MICRORRELATOS SOBRE COACHING
Y tú, ¿cómo abrirías la puerta hacia tus sueños?
Seis personas son reunidas en un pequeño habitáculo. No se conocen ni se les está permitido hablar entre ellas. Se entrecruzan miradas con interrogantes dibujados en los ojos. Una extraña mezcla de curiosidad, nerviosismo e inquietud. Saben que están allí para afrontar un reto pero desconocen a qué se tienen que enfrentar. Es esa antesala en la que dos poderosas emociones se contraponen entre sí: incertidumbre y motivación.


Tienen que entrar individualmente. Llega el momento. El primero de los asistentes es conducido a otra habitación, más extensa. Bien iluminada, con otra puerta al fondo de la estancia y una ventana desde la que sólo se ve el cielo, aquel día con un tono más oscuro que el azul con el que estaba pintada la sala.Una silla blanca y una mesa del mismo color en la que descansaban dos cajas cerradas.
El primer participante abre con cuidado la que está más cerca de él y encuentra la hoja de ruta de su misión en aquel lugar:
Tienes delante de ti una puerta cerrada. Tu reto es conseguir abrirla. Tómate el tiempo que necesites. Sólo puedes elegir un método para intentarlo. Es la puerta que te lleva a tus sueños. Tú decides si vas a llegar a ellos.
Abrió la segunda caja, algo más grande que la anterior. Allí, se encontró una herramientade la que podía valerse. El aspirante pensó rápido y creyó que con aquel utensilio podría abrir sin problemas la cerradura de la puerta. Probó, escuchó accionarse el mecanismo, pero no lo consiguió.
La segunda persona, tras seguir el mismo ritual, decide no utilizar la herramienta de la caja y decide probar con un bolígrafo que guardaba en un bolsillo y el broche del cinturón que llevaba puesto para intentar abrirla. Siempre se le había dado bien arreglar desperfectos y hacer pequeñas reparaciones. No tendría problema. Escuchó ruidos, parecía funcionar… Tampoco logró abrirla.
Tercer participante. “La herramienta que han dejado en la caja es una trampa” -pensó-. Cree que lo mejor será emplearse a fondo, recurrir a toda su fuerza y proyectarla sobre aquella puerta para que se abra… Y se lanzó sobre ella para hacerla ceder. A pesar de su fortaleza, la puerta no se movió. Nuevo intento fallido.

La quinta reacción fue bastante diferente. Decidió sentarse en la silla a esperar; creyó que alguien se alertaría y abriría la puerta para ir a su encuentro. Nadie apareció. Entonces, se dio la vuelta y salió por el mismo acceso desde el que llegó a la habitación, dejando atrás la puerta que llevaba hasta sus sueños sin ni siquiera intentarlo.
Finalmente llegó el último participante. Leyó la carta, vio las herramientas de la caja, miró a su alrededor y se encaminó a la puerta. La escudriñó detenidamente durante unos minutos. Puso su mano en el pomo y giró. La puerta se abrió sin más. No estaba cerrada…
Seis aspirantes tienen que abrir la puerta que les lleva hasta sus sueños y cada uno de ellos elige el método que cree que le ayudará a conseguirlo. Cada uno de nosotros, en base a nuestras creencias, decidimos y elegimos en la mayoría de los casos sin tan siquiera cuestionarnos aquello que se nos presenta como válido.
Aspirante 1: acepta la realidad, acepta el método. Este participante acepta las reglas del juego tal y como se le plantean: la puerta está cerrada y la puedo abrir con la herramienta que me han facilitado. Acepta la realidad exactamente como se la presentan y acepta las soluciones y guías de camino que le ofrecen sin plantearse otras alternativas (en vez de abrir la puerta, la cerró al utilizar la herramienta). Es la posición más cómoda, la más sencilla, la que requiere menos esfuerzo. Se permanece en una “zona de confort” sin que nada ni nadie la perturbe. No se arriesga, se minimiza la incertidumbre, pero tampoco se avanza.

Aspirante 3: acepta la realidad, cambia el métododejándose llevar por los impulsos. Muestra autoconfianza, acepta la realidad como se la presentan pero cambia la hoja de ruta con la seguridad de que si recurre a su fuerza -en este caso física- podrá vencer los obstáculos (empujar fuertemente la puerta). Esta aparente seguridad lleva a actuar sin valorar ni ponderar las opciones, hace que los impulsos actúen por nosotros y, a menudo, nos ocasionan más daño que beneficios. Los impulsos van de la mano de las emociones y éstas deben ser gestionadas para generar motivación pero siempre sobre objetivos factibles y que encajen con nosotros mismos.
Aspirante 4: acepta la realidad, cambia el métododejándose llevar por las expectativas. Elige cuestionar el método y genera una expectativa (que alguien esté al otro lado de la puerta) a la que vincula la solución a su problema.

Por muchas razones y argumentos que se puedan ofrecer (hablando como si alguien estuviera escuchando para intentar convencerlo de que abra), se malgastan los esfuerzos si se crea una realidad que no es tal, si se pone el centro de atención en algo sobre lo que no tenemos seguridad y que no depende de nosotros. Ese esfuerzo -sacando lo mejor de ti-para alcanzar tus sueños genera una frustración difícil de controlar. El método puede ser el correcto pero hay que ajustar las expectativas y valorar las opciones realesque tenemos basándolas en ese ser único que existe en cada uno de nosotros. Nuestra esencia es nuestra diferencia y de ella nacen nuestros sueños.
Aspirante 5: acepta la realidad, no sigue ningún método. Espera a que los demás actúen. El peor método es aquel que no existe; la peor elección es aquella que no se hace. Este aspirante opta por dejar la solución a los demás. Baja los brazos; pone su destino en otras manos porque así se evita elegir, decidir, sufrir. Elude los retos (sale de la habitación) y no se enfrenta a los problemas. Pero el hecho de no afrontarlas dificultades no las elimina; simplemente te aísla y te empequeñece. Te vuelves dependiente y evitas enfrentarte a los retos (y a ti mismo) para no generar tensiones. Pero estas decisiones provocan justamente lo contrario: incrementan nuestro malestar porque estamos eludiendo nuestras responsabilidades.
Aspirante 6: cuestiona la realidad, las creencias, aquello que se presenta como válido. La premisa inicial es no dar por real y cierto aquello que se nos presenta como tal. Las creencias y valores predeterminados (socialmente, en el ámbito laboral, cultural, familiar) nos limitan y nos condicionan. El aspirante directamente cuestionó la realidad: ¿está realmente la puerta cerrada? No lo estaba… Muchas de las limitaciones las alimentamos nosotros mismos; aquello que nos frena está habitualmente en nuestra propia mente. Tenemos patrones inculcados y definidos los pasos a seguir según las normas “socialmente aceptadas”. Nos encadenamos a creencias, opiniones, modos de vida sin cuestionarnos si realmente son válidos para nosotros. Se trata de desprendernos de las cadenas a las que nosotros mismos nos atamos y que a menudo nos alejan de nuestros sueños, de lo que queremos ser en realidad. A veces, la diferencia, es tan sólo cuestionar y replantear un nuevo universo de valores.

