La Encina de la Loca: una terrible historia de amor y locura en Zalamea la Real

El árbol para el que el municipio solicita a la Junta la declaración de Monumento Natural encierra una leyenda con un trágico final

Su futura protección podría ser aprovechada por la localidad para atraer visitantes interesados en conocer 'in situ' la versión onubense de 'Romeo y Julieta'

Piden que la Encina de la Loca de Zalamea sea declarado monumento natural

La Encina de la Loca pATRIMONIO ZALAMEA
H. Corpa

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La decisión del Ayuntamiento de Zalamea de impulsar la declaración de la conocida como Encina de la Loca como Monumento Natural, solicitud que se elevará a la Junta de Andalucía, hará crecer sin duda el interés en torno a este emblemático ejemplar fuera de municipio.

Este árbol centenario ha sido durante generaciones testigo silencioso de la historia del pueblo y es evidente el importante valor sentimental que tiene para los zalameños. Lo que no lo es tanto es el origen del nombre popular que recibe, una denominación que evoca una historia que se remonta a los siglos XVIII o XIX, tiempos de pasiones silenciadas y prohibiciones sociales, como nos sugiere el relato publicado hace una década en la revista municipal impresa con ocasión de la feria de Zalamea.

Cuenta la leyenda que en aquellos días, una prominente familia de hacendados tenía una hija que desafió las convenciones al enamorarse de un joven de origen humilde, residente en los barrios más modestos del pueblo. A pesar de la oposición de su familia, el amor entre los jóvenes era tan intenso como prohibido. La joven, ansiosa por encontrarse con su amado, se aventuraba en salidas clandestinas, encontrándose a escondidas con él. Sin embargo, el destino les deparaba un camino lleno de obstáculos. Los padres de la joven descubrieron su secreto y la encerraron en su casa, obligándola a renunciar a su amor, como si de un drama de Montescos y Capuletos se tratara.

Panorámica de Zalamea la Real h24

Desde la ventana de su encierro, la joven lanzaba miradas y besos apasionados hacia su amado, quien correspondía desde la distancia con la misma intensidad. En un acto de desesperación y esperanza, el joven decidió partir hacia América en busca de fortuna para poder casarse con su amada.

Mientras él se embarcaba en una incierta travesía hacia el Nuevo Mundo, ella quedaba atrapada en su propia cárcel emocional, esperando ansiosa su regreso. Los años pasaron y, a pesar de las promesas de amor eterno, las cartas del joven nunca llegaban a manos de la joven enamorada. Su padre, en un acto de crueldad, se encargaba de ocultárselas, alimentando su desesperación y su locura.

Día tras día, la joven subía a un lugar elevado llamado la era de 'Chuculín', desde donde esperaba avistar el regreso de su amado. Su mente, consumida por la incertidumbre y el dolor, comenzó a perder la razón. Veía a su amado agitando un pañuelo desde la distancia, pero la realidad era cruel: él nunca regresó.

Sus desvaríos fueron en aumento y sus idas y venidas a la encina y al pilar le hicieron 'ganarse' en el pueblo el apodo de 'la loca', hasta que un día, viendo que no llegaba a casa, fueron a buscarla y la encontraron colgando de una de sus ramas. Su triste historia se convirtió en parte del folclore local, por lo que la declaración como monumento a la que aspira el municipio es, en cierto modo, un homenaje a aquel amor perdido. También es terreno abonado para que el Consistorio aproveche esta leyenda, hermosa y trágica a la vez, para atraer hasta Zalamea a visitantes interesados en conocer 'in situ' la historia que hay detrás de este árbol legendario, como han sabido hacerlo en Teruel con sus célebres amantes o en Verona, con los inmortales Romeo y Julieta.

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