Psicosalud

La socialización en adolescentes

Dentro del desarrollo social al que se enfrenta el ser humano, la adolescencia es considerada como una de las etapas más difíciles por ser el periodo vital donde tienen lugar grandes cambios y transformaciones personales.

La socialización en adolescentes

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La complejidad de esta etapa es uno de los motivos por los cuales se convierte en el principal foco de interés para muchos investigadores. Los que estudian el comportamiento de los adolescentes están muy interesados en conocer cómo las relaciones del contexto familiar influyen sobre el desarrollo social del hijo adolescente.

Según Musitu y Allat, la socialización es un proceso por medio del cual se aprenden una serie de conocimientos, actitudes, valores, aspectos culturales, costumbres, necesidades y sentimientos que marcarán de manera estable las pautas de adaptación a un comportamiento social considerado correcto. La tarea de socializar es algo complejo que requiere años de aprendizaje, y que comienza muy probablemente desde el nacimiento.

Aunque en la vida de un adolescente son varios los agentes que influyen en su proceso de socialización, parece demostrado que es la familia la principal responsable de esta labor. Es reconocido, al menos por el momento, que cuando se dan casos de conducta antisocial, las causas que provocan dicho problema de adaptación son diversas y podemos afirmar que nunca es debido a una sola razón. Ahora bien, al mismo tiempo parece cada vez más evidente que es en la familia donde recae el principal peso a la hora de llevar a cabo la socialización de los hijos.

El papel crucial que desempeña el contexto familiar en el proceso de socialización de los hijos se debe a que, como indica Rodríguez, es en el hogar donde aprendemos a interiorizar las primeras normas, valores y modelos de comportamiento. Por supuesto, son muchas las variables familiares que influyen en el desarrollo psicosocial de los hijos, pero en este artículo vamos a hablar de los estilos educativos utilizados en el estudio de Comino y Raya del año 2014.

Estos investigadores diferencian entre cuatro estilos parentales a la hora de educar: autoritario, democrático, permisivo e indiferente. Los definimos así:

- Autoritario: se aprecia una alta rigidez debido al gran control y las exigencias de los padres hacia los hijos; al mismo tiempo, se observa escasez de afecto y comunicación. Los padres no explican los motivos de sus comportamientos, sino que imponen unas normas concretas dentro de la familia sin aceptar ningún tipo de cuestionamiento ni contar con la opinión del hijo. La obediencia es percibida como una virtud y el castigo se utiliza como la principal medida para modificar el comportamiento de los hijos.

- Democrático: su característica principal es el alto nivel de afecto y comunicación, así como la existencia de control y cierto grado de exigencia que caracterizan las relaciones familiares entre padres e hijos. Hacen especial uso del diálogo con el fin de que los hijos comprendan el por qué de sus acciones y comportamientos, llegando incluso a negociar las normas a cumplir dentro del hogar. Los padres tratan de guiar la conducta del niño por medio del respeto y reconocimiento mutuos, mostrando interés por las necesidades de los hijos al mismo tiempo que se pide el cumplimiento de los límites impuestos.

- Permisivo: muestra altos niveles de afecto y comunicación, así como muy bajos en cuanto a control y exigencias. Estos padres defienden la completa liberación del niño y no sienten la necesidad de establecer normas de ningún tipo. Podríamos describirlo como un estilo educativo donde hay ausencia de límites con respecto a todo lo que les rodea, incluyendo también aquí el trato que se les da a las demás personas. Se caracterizan por llevar a cabo una crianza sobreprotectora.

- Indiferente: se dan bajas dimensiones de afecto y comunicación así como una escasez de control y exigencias. Los padres, a lo largo de su tarea educativa, se caracterizan por no establecer normas, ni mostrar interés por las necesidades de los hijos. Es decir, son padres que se muestran completamente pasivos ante el comportamiento del niño, ya sea éste positivo o negativo.

Tras estas definiciones, me parece fundamental aclarar que en ningún caso podemos afirmar que los estilos sean puros; es decir, que nadie es absolutamente autoritario siempre y en todo momento, igual que no se puede ser democrático ni permisivo ni indiferente absolutamente siempre. Cada persona, aunque mantenga una línea más o menos estable según el caso, no se comporta en cada situación de forma idéntica. Del mismo modo, debemos tener en cuenta que en todas las familias que se entrevistaron había tanto un padre como una madre, y cada miembro de la pareja, a su vez, tiene su propio estilo educativo basado en sus experiencias, su personalidad, sus aprendizajes y un largo etcétera.

Dejando esto claro, pues, podemos pasar a comentar las conclusiones que se obtuvieron en este estudio del año 2014, acorde con lo que hasta ahora sabíamos:

En la mayoría de los casos se observó que tanto los padres como las madres se decantaban por utilizar más el estilo democrático. El siguiente más usado era el autoritario seguido del permisivo. El indiferente era el menos usado con mucha diferencia.

- Se comprobó que, a medida que los padres y madres tenían más nivel de formación y estudios, presentaban menor tendencia a utilizar el estilo autoritario.

- El modelo de crianza materno y el modelo de crianza paterno actúan de manera independiente en los hijos, y tienen efectos distintos sobre ellos.

- El estilo autoritario puede provocar graves consecuencias en la personalidad de los hijos al crear a personas sin autonomía ni creatividad. Parece ser que este estilo educativo presenta efectos negativos en el desarrollo social del adolescente al generarle una baja autoestima y bajo autocontrol, un concepto negativo de sí mismo, un sentimiento de desconfianza a la hora de enfrentar situaciones novedosas, una baja conducta prosocial y pobres relaciones sociales, así como puede aumentarle la posibilidad de manifestar conductas agresivas.

- En cuanto al estilo democrático, parece generar en el adolescente una mayor autonomía e iniciativa personal y enriquece su capacidad de tomar decisiones y enfrentarse a los problemas de la vida diaria. Estos adolescentes se perciben con mayor confianza en sí mismos y tienen menor tendencia a manifestar problemas de conducta. Por tanto, en líneas generales, podemos afirmar que el estilo democrático presenta una alta eficacia para el desarrollo óptimo del adolescente.

- El estilo al que hemos llamado permisivo, según se evidencia, favorece el desarrollo de hijos dependientes con dificultades para enfrentar nuevas situaciones del día a día. Conlleva, además, una deficiente competencia social, así como hijos inmaduros con trabas en sus relaciones personales, con bajo autocontrol y con una escasa motivación.

- El estilo indiferente, por su parte,  hace que los adolescentes tengan sentimientos de inestabilidad, problemas de identidad personal y unas insuficientes competencias sociales. Asimismo, presentan un pobre concepto de sí mismos, baja autoestima e importantes carencias afectivas que pueden ocasionar la necesidad de estos chicos de buscar afecto en otros lugares por miedo al abandono. Estos adolescentes, según se ha visto, suelen engañar con facilidad, mostrarse desconfiados con los demás y tener un carácter vulnerable, testarudo e impulsivo, lo que facilita la aparición de conductas agresivas y los conflictos.

- Por último, se confirmó que, a pesar de que en el proceso de socialización pueden influir multitud de factores (como el contexto escolar, los amigos, el barrio donde se viva…), la predicción que la familia tiene con respecto al ajuste social de los adolescentes es considerable.

Siendo así, considero fundamental para el óptimo desarrollo de nuestros hijos (los adultos del mañana) que sigamos ahondando en esta línea de estudio para poder ofrecer a las familias las herramientas y habilidades necesarias que eviten los desajustes psicosociales de nuestros niños y adolescentes. Parece innegable que unos niños y adolescentes con buenas habilidades sociales llegarán a ser hombres y mujeres saludables y felices, con todo lo positivo que ello conlleva para nuestra sociedad.

La complejidad de esta etapa es uno de los motivos por los cuales se convierte en el principal foco de interés para muchos investigadores. Los que estudian el comportamiento de los adolescentes están muy interesados en conocer cómo las relaciones del contexto familiar influyen sobre el desarrollo social del hijo adolescente. Según Musitu y Allat, la socialización es un proceso por medio del cual se aprenden una serie de conocimientos, actitudes, valores, aspectos culturales, costumbres, necesidades y sentimientos que marcarán de manera estable las pautas de adaptación a un comportamiento social considerado correcto. La tarea de socializar es algo complejo que requiere años de aprendizaje, y que comienza muy probablemente desde el nacimiento. Aunque en la vida de un adolescente son varios los agentes que influyen en su proceso de socialización, parece demostrado que es la familia la principal responsable de esta labor. Es reconocido, al menos por el momento, que cuando se dan casos de conducta antisocial, las causas que provocan dicho problema de adaptación son diversas y podemos afirmar que nunca es debido a una sola razón. Ahora bien, al mismo tiempo parece cada vez más evidente que es en la familia donde recae el principal peso a la hora de llevar a cabo la socialización de los hijos. El papel crucial que desempeña el contexto familiar en el proceso de socialización de los hijos se debe a que, como indica Rodríguez, es en el hogar donde aprendemos a interiorizar las primeras normas, valores y modelos de comportamiento. Por supuesto, son muchas las variables familiares que influyen en el desarrollo psicosocial de los hijos, pero en este artículo vamos a hablar de los estilos educativos utilizados en el estudio de Comino y Raya del año 2014. Estos investigadores diferencian entre cuatro estilos parentales a la hora de educar: autoritario, democrático, permisivo e indiferente. Los definimos así: - Autoritario: se aprecia una alta rigidez debido al gran control y las exigencias de los padres hacia los hijos; al mismo tiempo, se observa escasez de afecto y comunicación. Los padres no explican los motivos de sus comportamientos, sino que imponen unas normas concretas dentro de la familia sin aceptar ningún tipo de cuestionamiento ni contar con la opinión del hijo. La obediencia es percibida como una virtud y el castigo se utiliza como la principal medida para modificar el comportamiento de los hijos. - Democrático: su característica principal es el alto nivel de afecto y comunicación, así como la existencia de control y cierto grado de exigencia que caracterizan las relaciones familiares entre padres e hijos. Hacen especial uso del diálogo con el fin de que los hijos comprendan el por qué de sus acciones y comportamientos, llegando incluso a negociar las normas a cumplir dentro del hogar. Los padres tratan de guiar la conducta del niño por medio del respeto y reconocimiento mutuos, mostrando interés por las necesidades de los hijos al mismo tiempo que se pide el cumplimiento de los límites impuestos. - Permisivo: muestra altos niveles de afecto y comunicación, así como muy bajos en cuanto a control y exigencias. Estos padres defienden la completa liberación del niño y no sienten la necesidad de establecer normas de ningún tipo. Podríamos describirlo como un estilo educativo donde hay ausencia de límites con respecto a todo lo que les rodea, incluyendo también aquí el trato que se les da a las demás personas. Se caracterizan por llevar a cabo una crianza sobreprotectora. - Indiferente: se dan bajas dimensiones de afecto y comunicación así como una escasez de control y exigencias. Los padres, a lo largo de su tarea educativa, se caracterizan por no establecer normas, ni mostrar interés por las necesidades de los hijos. Es decir, son padres que se muestran completamente pasivos ante el comportamiento del niño, ya sea éste positivo o negativo. Tras estas definiciones, me parece fundamental aclarar que en ningún caso podemos afirmar que los estilos sean puros; es decir, que nadie es absolutamente autoritario siempre y en todo momento, igual que no se puede ser democrático ni permisivo ni indiferente absolutamente siempre. Cada persona, aunque mantenga una línea más o menos estable según el caso, no se comporta en cada situación de forma idéntica. Del mismo modo, debemos tener en cuenta que en todas las familias que se entrevistaron había tanto un padre como una madre, y cada miembro de la pareja, a su vez, tiene su propio estilo educativo basado en sus experiencias, su personalidad, sus aprendizajes y un largo etcétera. Dejando esto claro, pues, podemos pasar a comentar las conclusiones que se obtuvieron en este estudio del año 2014, acorde con lo que hasta ahora sabíamos: En la mayoría de los casos se observó que tanto los padres como las madres se decantaban por utilizar más el estilo democrático. El siguiente más usado era el autoritario seguido del permisivo. El indiferente era el menos usado con mucha diferencia. - Se comprobó que, a medida que los padres y madres tenían más nivel de formación y estudios, presentaban menor tendencia a utilizar el estilo autoritario. - El modelo de crianza materno y el modelo de crianza paterno actúan de manera independiente en los hijos, y tienen efectos distintos sobre ellos. - El estilo autoritario puede provocar graves consecuencias en la personalidad de los hijos al crear a personas sin autonomía ni creatividad. Parece ser que este estilo educativo presenta efectos negativos en el desarrollo social del adolescente al generarle una baja autoestima y bajo autocontrol, un concepto negativo de sí mismo, un sentimiento de desconfianza a la hora de enfrentar situaciones novedosas, una baja conducta prosocial y pobres relaciones sociales, así como puede aumentarle la posibilidad de manifestar conductas agresivas. - En cuanto al estilo democrático, parece generar en el adolescente una mayor autonomía e iniciativa personal y enriquece su capacidad de tomar decisiones y enfrentarse a los problemas de la vida diaria. Estos adolescentes se perciben con mayor confianza en sí mismos y tienen menor tendencia a manifestar problemas de conducta. Por tanto, en líneas generales, podemos afirmar que el estilo democrático presenta una alta eficacia para el desarrollo óptimo del adolescente. - El estilo al que hemos llamado permisivo, según se evidencia, favorece el desarrollo de hijos dependientes con dificultades para enfrentar nuevas situaciones del día a día. Conlleva, además, una deficiente competencia social, así como hijos inmaduros con trabas en sus relaciones personales, con bajo autocontrol y con una escasa motivación. - El estilo indiferente, por su parte,  hace que los adolescentes tengan sentimientos de inestabilidad, problemas de identidad personal y unas insuficientes competencias sociales. Asimismo, presentan un pobre concepto de sí mismos, baja autoestima e importantes carencias afectivas que pueden ocasionar la necesidad de estos chicos de buscar afecto en otros lugares por miedo al abandono. Estos adolescentes, según se ha visto, suelen engañar con facilidad, mostrarse desconfiados con los demás y tener un carácter vulnerable, testarudo e impulsivo, lo que facilita la aparición de conductas agresivas y los conflictos. - Por último, se confirmó que, a pesar de que en el proceso de socialización pueden influir multitud de factores (como el contexto escolar, los amigos, el barrio donde se viva…), la predicción que la familia tiene con respecto al ajuste social de los adolescentes es considerable. Siendo así, considero fundamental para el óptimo desarrollo de nuestros hijos (los adultos del mañana) que sigamos ahondando en esta línea de estudio para poder ofrecer a las familias las herramientas y habilidades necesarias que eviten los desajustes psicosociales de nuestros niños y adolescentes. Parece innegable que unos niños y adolescentes con buenas habilidades sociales llegarán a ser hombres y mujeres saludables y felices, con todo lo positivo que ello conlleva para nuestra sociedad. Esperanza Gómez Harrierohola@esperanzaharriero.com@EGHarrierohttps://www.facebook.com/HarrieroPsicoterapiaswww.esperanzaharriero.com

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