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El pueblo de Huelva que tiene un castillo que te hará sentir como en la Alhambra de Granada: «Es una pasada»
Es uno de los municipios más antiguos de la provincia, cuya historia se remonta al Neolítico
Niebla, más cerca de conocer la planta primigenia de su iglesia de San Martín
Este es el pueblo de Huelva que posee un impresionante castillo y está rodeado por una muralla
"Es una pasada", "qué hermosura de lugar", "lo conozco y lo recomiendo". Son algunos de los comentarios que los usuarios de la red social TikTok han compartido en un vídeo subido por el perfil de ocio turístico My Holistic Holiday. En él se aprecian imágenes de los rincones más destacados de uno de los pueblos con más historia de la provincia: Niebla.
La localidad, rodeada por el río Tinto, presume de tener uno de los castillos más impresionantes de Andalucía, el Castillo de los Guzmanes. También de haber sido reino en un tiempo ya algo remoto. En su pasado prerromano, fue fundada por los turdetanos como Ilipula, nombre del que proviene su actual gentilicio "iliplense".
Es sin duda uno de los lugares con mayor patrimonio histórico de Huelva, donde llama la atención el estado de conservación de su recinto amurallado y del castillo, que sigue presidiendo la localidad desde su construcción en el siglo XV, fecha de la que data su actual planta.
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La fortaleza, de origen romano, conserva elementos del antiguo alcázar árabe y estuvo habitada hasta fechas no tan lejanas, siendo reformada por las distintas generaciones que pasaron por allí: visigodos, árabes y cristianos.
Actualmente el castillo es visitable. En su interior se han recreado varias salas tematizadas como la Cámara de la Condesa, la Armería o las Mazmorras, con dos niveles de subterráneos donde se exponen más de 30 instrumentos y máquinas de tortura.
Otra de las joyas de la localidad es la Iglesia de San Martín de Niebla, donde se está llevando a cabo una importante actividad arqueológica de excavación. Esta, que funcionaba como mezquita menor, fue concedida a los judíos de Niebla por Alfonso X como sinagoga, en la que después edificaron los cristianos la actual iglesia.
Hoy solo se conserva su ábside, que es del siglo XV, y la portada de los pies, que se conservó entera hasta el 1921. La Iglesia de San Martín fue declarada Monumento Histórico-Artístico en 1922.
Un poco de su historia
Los orígenes de la ciudad de Niebla se remontan al Neolítico, período del que quedan vestigios como el Dolmen de la Lobita. Sin embargo, su fundación se debe a los fenicios o los turdetanos, que utilizaron la palabra «Ilipula» como nombre de la ciudad. Aunque otros creen que la fundaron los celtíberos. Tras éstos, aparecen los cartagineses, siendo Niebla ya una ciudad estratégica y fortificada que contaba con su propio puerto para el comercio de metales.
Los romanos, al mando de Publio Cornelio Escipión, tras varios intentos y numerosas batallas, consiguieron apoderarse de «Ilipula». Niebla fue ciudad romana de gran importancia, pero en el período visigodo alcanzó un alto prestigio religioso y militar, ya que pasó a ser una de las once sedes episcopales de la Bética.
Sin embargo, los más de 500 años de período musulmán son los más interesantes de la historia de este municipio. Fue una ciudad de prestigio, conocida como Lebla Al- Hamra.
La ciudad alcanzó un alto grado de desarrollo, en el que, gracias a la tolerancia islámica, se mantuvo un buen grupo de cristianos que conservaron su fe y sus costumbres, así como las iglesias con sus obispos y cultos. La ciudad floreció y llegó a tener 40.000 habitantes.
En 1145, con la llegada de los almohades, que saquean la ciudad, se inició un nuevo período, que culminó con la batalla de las Navas de Tolosa en 1212, cuando el poder de los almohades decae.
En 1262 Niebla fue tomada por el rey Alfonso X el Sabio. El asedio duró nueve meses y medio, teniendo que rendirse por hambre. En el asedio estuvo el mismo Rey en persona, que concede a Niebla fuero Real como a Sevilla, al ser la primera ciudad que conquista. La conquista de Niebla es también un hito histórico porque es la primera vez que se usa la pólvora en España, como está recogido en las crónicas de Alfonso X el Sabio.