entrevista
Julia Muñoz, una de las mujeres más longevas de Andalucía, cumple 105 años en su Higuera de la Sierra natal
Nacida en 1918, la higuereña ha sido la mayor de ocho hermanos y se ha dedicado profesionalmente a la costura
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Aunque vive en Sevilla, Julia siempre vuelve a su pueblo en fechas especiales. Por eso estos días se encuentra en Higuera de la Sierra, donde pasará la Navidad junto a sus dos hermanas. Las bajas temperaturas de estos días la tienen «algo pachucha», como ella misma relata, pero la higuereña mantiene intacta su vitalidad y nos atiende amablemente por teléfono.
Julia Muñoz Robledo es natural de Higuera de la Sierra, al norte de la provincia de Huelva. Allí nació en 1918 y allí ha cumplido 105 años esta misma semana en compañía de sus seres queridos. Una cifra que la ha convertido en la segunda mujer más longeva de Huelva, por detrás de la iliplense Rafaela Vizcaíno Beltrán (106), y en una de las pocas centenarias de Andalucía.
Dos guerras mundiales, una civil, una dictadura e incluso una pandemia son algunos de los acontecimientos históricos que Julia ha presenciado en sus más de cien años de edad. Como la mayor de ocho hermanos, la higuereña los ha visto crecer, pero también despedirse. Hoy, además de ella, viven otros tres, con 97, 90 y 89 años.
Esta semi supercentenaria onubense -término con el que se conoce a las personas mayores de 105 años- comparte aniversario con uno de los símbolos más representativos de su tierra, la Cabalgata de Reyes de Higuera de la Sierra, que tiene su origen en 1918.
Sobre su pueblo, Julia confiesa que "me gusta todo, pero sobre todo la iglesia, que parece una catedral, es preciosa". Su buen estado de salud y su admirable jovialidad le permiten salir a pasear casi a diario por un parque próximo a su casa de Sevilla. Sin embargo, en el pueblo, las calles empedradas se lo ponen algo más difícil, por lo que pasa los días en el hogar junto a su familia.
Tampoco le falla la memoria, por la que navega para recordar acontecimientos como la visita del rey Alfonso XIII a la Gruta de las Maravillas de Aracena cuando era pequeña; o los numerosos viajes que ha emprendido con su grupo de amigos de la tercera edad. "Tengo muy buenos recuerdos de muchos sitios, lo he pasado muy bien", relata, justo antes de rememorar una anécdota durante una excursión al país vecino: "En Cascais, una vez nos quedamos sin sitio para dormir y pasamos la noche en un castillo, qué mal lo pasamos... y eso que nos costó un dineral", bromea.
La costura como oficio
Julia comenzó sus estudios en el instituto de Aracena. Unos años más tarde, el cierre del centro impidió que culminara su formación. Fue entonces cuando, a pesar de que su familia regentaba una panadería en el pueblo, decidió buscar su propio oficio: la costura.
Aprendió corte y confección y su destreza con los hilos y alfileres le ha permitido dedicarse toda una vida a la artesanía textil. "He cosido para todo el pueblo", asegura con satisfacción. Lo hacía para distintas tiendas y familias, tanto higuereñas como sevillanas, ya que ha vivido entre el barrio de Triana y su localidad natal. Y aún hoy lo sigue haciendo, pues Julia, que reside sola en su casa de Sevilla, tiene suficiente autonomía para desplazarse en taxi entre ambos puntos.
Sin embargo, algo que sí echa de menos son sus ratos de costura. "Ahora se me está yendo la vista, es una pena porque no puedo coser, yo que tanto he cosido", lamenta la higuereña, que no puede evitar que la nostalgia tiña algunos de sus pensamientos.
Una mujer optimista e independiente
En una muestra de que el optimismo no es inversamente proporcional al número de años, Julia borra en pocas ocasiones la sonrisa de su rostro. La experiencia y sabiduría que otorga el tiempo le permiten hablar también de los aspectos menos agradables desde una perspectiva agradecida y amable.
En lo sentimental, la costurera recuerda con cariño sus dos matrimonios. Con 42 años dio el sí quiero por primera vez junto a un técnico cinematográfico, para posteriormente, con 63, volver a hacerlo con un torero retirado. No ha tenido hijos -aunque sí ahijados y nietastros- y se autodefine como una persona alegre y activa.
Aunque no cree en las fórmulas secretas para la longevidad, está convencida de que la comida del huerto de su padre y estar siempre activa han podido tener algo que ver en su caso. Su buen estado físico y psíquico es tal que cuando acude al centro de salud el personal sanitario se muestra incrédulo con su edad.
De los incalculables aprendizajes que extrae de estos 105 años, si tuviera que transmitir uno a los más jóvenes sería «que sean muy conscientes y aprovechen su talento», pero, lo más importante, el resumen de todo cuanto ha vivido: «Que hagan muchas cosas buenas y no malas». Gracias Julia por tus sabias palabras.
