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UNA RAYA EN EL AGUA

Presumir de Rey

La coronación de Carlos III no fue sólo un espectáculo turístico sino una operación reputacional, una exhibición de prestigio y poderío

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Ignacio Camacho

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UN país puede tener o no tener Rey, pero si lo tiene carece de sentido esconderlo. Es mucho más lógico presumir de régimen, de sistema, de modelo, algo en lo que los británicos son maestros. En la coronación de Carlos III lo hicieron como sólo ... lo saben hacer ellos: con orgullo, con arrogancia incluso, con dignidad, con honor, con respeto. Sacaron del arcón la corona de San Eduardo, el manto de armiño, la espada, el orbe con la Cruz, el cetro, los símbolos de la tradición histórica de la monarquía y del imperio, y montaron un protocolo de esplendor antiguo con toques modernos para ofrecer al mundo un espectáculo soberbio. Y el Gobierno tiró de la chequera para financiarlo con cien millones de libras (unos 112 de euros) a cargo del Presupuesto. Sin modestia ni timidez ni remordimientos. En plan ahí queda eso.

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