CONFIDENCIAL

Capirotazos: 'Gol' de Pasión en San Pedro

Ha sido el momentazo de un Martes Santo frustrado por la lluvia, una reacción espontánea de efusividad que ya es historia de la Semana Santa de Huelva

Capirotazos: Un Lunes Santo como si no hubiera otro

Dos hermanas de Pasión, emocionadas tras anunciarse que la cofradía salía alberto díaz

Pasaban las 20.30 horas de la noche en Huelva y un estruendo hizo temblar el centro de la capital onubense. No era un trueno de la triste lluvia que arruinó la mayor parte del Martes Santo ni tampoco un terremoto. O sí. Fue un seísmo de júbilo y alegría, una reacción espontánea colectiva que se elevó con potencia desde el interior de la parroquia mayor de San Pedro como una única voz apuntando al cielo.

Esa voz era la de los hermanos de Pasión. Su salida estaba prevista a las 19.15 horas, se pidió una hora de moratoria y los minutos se hacían eternos en la angustiosa espera de una decisión que todo el mundo creía saber pero no quería oír. Se mascaba que no saldrían. Se escuchaba la lluvia tras los gruesos muros del templo más antiguo de Huelva, llegaban noticias de que Estudiantes regresaba a la iglesia de San Sebastián y La Sagrada Lanzada se daba la vuelta con Las Colonias a medio recorrer para ingresar de nuevo en la parroquia de Nuestra Señora de los Dolores. También decidía el regreso la hermandad de la Salud a Pérez Cubillas desde su refugio en la capilla de Nuestra Señora de la Esperanza.

En esa agonía el destinó giro radicalmente y los rostros de preocupación, de pena, se tornaron de felicidad entregada de golpe. Ese grito fue como un gol del Recre al final de un partido, de esos que valen un ascenso por lo menos. Como el derechazo de Andrés Iniesta en el Mundial de Sudáfrica 2010. Ese grito era como el que daríamos cualquiera si nos toca la lotería o el cupón. Fue todo eso y mucho más porque lo que sienten los cofrades en sus días señalados, en los momentos cumbre, es algo de una dimensión indescriptible. Después de tanta pena, ese chute de energía fue un contrapeso tremendo al Martes Santo, un momentazo que ya es historia de la Semana Santa onubense. Para los más puristas podría considerarse una incorrección, una salida de tono, una falta de compostura… pero cuando los sentimientos salen de un modo tan natural, poco puede reprocharse.

La lluvia, el corazón y la cabeza

La Huelva cofrade siempre sueña con una jornada de sol, pero cuando hay amenaza de lluvia muchos prefieren que caiga agua de verdad para que no haya dudas ni lamentos.

Cuando en los pronósticos meteorológicos se contemplan horas de lluvia y otras de sol, acertar parece casi un milagro. Las juntas de gobierno de las hermandades se encuentran en estos casos ante una decisión muy difícil. Sin duda, está el deseo colectivo de poner la cofradía en la calle y que toda la ilusión y el trabajo puesto en este acto público no se quede en un sueño frustrado. Por otro lado está la prudencia de no exponer a los daños de la lluvia a los sagrados titulares, sus enseres y también a los hermanos, especialmente los niños.

Los tópicos, que algo de verdad tienen siempre, tildan lo mismo de valiente la decisión de seguir adelante que de responsable y madura la opción de no procesionar.

Interior de la iglesia de San Sebastián, con los titulares de Estudiantes Alberto Díaz

Que se lo digan a los hermanos mayores de las cofradías de este Martes Santo. Sus rostros lo decían todo. Les pesaba la responsabilidad, la pena y hasta cierta angustia. Todo el mundo sabe que todo fue con la mejor voluntad posible y que es tremendamente difícil acertar. El hermano mayor de Estudiantes, en un acto que le honra, pedía disculpas a sus hermanos, desesperanzado por el hecho de que los modelos meteorológicos que tenían no se correspondieron con la realidad.

A toro pasado se pueden analizar muchas cosas y la panorámica de este Martes Santo que ya se prometía inestable ha sido hasta cierto punto caótico. Se ha guardado la compostura y la puesta en escena en la calle tuvo rigor y seriedad, pero la incertidumbre y el agua pudo con todo.

La Hermandad de la Salud tuvo que cobijarse en la capilla de La Esperanza, Estudiantes salió y regresó y La Lanzada esperó 45 minutos para salir y acabó volviendo también. Pasión, con la ventaja de salir la última, también pidió la moratoria y pudo salir

En definitiva, la lluvia pone a prueba el corazón y la cabeza y como humanos, se puede fallar con ambos. Mucho ánimo a las hermandades y ojalá nunca más tengan que pasar por esto, aunque sabemos que, lamentablemente, puede volver a pasar.

Cámaras no, gracias

La Hermandad de la Sagrada Lanzada informó un día antes de su frustrada salida procesional a través de sus redes sociales que no iba a permitir el acceso a medios de comunicación durante la tarde del Martes Santo en la Parroquia de Nuestra Señora de los Dolores. Con ello, aseguraba, quería preservar el anonimato de los hermanos que participan en la estación de penitencia y facilitar la organización interna de la cofradía. Desde la perspectiva de las hermandades, la participación en las procesiones de Semana Santa, especialmente para muchos penitentes, es una experiencia profundamente personal, por lo que es perfectamente comprensible que desde la junta gobierno se adopte esta decisión para evitar que la presencia de profesionales de la prensa (se refiere a cámaras, aunque la hermandad prefiera no especificarlo) moleste a los hermanos más sensibles.

Ambiente de una cofradía onubense momentos antes de su salida H.Corpa

Los medios de comunicación, tampoco debemos olvidarlo, desempeñan un papel crucial en la difusión de un acontecimiento tan relevante y de tanto arraigo cultural como las procesiones de Semana Santa. Restringir el acceso a los periodistas a estos eventos, como todos sabemos, supone limitar el ejercicio de su profesión y el derecho de la ciudadanía a estar informada, especialmente cuando hay muchas personas que por unas razones u otras –onubenses viviendo en el extranjero, por ejemplo– no tienen otra forma de acercarse a las cofradías si no es a través de la radio, la televisión o Internet. También hay que tener en cuenta que en un mundo cada vez más conectado, donde prima la imagen, la inmediatez de la información y en el que todos llevamos una cámara en el bolsillo, el equilibrio entre la preservación de la tradición, el respeto a la privacidad y el derecho a informar se vuelve bastante complicado.

Y no debemos centrarnos en el caso de La Lanzada, ya que este conflicto existe desde hace años. La novedad es que cofradías que antes aceptaban a los profesionales de la información dentro del templo ahora prefieren tenerlos de puertas afuera. El argumento clave –la privacidad de los penitentes– lo han tenido siempre y otras hermandades lo han hecho valer tradicionalmente, especialmente las de silencio. Como en tantos otros asuntos, el sentido común –y la educación– deberían imponerse, al igual que el respeto: el que las hermandades deberían tener al trabajo de los profesionales de la información y el que estos deben a las cofradías, por ejemplo, comprometiéndose a que no se tomen imágenes de nazarenos sin capirote, si así se establece. Prohibir, desde luego, debería ser el último recurso, sobre todo para aquellas cofradías que parecen haber descubierto anteayer el derecho a la privacidad que siempre han tenido sus hermanos.

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