CONFIDENCIAL

El runrún: El ladrón de El Corte Inglés

Aunque la expresión va enunciada en singular, se entiende que ningún caco tiene la exclusividad de hurtos, ni en el centro comercial que referimos ni en ningún otro establecimiento de Huelva.

El runrún: El ladrón de El Corte Inglés

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Lo que ocurre es que al protagonista de este runrún lo pillaron literalmente con las manos en la masa en el Corte Inglés y tuvo que responder ante un juzgado por haber intentado llevarse –sin pasar por caja– no sabemos qué producto (electrónico, textil o joya pueden ser algunas opciones) pero sí que el coste del mismo superaba los 120 euros. Al parecer, tuvo la pericia hasta de quitarle la alarma al botín del que pretendía apropiarse sin pagar, pero su destreza no le garantizó el éxito del robo: acabaron descubriéndolo y, en consecuencia, denunciándolo. Y, claro, si tuvo que rendir cuentas ante el juez, lo siguiente es que el juez le imponga un castigo al ladrón. Por el hurto valorado en 121,50 euros, al caco le han caído de condena 40 días de multa, con un pago fijado de seis euros al día, que en el supuesto de que pretenda escurrir el bulto se traduciría en 20 días de privación de libertad. No creemos le salga a cuenta. En todo caso, le va a salir caro el robo fallido porque además tendrá que hacerse cargo de las costas del juicio y hacer efectivo al Corte Inglés el abono de los 121,50 euros que cuestan el producto que se quiso llevar y que, de hecho, acabará siendo suyo. La sentencia concreta que, una vez que se haya verificado el pago, se entregará (al caco) el efecto robado. Lo dicho, lo que se hubiese ahorrado el ladrón que no quiso pagar y la justicia le obliga ahora a hacerlo. Lo que no sabemos es si hay lugar a una posible devolución, ahora que ya va a tener ticket de compra.  

El runrún: El ladrón de El Corte Inglés
El runrún: El ladrón de El Corte Inglés

Otra plaza para los Pereda. Dos semanas después de dar el último adiós al empresario y ganadero José Luis Pereda, hoy hemos conocido que su hijo sigue honrando su memoria del modo en que le hubiera gustado al precursor de la saga: incrementando el patrimonio taurino de la empresa, en este caso comprando la Plaza de Toros de Mérida. No será necesario reconstruirla, como tuvo que hacer su padre en los años ochenta con el coso de La Merced, pero sí tienen como objetivo inmediato llenarla de contenido, no sólo realzando la feria taurina de la localidad, sino diversificando las actividades que en ella se desarrollen, la única forma de rentabilizar el desembolso. Para ello, por ejemplo, prevén dar un nuevo impulso al mercado gastronómico que ocupa la planta baja. Hablamos de una plaza más que centenaria, ya que comenzó a construirse en 1902 por la Sociedad Taurina Extremadura y fue inaugurada el 5 de julio de 1914 por Tomás Alarcón ‘Mazzantinito’, Rodolfo Gaona y Franciso Posada. Como apunte histórico, durante la Guerra Civil se habilitó el coso taurino como parte del campo de concentración franquista ubicado en la localidad,​ que en total llegaría a albergar a 9.000 internos. Se cerró definitivamente como tal en octubre de 1939, ya terminada la guerra.

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