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Lola Lazo: «Educar en el conocimiento y la responsabilidad es el camino que conduce a la libertad»
Durante largos años el Archivo Municipal de Huelva fue, y sigue siendo, una guía fácil y abierta para una infinidad de investigadores gracias a la labor de su archivera
A la sombra callada de esta onubense que es pura memoria de su ciudad, de una Huelva a la que Lola Lazo sigue queriendo como se aman las cosas de la manera más duradera, desde el conocimiento
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Tiene a gala haber sido la primera funcionaria por oposición libre con titulación superior del Ayuntamiento de Huelva, donde esta licenciada en Geografía e Historia entró con una carrera recién terminada allá por 1978. Sus dos hermanas también estudiaron en la Universidad de Sevilla carreras superiores, así como sus hijas, que en la actualidad residen en Francia, donde encontraron trabajo y estabilidad; la una como filóloga francesa, especializada ahora en lengua y cultura española e hispanoamericana en el país vecino y la otra como doctora en biología marina. Ambas en Francia desde hace ya varios años, asentadas y con familia al otro lado de los Pirineos.
–Fuga de cerebros se suele llamar a casos como el de tus hijas. Son malos tiempos para una intelectual encontrar un medio de subsistencia donde se valoran más otros méritos distintos a los académicos para acceder a puestos de trabajo referidos a la cultura, al patrimonio y zarandajas por el estilo. ¿Cree usted que es un error educar a los hijos en el conocimiento y en la búsqueda de la libertad en lugar de algo tan cómodo y hasta divertido como pudiera ser enseñarles a tocar la pandereta?
–No entiendo otra forma de educar más que en el conocimiento y la responsabilidad, estos valores nos ofrecen la libertad. Y también en la práctica de otros como el respeto, la tolerancia, la honestidad, la compasión… lo que en definitiva interpreto
«Hay países en los que los jóvenes muy formados lo tienen mucho más fácil que aquí para organizar su vida de forma digna; desgraciadamente, España está perdiendo a gran parte de una generación extraordinaria»
como los valores cristianos que me inculcaron en casa mis padres. Si eso no está de moda, ya llego tarde. Pero sí, hay países en los que los jóvenes muy formados lo tienen mucho más fácil que aquí para organizar su vida de forma digna, y lo estamos pagando de forma subsidiaria la generación anterior; desgraciadamente, España está perdiendo a gran parte de una generación extraordinaria, y eso supone, claro, un desgarro no solo personal, también colectivo. Pero nunca las imaginé tocando la pandereta, la verdad. Pero a lo hecho, pecho. No me arrepiento.
–Me hablas de tus padres. A don Ernesto Lazo, un hombre muy querido, honesto y ejemplar en su trabajo, tuve la suerte de conocerle y le recuerdo con sumo cariño. Su libro 'Mi Huelva tenía una ría', publicado tras constatarse que el Polo había cambiado a la ciudad inexorablemente, fue algo más que la nostalgia de un tiempo perdido, anunciaba la nueva ciudad en la que ahora vivimos.
–Mi padre fue un hombre extraordinario. Un trabajador incansable, lector empedernido, escritor en sus ratos libres, que eran pocos, gran deportista, conciliador, y por encima de todas esas cosas, un ser humano intachable. Amó a Huelva con locura, y escribió ese libro y el siguiente, «Playas de Terciopelo», como testimonio de unos años que fueron duros para todos, y que se salvaron con esfuerzo, con mucho trabajo, y en su caso, además, con la alegría y el optimismo que siempre le caracterizaron. Pienso que, en líneas generales, disfrutaría viendo la Huelva de hoy.
Sus padres debieron ser piezas fundamentales en la formación no sólo académica, sino moral de todas las hermanas Lazo.
–Fueron unos adelantados a su época. Ambos nos inculcaron el valor del estudio, de la cultura, de la independencia, todo ello propiciado por un ambiente de diálogo, y comprensión. Tener una biblioteca con todos los clásicos a mano, y toda la mejor literatura del siglo XX, ver pasar por casa a pintores como Guevara, Pilar Barroso, Mateo Orduña, escritores como Rafael Manzano, escuchar los relatos de sus tertulias con Adriano del Valle, con Jesús Arcensio, oírle hablar con veneración de su profesora de Literatura, Ángela Figuera, una de las grandes poetas de la Generación del 27, sus lecturas de Machado, de Miguel Hernández (le recuerdo recitando »te me mueres de casta y de sencilla…»).… fue para nosotras un privilegio. Aunque las tres somos hembras, pienso que nuestra educación fue muy similar a la que le hubieran dado a un varón… ¡y en esos años, eso tiene mucho mérito!
En la actualidad estás trabajando en dos figuras esenciales para conocer la Huelva de hoy, dos arquitectos que quisieron realizar sobre el plano, pero también desde el corazón, los primeros trazos que definieron lo que es hoy, tantos años después, nuestra ciudad.
–Desde hace muchos años investigo sobre la obra y la figura del arquitecto Alejandro Herrero Ayllón, 'don Alejandro', pues me parece una figura fascinante y todavía desconocida. No solo en la capital, en la provincia es incontable el número de viviendas protegidas que proyectó y ejecutó, con el mismo esmero e
«Alejandro Herrero Ayllón me parece una figura fascinante y todavía desconocida. No solo en la capital, también en la provincia. Él puso los cimientos de la Huelva actual»
interés con el que diseñaba el PGOU de Huelva o su propio chalet de Mazagón, que por cierto nunca construyó. Él puso los cimientos de la Huelva actual mediante sus planes generales y parciales. Su figura y su obra puede estudiarse con gran profundidad, porque sus hijos donaron generosamente al Archivo Municipal de nuestra ciudad su archivo particular, que no solo contiene planos y proyectos, sino una riquísima correspondencia con otras grandes personalidades (Félix Candela, Leopoldo Torres Balbás), que ayudan a conocer el desarrollo de sus obras respectivas, dotándolo de un interés que trasciende la historia puramente local.
Recientemente también he realizado trabajos sobre otro de los grandes arquitectos de Huelva, José María Pérez Carasa. Es increíble lo prolífico que fue, y los grandes edificios que nos dejó, algunos desgraciadamente desaparecidos. Él construyó la vivienda burguesa, los magníficos 'hoteles' de la Huelva de la primera mitad, o casi, del siglo XX: El Colegio Santo Ángel, el Instituto La Rábida, y un largo etc. En la provincia, el gran Mercado de Calañas, la Plaza de la Laguna en Ayamonte, el Ayuntamiento de Rociana, el Gran Casino de Cortegana, la Iglesia de Lourdes de Punta Umbría…
Trabajo sobre ellos porque me interesa el patrimonio de nuestra ciudad, el documental por supuesto, pero también el natural y el arquitectónico, todos tan
«Es increíble lo prolífico que fue José María Pérez Carasa, y los grandes edificios que nos dejó, los magníficos 'hoteles' de la Huelva de la primera mitad, o casi, del siglo XX: El Colegio Santo Ángel, el Instituto La Rábida, y un largo etc.»
vulnerables ante la acción humana irresponsable. Tengo la ilusión de contribuir de alguna manera a su conocimiento y protección. No me resigno a 'cantar lo que se pierde', porque estoy convencida de que solo se ama bien lo que se conoce, como tú mismo me has comentado al principio.
Una de tus publicaciones trata precisamente de Minas de Herrerías, de la conversión de un poblado de chozas en un modelo de urbanismo social.
–Es una de mis obras preferidas de don Alejandro Herrero. Las construyó el INV, y gracias a su tesón e insistencia, en lugar de los barracones inicialmente previstos, se ejecutó un modelo de barriada de trazado irregular determinado por la orografía y el arbolado (no consintió que se arrancara una sola encina), dotada de servicios como Escuela, Cine y Casino, Iglesia y Espacios públicos. Para la ornamentación y realización de esculturas de la iglesia designó personalmente a uno de los mejores escultores del momento en Andalucía, Antonio Cano Correa, catedrático de la Escuela de Bellas Artes de Sevilla, autor del Monumento a Juan Sebastián Elcano (Sevilla), las Muchachas al sol (Sevilla), o las puertas de Derecho y Ciencias de la Universidad Central de Sevilla. Don Alejandro no se conformaba con salir del paso, incluso tratándose de las viviendas más humildes.
Tiene otros grupos también de gran interés en Ayamonte, La Palma, Aroche, Escacena…
Está usted que no para, además de sobre estos arquitectos, está trabajando en una historia que le toca más de cerca, la desconocida trayectoria de un pedagogo y escritor de acerada pluma, defensor de los más débiles, un liberal de elevada cultura que fue un referente en el primer tercio del siglo pasado en Huelva, su bisabuelo Manuel Lazo Real, una pieza más en el engranaje de una familia que ha transitado por diversos ámbitos académicos.
-Cayó hace poco en mis manos un trabajo escolar de mi hija Clara sobre la familia, a finales de los años 90. Recuerdo que mi padre la ayudó a realizarlo proporcionándole
«La profesión de archivero ha sido para mí una fuente de placer, también de responsabilidad. Tratar, manipular, gestionar todo ese material, impone»
documentos familiares que él conservaba, y ya entonces me interesó la figura de mi bisabuelo alosnero. Hijo de zapateros, estudió Magisterio, en los años 80 del s. XIX, y por los lugares por los que pasó (Alosno, Cortegana, Santander y finalmente Huelva) dejó huella y 'escuela', destacándose siempre por la defensa de la Instrucción Pública y la necesidad de proporcionar educación a las clases más desfavorecidas como instrumento indispensable para salir de la miseria. Hay una fotografía enternecedora –que me dio Emilio Romero– de su escuela de Cortegana a finales del XIX, con un grupo de 10 ó 12 niños a su alrededor, algunos de ellos descalzos… ¡en invierno en Cortegana! Allí tiene una calle, en el centro del pueblo, cerca de donde tenía la escuela. Creó las colonias escolares de Punta Umbría y Cortegana para niños pobres, proclamaba los beneficios del ejercicio, el deporte y el aire libre en el desarrollo de la infancia. No le importó el enfrentamiento con algunos caciques locales, siendo un simple 'maestrito' (así le llamaba el poderoso), y tengo que profundizar en la posible influencia de las corrientes krausistas del momento. Así que ahora que tengo más tiempo me ha parecido una bonita idea, una especie de hilo conductor que de manos de mi hija, y a ella de las de mi padre, me llevan hasta mi bisabuelo, don Manuel Lazo Real y a mis raíces alosneras y corteganesas, pues allí se casó.
–Volviendo a tu trabajo, tuviste la oportunidad de gestionar las donaciones de personajes trascendentales para conocer y entender la ciudad, sobre todo para que algún día se pueda conformar la ciudad que algunos onubenses desearíamos legar a las generaciones futuras. Ernesto D'Eligny, Diego Díaz Hierro, Alejandro Herrero, Juan Quintero… Desde luego un archivo es la mejor atalaya para contemplar una ciudad.
–La profesión de archivero ha sido para mí una fuente de placer, también de responsabilidad. Tratar, manipular, gestionar todo ese material, impone. El fondo municipal ya es en sí mismo impresionante, por lo bien que se ha conservado desde el s. XIII. La donación de Diego Díaz Hierro es excepcional, por contener piezas únicas y por las investigaciones vírgenes que contenía. La de Juan Quintero supuso
«Yo recomiendo siempre a los onubenses que consulten nuestra web, alojada en la propia del ayuntamiento, porque van a quedar sorprendidos de la cantidad de material disponible. Incluso como simple entretenimiento»
también un hito, por la cantidad de prensa que coleccionó. La de Deligny la comencé a gestionar yo, pero la ha culminado la archivera municipal actual, Luisa Borrallo Oliver, que ha dirigido un trabajo de digitalización extraordinario. Yo recomiendo siempre a los onubenses que consulten nuestra web, alojada en la propia del ayuntamiento, porque van a quedar sorprendidos de la cantidad de material disponible. Incluso como simple entretenimiento, podrán leer los periódicos desde el s. XIX, libros, revistas de fiestas, es una de las mejores de Andalucía, sin lugar a dudas. Mi trabajo es el que definitivamente me ha hecho amar profundamente a mi ciudad, aunque a veces ésta me regale algunos disgustos.
–Otro onubense con el que compartimos admiración es Jesús Velasco, con quien estudiaste y publicaste después 'El patrimonio pictórico de la ciudad de Huelva', más tarde y con el excelente acuarelista Pepe Hernández llegó vuestro 'Huelva antes y ahora', y por supuesto hemos admirado el impagable trabajo tuyo que diste a la imprenta con el nombre de tu admirado arquitecto 'Alejandro Herrero Ayllón en Minas de Herrería. La dignidad posible'. Tu actuación en el campo de la investigación ha sido diversa, y no sólo en tus publicaciones, sino también en conferencias y en artículos para periódicos o revistas especializadas o de carácter general.
–Sí, sí. Estaba el patrimonio pictórico del Ayuntamiento un poco deslavazado, disperso y falto de estudio, así que primero desde el archivo, y luego con la autoridad que Jesús Velasco tiene en la materia, hicimos un catálogo de las propiedades. Es un instrumento muy útil, espero que se esté continuando la tarea. Entonces nos llamó la atención el fondo municipal que se conserva en el Museo Provincial, que intentamos traernos para el Ayuntamiento, sin éxito.
Pepe Hernández es otra autoridad, he tenido mucha suerte con los autores con los que he trabajado. Fue un trabajo muy divertido. Todavía el valor que se daba a la fotografía antigua era inexistente (a principio de los noventa, no contábamos con esa fenomenal herramienta que es Internet). Incluso a las fotografías no se las consideraba plenamente como documentos de archivo, las vías de difusión eran pocas y costosas, y las fuentes escasísimas. Buscamos entre los fotógrafos profesionales (Cano, Rodri) y aficionados (Pepe Oliveira, el propio Pepe Hernández), en los fondos municipales (Díaz Hierro, Ayuntamiento), y luego hicimos el 'antes y ahora». Pepe es un gran fotógrafo, además de pintor y artista. Pepe es un humanista al que le sale bien, y pleno de emoción, todo lo que hace. Estimo que el libro fue una obra pionera en su género. Y fue idea de Pepe, que conste. Luego yo busqué las fuentes y las fotografías históricas para datarlas. Entre los dos buscamos las localizaciones. ¡Y el Colegio de Aparejadores tuvo la gentileza de editarlo! En cuanto al libro de Herrerías se lo debemos al interés que la Asociación Herrerías y su presidente, Pepe Suárez, pusieron en el tema. Es una asociación encomiable, por su empeño en dar a conocer y proteger el patrimonio de su pueblo.
Alguna pregunta sobre el futuro del archivo. Todos sus excelentes trabajadores son de edad provecta.
–La plaza de archivero es de las más antiguas de la plantilla del Ayuntamiento, existe desde finales del s. XIX. Siempre se ha exigido una sólida formación (Paleografía, Archivística por supuesto, Conservación de Documentos, ahora Archivo Electrónico, Historia de Huelva, Historia de las Instituciones, Legislación General y de Administración Local), mediante duras oposiciones libres. La plantilla del archivo desde que yo entré (estaba sola, con un peón) hasta que me retiré, se fue incrementando hasta llegar en la actualidad a estar compuesta por tres titulados superiores, dos titulados medios y un auxiliar administrativo. Son las exigencias mínimas requeridas para que el archivo siga manteniendo el mismo nivel, tanto en lo que es la propia organización (hay que remarcar que sigue siendo un archivo abierto, que su función es fundamental en el servicio al ciudadano, en la transparencia municipal, y en definitiva en la democracia. No se trata sólo de un archivo histórico, aunque esta función sea la más llamativa). No me cabe la menor duda de que las autoridades municipales lo saben, y espero no solo que estas plazas se conserven y se cubran a medida que los funcionarios que ahora las ocupan se vayan retirando, sino que, si es posible, la plantilla se amplíe de la manera más adecuada: con savia fresca que traiga nuevas ideas, pues como hablamos al principio, tenemos una Universidad de gran nivel que ha formado a grandísimos profesionales jóvenes, formación que muchos han completado con másteres y cursos especializados. No les podemos fallar.