Las cosas de Jesús Quintero, 'El loco de la colina'
A Jesús Quintero, 'El loco de la colina', le recuerdo en 'El hombre de la roulotte', un programa de Radio Nacional donde ya dejaba entrever su impronta como comunicador ante el micrófono: estilo pausado y entrevistas a personajes raros, bohemios y fracasados. Después Jesús se haría mayor –todos nos hacemos mayores–, y adornaría ese estilo con su principal tarjeta de presentación: el silencio. O lo que es lo mismo: escuchar al entrevistado, ahora que no escucha ni Dios.
La madrugada fue el cobijo del comunicador de San Juan del Puerto cuando desembarcó en la cadena SER. Madrugadas propicias para sus silencios laaaaargos, sus citas filosóficas y su textos poéticos que tanto gustaban a una parroquia de solitarios, trasnochados y caídos en el frente de la vida. Pocos sabían que detrás de esos textos estaba un poeta de Paradas (Sevilla), Javier Salvago, que, por cierto, ha publicado en 2014 'El purgatorio', un interesante libro donde desgrana muchos de sus recuerdos vividos con 'El loco de la colina'.
Quintero fracasó en Onda Cero con 'El lobo estepario'. Más tarde debutó en la pequeña pantalla con programas como 'Qué sabe nadie', 'La boca del lobo', 'El perro verde' o 'Ratones coloraos', por citar rápido y pronto. Nuestro protagonista incidía en su estilo: silencios eternos, humo de cigarrillo, cuidada puesta en escena y maneras de actor, porque, en realidad, Quintero, desde niño –él lo ha confesado– siempre ha querido ser eso, un galán de cine.
Con esos programas ganó muchísimo dinero, pero Quintero quería volar más alto, ahora en el mundo de los negocios. Abrió un restaurante-espectáculo, el Montpensier, frente al Parque María Luisa de Sevilla; posteriormente, en la calle Placentines, una emisora de radio, Radio América, y El Café de la Luna. La penúltima de sus ideas fue abrir un teatro en el centro de Sevilla, Teatro Quintero, del que se hizo cargo unos meses Gervasio Iglesias, productor de la pelicula 'La isla mínima', pero salió corriendo sin poder enderezar el rumbo de tan ruinoso negocio.
Quintero incluso pidió ayuda desesperada a Luis Pineda, el prenda-responsable de Ausbanc. Me ejecutan (...) No tengo dinero, no tengo trabajo, le llega a decir el presentador, según una conversación telefónica intervenida por la UDEF el 19 de noviembre de 2015. Hay versiones que apuntan, incluso, a que sus hijas lo han demandado por no pagarles la manuntención.
Que Jesús Quintero no fue un buen empresario lo sabe en Sevilla hasta el barbero de mi barrio. Tuvo ideas, pero, sin duda, la mejor ha sido –ya lo he dicho– su estilo personal e inconfundible ante el micrófono. Su paso por el mundo empresarial deja tras de sí un reguero de impagos, de gente insatisfecha que ha trabajado a su servicio, y de intenciones (¿buenas?) que han servido para muy poco. Una idea, ya digo, no es buena si no está avalada por los datos y el público, y el mejor –y único– aval que ha demostrado hasta ahora Quintero han sido sus maneras de comunicador.
El humorista Pepe da Rosa, ya fallecido, maestro de la rima fácil y la ironía, terminaba sus actuaciones a ritmo de tanguillo, con una frase que repetía con desparpajo: Estas son las cosas de Pepe da Rosa... Estas son las cosas de Pepe da Rosa...”. Resulta, mireusté, que el maestro Quintero también tuvo las suyas...