves Santo, para reconquistar la Madrugá y el alba. Nuestro Padre Jesús Nazareno y María Santísima de la Amargura se reencontraron paso a paso con sus fieles más devotos, que perdieron el sueño para encontrarlo encantados de la vida.
Los nazarenos morados a las cuatro de la mañana son un color de buen augurio. La ilusión contenida iba siendo presa de la desesperación estos años, pero el pulso echado con el corazón siempre tiene el mismo resultado. Las puertas de la Concepción saludaban a la luna llena en una noche sin frío ni calor, pero con la expectación de punta al ambos lados de la frontera de la piel. La espera ya había parecido, por un instante, corta, y el momento presente lo llenaba todo. La ocasión perfecta para que la tradición liquidara a la ausencia se recreaba con sencilla belleza.
Silencios y murmullos en torno al templo, miradas sin pestañeos y el alma abierta para recibir tanto, tanto. Anteponiendo pasos a los pasos, la Hermandad del Nazareno emergió para reconquistar la Madrugá, para hacerse presente en la noche más larga y abrazar la luz del alma con mística devoción junto a sus fieles más devotos. Y fueron muchos, muchísimos, pues no se cabía en la Placeta. Las ganas eran palpables, era puro hambre espiritual.
Y como respuesta el pan de la mirada fija en el rostro sufrido y sereno, aprisionado por la corona de espinas. Parece bailar la túnica bajo la quietud de la Cruz, que ejerce su contundente yugo. Las manos partidas del cirineo son una sombra fiel para el calvario señorial por las calles más señeras de Huelva. Por ellas despiertan latidos los sones de la Banda de Cornetas y Tambores Jesús Nazareno, rumor que levanta pasiones en la multitud.
Y más atrás, a la orilla de la Concepción, la distancia con su hijo tiene sabor y semblante de Amargura. La Banda de Música Virgen de las Mercedes pone acento al color de su paso de palio, a la trémula luz de sus candelería, a la respiración de sus flores.
La entrada en carrera oficial partió la noche en dos. El momento de conciencia en el que es plena la realidad de que el Nazareno vuelve a estar en la calle como si no se hubiera ido nunca y el pellizco que recuerda que hay que disfrutarlo, porque lentamente se irá yendo de nuevo. Las horas pasan rápidas en el callejeo íntimo por Esperanza Coronada, Plaza Coto Mora, Virgen de la Amargura, Jesús del Calvario, Plaza XII de Octubre... y parecen atemperarse al encuentro con la calle de su nombre, Jesús Nazareno.
Es ahí, en el balcón del Comercial, donde las saetas detienen el tiempo y reclaman emoción, donde la voz es el rezo más sublime y el oído es más creyente. El mensaje cala, palabra a palabra, quejío a quejío. Toda la Huelva cofrade sonreía satisfecha, con ese puntino de pena de que la noche más larga solo es una, pero con la confianza en que la cadena siempre será infinita y cualquier paréntesis más breve.