el séptimo de comisaría
Sobre los bares como lugares de exposición
La cultura no puede ser un accesorio, no debe convertirse en un reclamo para conseguir más consumidores de cerveza y ensaladilla rusa
Sobre la incipiente hipersexualización de la intelectualidad
Sobre el arte y los productos aspiracionales
Sobre lo que te legitima como artista
Croquetas de puchero en el Prado, patatas bravas en el Reina Sofía, gambas cocidas en el Museo de Huelva. Supongo que es la secuencia lógica. Si el arte contemporáneo ha llegado a los bares, ¿por qué no iban a llegar las tapas a los museos? Estos lugares de ocio, de degustación culinaria y etílica, de bailes en pandilla, de miraditas ligonas con el codo apoyado en la barra son, al parecer, también espacios expositivos.
Pero tengo un consejo para los artistas: no expongáis en bares. La cultura no puede ser un accesorio, no debe convertirse en un reclamo para conseguir más consumidores de cerveza y ensaladilla rusa. El arte no es un espectáculo. Los asistentes no deberían estar comiendo cacahuetes mientras un artista realiza una pintura en vivo. ¿Qué será lo siguiente? ¿Actuaciones en bodas, bautizos y comuniones? Jamás se me ocurriría poner al arte en un lugar elevado respecto al público, pero sí respecto a su propia esencia.
Si las obras forman parte del fondo, si están colocadas junto a la máquina de tabaco, se convierten en escenografía, en elementos secundarios, esterilizados, apartados de su sentido, de su valor. Y todo esto sin entrar en las condiciones de montaje, exposición, conservación, etc. de estos espacios, cuya función no es esa, sino la de hacerte perrear hasta abajo. Los fans de «a llorar a la llorería» estarán de acuerdo conmigo: las exposiciones en las galerías y los pinchos de tortilla en las tabernas.
El 'comisario hostelero', nuevo agente cultural
Además, todo esto genera un nuevo agente cultural: el 'comisario hostelero', que es quien organiza la muestra, poniendo en contacto a los artistas con los restaurantes más 'cool' de la ciudad. Esto está muy bien y cada uno es libre de hacer lo que quiera, pero lo que a mí me chirría es lo de «comisario». No sé, es como si uno por cambiar una bombilla fuese por ahí poniéndose el título de electricista o como si te presentases como chef el día que te da por poner unas lentejas.
«De seguir así, veremos el partido de España en el Thyssen y haremos despedidas de soltera en el Guggenheim»
Cada cosa por su nombre. El sitio en el que te ponen altramuces: bar, mesón, cantina. El edificio que alberga piezas artísticas: museo, galería, sala de exposiciones. Es fácil de distinguir, si hasta lo pone en la fachada.... De seguir así, veremos el partido de España en el Thyssen y haremos despedidas de soltera en el Guggenheim. El arquitecto Renzo Piano dijo que «un museo es un lugar donde perder la cabeza», pero no creo que se refiriese a hacerlo al estilo Magaluf. Y no es broma, tropa, del balcón de Manet al balconing hay solo un chupito de Jäger.
Hasta septiembre
-
El Séptimo de comisaría vuelve en septiembre con más humor, más ironía, más flow y con nuevos temas sobre el arte y la cultura contemporáneos. ¡Feliz verano, tropa! ¡Nos vemos en los bares!