LA HUELVA CHOQUERA Y TABERNERA

Kako

Kako va a abrir su bar y sabe qué es lo que quiere y qué quieren sus colegas. Se lo van a pasar de muerte y él es el marabú que manejará los dulces venenos

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El Bar Kako de Mazagón H24
José Ramón Andikoetxea 'Andi'

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Mazagón 1985. Calle Rompeolas. El día apunta a invierno que estalla en primavera. El sol florea por todas partes los almendros. Un chaval de diecinueve años está como las motos. Se le metió en la cabeza y lo vio claro. Tan claro como que sus dudas son infinitas. Pero ahora la cabeza le hierve y la actividad es febril. Todo está controlado y todo puede fallar.

Kako va a abrir su bar y sabe qué es lo que quiere y qué quieren sus colegas. Se lo van a pasar de muerte y él es el marabú que manejará los dulces venenos.

Mazagón 2024. El día apunta a invierno que estalla en primavera. El sol florea por todas partes los almendros. Dice que ya no se llama Kako. Aunque lo que dicen el cartel y el luminoso va por otro lado. No se llama Kako, pero lo que no puede ocultar es que es Kako. No nos conocemos, pero enseguida captamos su luz. La de un líder con maneras, con hechuras, con suavidad. Un líder al que enseguida querer es fácil. Tiene ya un jaleo de miedo. Los sábados se caldean pronto en esta calle hecha peatonal. Al fondo se erigen unas tablas aún vacías. Para el concierto de la tarde noche.

Venimos del Carajo y ahora es el tardeo. Lo que siempre se ha entendido como alargarse con ganas de no parar. El danzad, danzad, malditos de los juerguistas irredentos. Kako no nos conoce, pero nos pone dos cervezas. Él no nos invita. Kako comparte. Con una oda al licor nativo de Kentucky rematamos la jugada. Nos va cuidando mientras esboza proclamas de veterano que no se lo cree. Se conforma con ser superviviente y vivirlo con alegría.

El pub es una onda americana. Con motivos cerveceros, roqueros, de chicas espectaculares sin caer en el exceso. Aunque la barra yace fuera, con motivo de la movida que ya está y por la que viene después, Luichi y yo nos hacemos fuerte en el interior. Acodados en el lugar natural de la gente de bar.

«Kako es un faro con destellos radiantes. Hoy también se filtra una lágrima. Se asoma en mis ojos, porque veo una estrella que parpadea raro»

Poco a poco la calle va cogiendo color. Los efectos de las horas de fiesta van transformando la animación en un punto de desenfreno hermoso. El comedimiento se aparta con gestos juguetones de despecho. Los cuerpos se retuercen, las miradas se arremolinan, las sonrisas retozan entre sí, los abrazos a gente conocida que sabe que coincidir siempre hay que celebrarlo.

Kako es un faro con destellos radiantes. Hoy también se filtra una lágrima. Se asoma en mis ojos, porque veo una estrella que parpadea raro. Volvemos a reír, a festejar. Porque el oficio de los faros y las estrellas es brillar e, irremediablemente, los abrazos su fuente de energía.

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