el amor no era para tanto
La mochila
«No sé con qué armas se peleará la tercera guerra mundial, pero la cuarta será con palos y piedras». (Frase atribuida a Albert Einstein)
Siempre he pensado que estamos a un solo corte general de luz de regresar a la Edad Media, pero no al medievo de la Córdoba califal de fuentes, poesía y lujo, sino al hiperbólico de 'El último duelo' (Ridley Scott, 2021), ese tiempo de frío, sangre, hierro y violencia desmesurada (bastante alejado, por cierto, de la realidad histórica). Como buen involucionista y cínico por convicción filosófica, creo firmemente que, en cuanto se dan las condiciones adecuadas, la especie humana tiende hacia el salvajismo a una velocidad cercana a la de la luz. Durante la Pandemia de 2020 experimentamos un acercamiento al agujero negro de la barbarie, aunque sin llegar a pisar el «horizonte de sucesos», más allá del cual nada puede escapar, ni siquiera la luz. Y si no llegamos en aquella ocasión a los «palos y piedras» de los cuales hablaba la frase que se atribuye a Einstein sobre la IV Guerra Mundial, fue porque los mecanismos elementales de la economía consiguieron sostenerse el tiempo suficiente y porque el opio de un internet de alta velocidad y el acceso ilimitado a entretenimiento de gratificación instantánea nos mantuvo anestesiados y proclives al gregarismo tanto como fue preciso… hasta que pasó la tormenta.
En el momento en el que escribo esta columna, ni siquiera los humoristas más perezosos se acuerdan ya de la mochila. La apisonadora de la realidad la ha arramblado en los recovecos polvorientos de las anécdotas y el chascarrillo de barra de bar. Pero, oiga, los primeros días vi a unos cuantos (miles) realmente atemorizados ante la inminencia de una guerra con Putin, aunque lo estaban, sobre todo, por carecer de la dichosa mochila prescrita por la Unión Europea para sobrevivir durante setenta y dos horas, como si después de pasados tres días el peligro fuera a evaporarse por arte de magia. Sí, sí, no me mire de soslayo con condescendencia, que a usted también le subió la tensión una mijilla, ¿o no?
De todos modos, la verdad sea dicha, la recomendación de nuestros magnánimos políticos europeos posee bastante sentido: agua, comida, ropa, pilas, linterna, cerillas, navaja multiusos, dinero en efectivo… son elementos de primera necesidad para cualquiera que haya visto las suficientes películas de zombis, ¿verdad? Lo más divertido de todo fue que mucha gente pensó que la preparación de la mochila no era una recomendación especulativa, es decir, un consejo basado en el sentido común, sino una especie de orden fulminante que demostraba la inminencia del ataque ruso. Todavía sonrío al recordar la pregunta que me hizo un amigo de semblante serio y preocupación sincera a quien me encontré camino de una tienda para abastecerse del material preciso: ¿vale cualquier mochila o tengo que comprar una especial?
Los medios de comunicación tampoco ayudan demasiado. En lugar de hacer un poco de pedagogía y tranquilizar a la población, que sería lo deseable, abren sus cabeceras con expresiones alarmistas del tipo: se dispara la preocupación, estalla o explota la inquietud, lo que los poderosos no quieren que sepas sobre la mochila, y titulares de este tipo, que desembocan en un alarmismo desproporcionado que lleva a niveles de alarma cercanos a la paranoia.
Todo esto sería cómico si no fuera porque el peligro, aunque no inminente -no se apuren en exceso- sí es real, especialmente si tenemos en cuenta las estrategias políticas y económicas que adoptan día tras día gobernantes como Donald Trump, quien a veces parece un niño agitando un avispero para ver qué pasa mientras a su alrededor sus padres le aplauden la ocurrencia.
Así las cosas, creo que haríamos bien en disponer de un pequeño hatillo de emergencias por si acaso, que nunca se sabe, oiga, no vaya a ser que un día nos llevemos una sorpresa. La UE afirma que la utilidad de la mochila se vincularía a las primeras 72 horas después del desastre, tiempo tras el cual las autoridades (ese ente fantasmagórico que todos desconocemos profundamente) acudirían en nuestra ayuda. Y yo no digo que no ocurriese de tal manera, conste en acta, pero pregúntele usted a algún vecino de Paiporta si, tras los sucesos del 29 de octubre, las autoridades se presentaron raudas en el lugar para atender las necesidades de la población una vez extinguido el poder mágico de la mochila de las 72 horas.
A ver qué le cuentan…