en la calle san pedro
El Museo de Muñecas de Ayamonte, el sueño de Teresa Martín
En esta mañana un tanto calurosa, he querido dar rienda suelta a las sensaciones y he encaminado mis pasos lejos de un velador y en torno a un café, y me he dirigido hacía lo alto de la calle San Pedro. En el lado derecho y en lo que en años fue, dicen los expertos, una dependencia del antiguo colegio de La Merced, hoy es un pequeño pero coqueto museo de muñecas. Unas nuevas instalaciones que abren las puertas de la imaginación y transportan a quienes lo visitan, hasta edades que en muchos casos se pierden en el calendario.

Teresa Martin su dueña, restauradora de muñecas y representante en España de la DDA (asociación Doctores de muñecas, USA) es quien va desgranando a vuelapluma, los valores más destacables de esta colección única en nuestro país. Ayamonte ha tenido el privilegio de acoger su magnífica colección compuesta por algo más de 250 ejemplares, algunos únicos en el mundo, por las características tan especiales que hacen de este pueblo blanco, uno de los rincones más deseados y admirados no solo de nuestra Andalucía.
Su primera muñeca la adquirió a los catorce años, era un Ramón Ingles, una muñeca de porcelana procedente de una fábrica de Valencia. A partir de ese momento comenzó su carrera de coleccionista y fue obteniendo ejemplares de todas las clases y procedentes de todos los países. La que más intensidad tuvo en cuanto a su adquisición fue una Olimpia ( autómata), que necesitó tres largos años hasta lograr tenerla en sus manos. Procedía de Filadelfia y la dificultad estribó en el envío y el enorme papeleo que ello le supuso. Esta muñeca es única en el mundo. Mucha ilusión le hizo y se pueden considerar como su muñeca preferida en esta amplia colección, Bárbara Steiner, muñeca francesa de 1880, adquirida a una familia catalana y que se encontraba en un pésimo estado, tras su restauración la familia a quien se la había adquirido, invirtió el dinero pagado por ella para desplazarse a Ayamonte las tres generaciones que jugaron con la muñeca, para ver el resultado final expuesto en este palacio de los sueños.
Escuchar a Teresa es recibir una clase magistral sobre la historia de las muñecas, la restauración meticulosa que es necesaria en muchas de ellas, el saber reparar una muñeca para devolverla a su estado primitivo y no hacer una nueva, el seguimiento a través de internet de los foros, mercados, coleccionistas y demás. Ver con que entusiasmo vive esta mujer el mundo de lo que para mí podía ser de juguetes, pero que al final tengo que rectificar y definirlo como el sorprendente mundo del coleccionismo. UN mundo lleno de sorpresas, maravillas y curiosidades, especialmente para quien la muñeca no le dice casi nada hasta una vez visitado un museo tan extraordinario como este.
Tras una conversación sumamente interesante y explicativa, Teresa Martín nos hace de cicerone y en un agradable recorrido nos relata en dos palabras la composición de su sueño, su museo de muñecas. En una primera zona se pueden apreciar entre otras, las muñecas primitivas precolombinas, realizadas con tejidos procedentes de excavaciones funerarias ( 1000-1400 d.c.). A continuación la sala española, donde la famosa Mariquita Pérez y Juanín ( España años 40) ocupan la zona vip, rodeadas de otras muchas, donde quizás llama la atención Gisela con su baúl y Quique ( España años 40). En otro espacio propio, la colección de Lencis ( Italia 1920). La sala del siglo de oro que corresponde al periodo comprendido entre mitad del siglo XIX mitad del siglo XX, con las cabezas de porcelana y donde Francia y Alemania se disputaron la primacía no solo de la calidad ( Francia) sino de calidad y cantidad (Alemania). En la siguiente sala nos podemos encontrar con muñecas de distintos países y distinta materia prima, desde muñecas de cera, autómatas, de cerámica, de trapo, de madera o procedentes de Japón, Europa, Asia, América, etc.
Quizá como punto final, la cabeza de la famosa muñeca procedente del Titánic y cuya procedencia ha podido ser demostrada a través de concienzudos estudios de investigación. Tiene su espacio propio, su atractivo especial y habla por sí sola de la capacidad de conocimiento y seguimiento a las piezas más valiosas por parte de esta mujer tan especial. Pero quizás la mejor de las explicaciones vienen de la propia dueña de esta colección única, que no solo es capaz de explicar, sino de transmitir unas sensaciones que para muchos salen sin darse cuenta, del viejo baúl de los recuerdos.
El Museo de Muñecas de Ayamonte es capaz de levantar el telón de una época lejana en el tiempo, y que se hace visible en lo alto de la calle San Pedro de Ayamonte.