EL SÉPTIMO DE COMISARÍA
Sobre el renovado rollazo de lo manufacturado
Si alguien está pensando que ahora arrasa todo lo que llega a tu casa en una caja de Amazon, está muy equivocado
Sobre la proyectitis y otras muchas itis
Sobre la patada voladora de la IA
Sobre los bares como lugares de exposición
Henry Ford, padre del trabajo en serie (también conocido como fordismo) fue el primero en apuñalar al producto hecho a mano. Ya en aquella época, allá por 1903, molaba más lo industrial que lo manufacturado. Uno era síntoma de modernidad, de avance, de progreso, mientras que el otro se veía ya como un modelo arcaico, superado y demasiado tradicional para quienes empezaban a mirar hacia adelante. Luego, ese camino fue continuado por otros señores en distintos campos: Steve Jobs, Elon Musk, Sam Altman...
Más tarde, llegó el plástico, la Inteligencia Artificial y todo lo demás, y el mundo se convirtió en Blade Runner, pero con grupos de K-pop.
El arte también ha sufrido esta revolución y lo iniciado por Warhol en su Factory (literalmente «factoría», porque en ella un grupo de ayudantes trabajaba a modo de cadena de montaje en la creación de sus obras) fue seguido por otros artistas contemporáneos como el increíble Jeff Koons, que tiene unos ciento veinte asistentes. Pero esto (como el frotar) se va acabar.
Si alguien está pensando que ahora arrasa todo lo que llega a tu casa en una caja de Amazon, está muy equivocado, porque actualmente lo que se lleva es lo casero, lo artesanal, lo 'handmade'. Si haces tu propio pan con masa madre y semillas, tejes con las agujas de crochet de tu abuela unos vestiditos bien chulandrones para tu Barbie curvy, o fabricas papel reciclado a partir de las facturas que no puedes desgravarte del autónomo, oye, que tienes un rollazo que te sale por las orejas.
«Tanta tecnología, tanto robot, pues le damos un giro de ciento ochenta grados y ahora lo que parte la pana es ir a ferias de artesanía»
Sí, era la vuelta lógica. Tanta tecnología, tanto robot, pues le damos un giro de ciento ochenta grados y ahora lo que parte la pana es ir a ferias de artesanía, comprarte una taza con algún fallito y la huella digital del artista impresa en el asa (porque esos detalles son los que dan autenticidad y esencia), y subir una foto de la misma a Instagram, para que tus seguidores puedan apreciar lo mucho que estás en la onda. ¿No conocéis el movimiento tradwife? Poneos un delantal y buscadlo en Google.
A mí, siempre dentro del sentido común, todo esto me parece bien. El retorno de lo manual, de lo analógico, siempre será un acierto. Y todo vuelve, tropa: los pantalones de campana, los clubes de lectura y las obras de arte cocinadas a fuego lento (bueno, sin que se te vaya la pinza como le pasó a Antonio López con el retrato de la familia real). Dijo Kandinsky que «el artista es la mano que, mediante una y otra tecla, hace vibrar adecuadamente el alma humana». ¡Artistas del mundo, sed manos!