Un ascensor 'sin papeles' condena a un niño de Lepe en silla de ruedas a no ir a clase con sus compañeros

Una madre lleva luchando desde principio de curso para que su hijo de 9 años pueda acceder al aula con alumnos de su edad

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Ascensor y escaleras para acceder al aula de integración h24
H. Corpa

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Adán, un niño de 9 años con discapacidad que utiliza silla de ruedas, no puede acceder a la primera planta del colegio La Noria de Lepe para compartir las clases de integración con sus compañeros. La razón: los ascensores del centro, aunque funcionan correctamente, no cuentan con los permisos necesarios desde septiembre.

Alexandra Manzano, madre del pequeño, lleva desde octubre acudiendo semanalmente al Ayuntamiento en busca de una solución y compartió con huelva24 la «indignación» que le produce «que, en pleno siglo XXI, un niño no pueda estar con sus compañeros porque existen barreras arquitectónicas que se lo impiden». Su pesadilla comenzó cuando comprobó que su 'peregrinación' semanal al Consistorio para denunciar el caso y pedir explicaciones, no servía para nada: «Empecé a ir todas las semanas y siempre me daban largas. Me decían, 'la semana que viene tendremos noticias', pero la solución nunca llegó».

Tras meses de insistencia, en enero logró reunirse con la concejala de Educación, Mariana Otero, quien le comunicó que los papeles necesarios para la licitación de los ascensores se habían extraviado. «Nadie sabe dónde se han metido. No han llegado al colegio, no están en la APAE (Agencia Pública Andaluza de Educación) y ahora los están buscando en Industria. ¿Cómo es posible que unos papeles que el año pasado estaban en regla, de repente se pierden por arte de magia?», se pregunta.

Entrada al centro educativo lepero h24

Lo más preocupante es que, según le informaron, aunque aparecieran los documentos, el proceso para poner en regla los ascensores tardaría al menos hasta el verano. «Me dijeron que me olvidara de que este curso mi hijo pudiera utilizar el montacargas», lamenta la madre, quien añade que tampoco le garantizaron una solución para el próximo curso.

El problema no solo afecta a Adán. En el CEIP La Noria de Lepe estudia también una niña de origen marroquí que utiliza silla adaptada y que igualmente necesita el ascensor. «Ella no va todo el día porque el colegio no tiene una monitora especializada con cuidados de enfermería, pero también lo necesitaría», explica Alexandra.

La situación ha movilizado no solo a la madre de Adán, sino también al equipo directivo del centro. «La directora también se implicó desde el principio. Tuvimos una reunión con el equipo directivo para ver cómo solucionábamos este problema», relata. »La tutora de mi niño también empezó a llamar al ayuntamiento, pero dejaron de contestar y nos daban largas semana tras semana«.

Alexandra incluso intentó buscar soluciones alternativas: «Contacté con la APAE para ver si yo podía gestionarlo, pero me dijeron que los padres independientemente no se pueden dirigir a ellos, tiene que ser el colegio, aunque el único competente en este tema es el Ayuntamiento, no la Junta de Andalucía«.

Desesperada por encontrar una solución, Alexandra solicitó una cita con el alcalde, pero nunca obtuvo respuesta. «Con la concejala pude reunirme por mi insistencia, yendo una y otra vez. Sin embargo, la cita con el alcalde la sigo esperando hasta el día de hoy».

La versión oficial

Por su parte, el Ayuntamiento, a través del teniente de Alcalde delegado de Urbanismo y portavoz del Gobierno Municipal, Javier Bueno, ofreció a huelva24 su propia versión, donde no se hace referencia a los documentos supuestamente extraviados: «Los ascensores del centro educativo funcionan correctamente. Sin embargo, estamos en proceso de adaptación a la nueva normativa, cuyo plazo finaliza en julio de 2025, para obtener la autorización correspondiente». Mientras tanto, añadió el responsable municipal, «estamos en contacto permanente con el centro educativo para garantizar soluciones alternativas que aseguren la accesibilidad».

Acceso al recinto del CEIP La Noria h24

Esta solución, según Alexandra, consiste en enviar operarios para subir y bajar al niño, propuesta que la familia rechaza por considerarla peligrosa e indigna. «Mi hijo pesa 46 kilos y la silla otros 16. Si un operario se tropieza, se tuerce un pie o no puede coger bien al niño, podría caerse por las escaleras», argumenta la madre, quien no está dispuesta a poner en riesgo la seguridad de su hijo, que le sigue preguntando: «¿Es que no puedo ir a clase con mis compañeros?».

Porque Adán solo puede participar en la clase de educación física como única actividad de integración, «que la verdad es que le viene genial, se lo pasa súper bien«, comenta Alexandra: »Se siente muy integrado, aparte que son sus compañeros desde infantil, les tiene mucho cariño porque se acuerdan de él y él se acuerda de ellos«. Sin embargo, lamenta que se esté perdiendo la oportunidad de asistir con amigos de su edad a otras materias como plástica, música o religión, actividades fundamentales para su desarrollo social y emocional.

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