La Palma elige por primera vez a una joven de origen asiático como reina de sus fiestas
Gloria del Amor López Bueno, nacida en China pero española «por los cuatro costados», representa una historia de integración con una familia muy feliz por su reinado: «es el sueño de mi vida»
Ya vive junto a su amplia familia el honor de ser la reina de las fiestas de la Santa Cruz de la calle Cabo, en las que lucirá doce vestidos diferentes este año
Programación de las fiestas de la Santa Cruz de la Calle Cabo de la Palma del Condado
La Santa Cruz de la Calle Cabo de La Palma celebra sus fiestas este fin de semana
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Quien siente profundamente una devoción entenderá perfectamente cómo se encuentra la familia López Bueno de La Palma del Condado. Carlos y María José, consagrados a la noble y laboriosa profesión de hacer felices a los demás con su comida, se ven estos días alimentados por la inmensa felicidad que les produce que su única hija, Gloria del Amor López Bueno, sea la reina de las fiestas de la Santa Cruz de la Calle Cabo, a la que le profesan una enorme fe desde generaciones atrás en la familia. Esta joven de 20 años hace historia porque es la primera reina de origen asiático.
Nació en China y fue adoptada por sus padres con un año en 2006. Se siente palmerina y española «por los cuatro costados» y su vida es un ejemplo de integración en un entorno sociocultural muy distinto al de sus orígenes pero en el que ha desarrollado un poderoso sentimiento de pertenencia.
Así lo cuenta a Huelva24.com su padre, Carlos Javier López Pinto, que asegura que el acontecimiento de ver a su hija como reina «es el sueño de mi vida». En su familia hay «mucho arraigo» con la Santa Cruz de la Calle Cabo y subraya que viven y van a vivir todos los meses en los que su hija Gloria es protagonista «como un reinado familiar», porque «yo sin mis hermanos no soy nadie». Carlos, Alfredo Daniel, Miriam Inmaculada y Noelia tomaron el testigo de sus padres -Loli y Manuel- en el Restaurante Lopis y llevan juntos 37 años al frente de un negocio de prestigio, muy unidos en el trabajo diario y en los sentimientos, un entorno en el que Gloria se ha cargado de valores.
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«Es una niña muy buena, que se lo merece todo. Es trabajadora y responsable»
Carlos López
Padre de Gloria
«Mi hija está que se le cae la baba, loca de contenta», dice Carlos sobre Gloria. «Es una niña muy buena, que se lo merece todo. Es trabajadora y responsable», virtudes que no le impiden mostrarse «de lo más normal del mundo». Llegó a La Palma con los mismos rasgos asiáticos que perfilan hoy su rostro, iluminado por la ilusión y el orgullo, pero ese aire de muy lejos no le ha impedido criarse como una más. Se ha integrado e impregnado del acento y modo de vida palmerino, de la cultura del esfuerzo de su familia, de todas sus tradiciones, fiestas y costumbres, desarrollando un gran sentimiento y orgullo por formar parte de ellas.
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Para Gloria no es un brillante a destacar en su corona que haga historia en la tradición de la fiesta por sus orígenes, un detalle que «no le dice nada» frente a la inmensa alegría de ejercer con merecimiento un papel especial ante la Santa Cruz de la Calle Cabo y toda la localidad. Le toca la responsabilidad y el honor de reinar en las fiestas de un año jubilar para la Iglesia Católica. Además se celebra el cincuentenario de la elección canónica de la casilla de la hermandad y el centenario del traje de Ojeda.
«Tuve la suerte de que mi mujer no se podía quedar embarazada y nos metimos en la adopción internacional», recuerda Carlos. En 2006 fueron a China y adoptaron a su hija, de un año. Tras muchísimas horas de vuelo llegaron a casa y comenzó una nueva etapa de felicidad para todos. «Con tres años ya me dijo que quería ser reina», rememora su padre.
Tras la etapa escolar, la ahora reina encontró especialmente en el instituto a «los mejores amigos del mundo». Se han portado con ella «maravillosamente» y estos días se sienten muy felices y le apoyan en todo, como el resto de la familia. «Mis hermanos se han volcado con ella», dice con orgullo su padre, que apuntó a su hija en la hermandad para que optara a ser reina en los últimos años tras la pandemia. En 2017 su sobrina mayor fue dama, pero la enfermedad de la abuela Loli fue un amargo trago que llevaron los varones de la familia en silencio para no ensombrecer al resto.
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«Me dijo papá, tengo que decirte algo: Voy a ser reina. ¡No me digas esas cosas!, le dije. Se nos cayeron dos lagrimones a mi mujer y a mí. Eso ya no se olvida»
En 2021 murió el padre de Carlos, el abuelo Manuel. Gloria se puso a estudiar Dirección de Cocina en Ayamonte y al acabar hizo prácticas en Matalascañas. En mayo de 2023 parecía que estaba lejos de ser reina con sus ocupaciones y dudas, pero se mantuvo la esperanza. Finalmente un año después llegó el gran momento. «Viendo el Romerito nos enteramos de que llevaba tiempo hablando con mi sobrina que fue dama. Me dijo papá, tengo que decirte algo: Voy a ser reina. ¡No me digas esas cosas!, le dije. Se nos cayeron dos lagrimones a mi mujer y a mí. Eso ya no se olvida», relata Carlos, que indica que «el que es católico practicante y tiene fe a una imagen o Jesucristo, esto es lo más grande. En este caso es la cruz, el símbolo de Jesús».
El reinado comenzó con la pedida
El reinado de Gloria comenzó el pasado 15 de febrero, con la pedida de la reina y el nombramiento de la pregonera, Susana Pedrero Lagares, en la capilla de la Hermandad de la Santa Cruz de la calle Cabo. El presidente, Jacobo Martín Rojas, expresó que Gloria es «una joven que representa la gracia, la ternura, la alegría y el espíritu de nuestra tradición. Su entusiasmo y su energía son contagiosos y seguro que su presencia iluminará cada rincón de La Palma, llenándolo de verde bartolo». Continuó diciendo, «querida gloria, vas a representar con gran orgullo el rostro más amable y complaciente de la Santa Cruz de la Calle Cabo. Además lo has hecho libremente y por decisión propia, nos consta». Luego pidió a sus padres Carlos y María José, el permiso para que su hija sea la reina de las fiestas y ellos respondieron «concedido».
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«El sentimiento que brota desde mi interior es alegría y devoción hacia el santo madero, sentimiento que mi querida familia me ha ido inculcando desde que era pequeña«
Gloria del Amor López Bueno
Reina de las fiestas de la Santa Cruz de la Calle Cabo
Entre aplausos le impusieron a Gloria la medalla y ella contenía la emoción en un momento tan feliz ante tantos hermanos que le mostraban su cariño y respaldo. Con un pañuelo atrapaba las lágrimas que se escapaban y aún en ese estado fue expresando todo lo que significa esta elección para ella y su familia. «El sentimiento que brota desde mi interior es alegría y devoción hacia el santo madero, sentimiento que mi querida familia me ha ido inculcando desde que era pequeña, hasta poder llegar a este día tan especial», comenzó diciendo.
Se mostró agradecida a Dios, la Santa Cruz y la hermandad por darle esta «maravillosa oportunidad». Relató que muchas veces pensó cómo se sentiría como reina, paseando en una carroza por el pueblo, cuestiones que resolverá en este 2025. Se acordó especialmente de su familia «por estar siempre ahí, en lo bueno y en lo malo. Vivamos estas fiestas todos juntos en torno a la calle Cabo, que nos ayuda todos los días». Agradeció la presencia de su abuela Ana, la única que vive, aunque aseguró que «no me olvido de los que estáis en el cielo por todo lo que me habéis enseñado mientras estabais en este mundo». Continuó dando «gracias por demostrarme lo que es sentir amor hacia la cruz, por haberme hecho sentir orgullosa de ser bartola. Espero que lo estéis disfrutando y celebrando desde ahí arriba. Un beso y os quiero».
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Las enseñanzas de los abuelos
«Cada uno de vosotros me habéis enseñado una cosa después de vuestra partida», expresó e indicó que abuela Loli le enseñó que «hay que sonreír en la vida hasta en los peores momentos». El abuelo Manuel le inculcó que «hay que luchar y tener esperanza hasta el final, aunque no te queden fuerzas». Su otro abuelo, también llamado Manuel, le mostró que «hay que tener buen corazón y sentimientos en la vida». También aprovechó ese momento para agradecer «de corazón» a sus cuatro damas acompañantes -Claudia, Miriam, Nuria y Gema-, porque «sin vosotras esto sería muy diferente. Que la Santa Cruz de la Calle Cabo nos haga vivir estas fiestas con orgullo porque ella es la verdadera protagonista. Que todos los bartolos disfruten intensamente de las fiestas», manifestó ante de sonreír lanzando vivas.
«Es un gozo que no te puedes imaginar», dice Carlos sobre ese día tan especial, en el que comenzó su reinado. El culto a la Santa Cruz de la Calle Cabo está llena de fechas señaladas en el calendario. Este 28 de febrero tuvo lugar el Tostón Campestre, que da paso en abril al triduo entre los días 25 y 27, siendo el 26 el día del pregón. El día 27 se traslada la Santa Cruz a su capilla y el 29 de mayo se celebra la coronación de la reina. El 30 de mayo se reza el rosario y el 31 tiene lugar la diana floreada y el Romero. El 1 de junio se traslada la Santa Cruz para la función principal y ese mismo día se produce el traslado de regreso y la procesión gloriosa. El broche lo pone la misa de acción de gracias el 2 de junio.
Carlos no sabe con qué día quedarse «cada día durante el reinado se vive intensamente. La pedida es muy bonita, la coronación el jueves 29 de mayo, el 30 el rosario es muy bonito también, con todas las mujeres vestidas de flamenca, el día que llega la legión. El sábado, el día de los romeros con la diana se vive con mucha alegría. Ella va montada en una carroza y es muy bonito. El domingo a mucha gente le gusta el traslado a la función principal en la parroquia, pero a mí lo que más me gusta es la procesión de por la noche, por el recogimiento que tiene». Añade que «lo que estamos viviendo es como lo que vive el que es rociero o tiene cualquier otra devoción».
12 trajes distintos
Como marca la tradición, la reina lucirá hasta doce trajes. El día de su pedida lució un naranja apagado, pero tendrá la ocasión de vestir gran parte de una gama cromática, aunque muestra su predilección por sus colores favoritos, «el azul y el blanco». Su padre dice que «con mucho celo está llevando los vestidos que tiene que lucir. Cada vez es un traje distinto. Hay quien se va a Huelva o Hinojos, pero los suyos son todos confeccionados aquí en La Palma». Agrega que son «muchos detalles» lo que hay que tener en cuenta y que también «ya ha ido a hablar con un joyero para la corona».
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Una vida consagrada a una devoción
A los devotos de la Cruz de la calle Cabo se les conoce como bartolos y la familia de Carlos está llena de ellos. Su recordada madre era muy devota, así como sus abuelos. Su padre se crió en una calle anexa a la de la Cruz y una tía suya, tras casarse, se fue a vivir al final e la calle Cabo. En mayor o menor medida todos influyeron para que Carlos y sus primos desarrollara «un arraigo y devoción muy grande». Recuerda que para ir al colegio pasaba todos los días frente a la Cruz. «Desde pequeño tengo el corazón esta fe y desde que tengo uso de razón he estado ayudando a los carroceros de las reinas en el Romerito».
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Siempre ha colaborado con la hermandad, hasta que con 18 años sus padres montaron el restaurante Lopis y ahí invertía la mayor parte del tiempo, aunque siempre ha dedicado algo para su querida hermandad. De hecho, en 1989, junto al alrededor de 20 amigos, fundaron el grupo joven de la hermandad. Más adelante se desvinculó porque sus padres cayeron enfermos en los años 91 y 96 y él y sus hermanos tuvieron que dedicar más tiempo al cuidado de sus progenitores y a un negocio que cada vez era más grande. «La devoción siempre la he mantenido, pero no me he podido volcar tanto en la hermandad como antes», subraya.
Tiene guardado como oro en paño el recuerdo de cuando pudo tocar el santo madero, un privilegio sólo reservado para la camarista y el prioste. Fue en 1994. Iba todos los días a rezarle y dio la casualidad de que estaban haciendo unos cambios en los adornos de la cruz. «Cuando llegué a la ermita estaba la camarista, el secretario y un carpintero y me abrieron la puerta y tuve la suerte de que me ofrecieron tocarlo. Está en mi memoria para siempre». Junto a ese recuerdo dorado quedarán los días en los que con un brillo superior al de cualquier metal su hija resplandeció como reina de las fiestas de la Santa Cruz de la calle Cabo de La Palma del Condado.