MONNET & CO.
Blinken en China
El secretario de Estado aspira a mantener las líneas de comunicación e impedir que la relación llegue a estar fuera de control
Sostiene McCarthy
Contraofensiva

La visita de Antony Blinken a Beijing permite tomar la temperatura a la relación entre Estados Unidos y China. Tras el incidente de los globos espías y las tensiones en el estrecho de Taiwán, se han multiplicado los contactos para evitar una escalada. ... No es tarea fácil: Xi Jinping está dispuesto a encontrar el momento de quedarse con la isla y ser aclamado como el gran reunificador. Se ha convertido en un líder vitalicio, más nacionalista y asertivo que sus antecesores y quiere llegar a ser una figura histórica de la envergadura de Mao Tse Tung o Den Xiaoping. En la mejor tradición imperial, entiende la relación de China sus vecinos a través de la jerarquía y el vasallaje, una vez ha pasado el siglo de la humillación provocado por el colonialismo europeo.
La acumulación de problemas domésticos —económicos, políticos, sanitarios— merma la proyección internacional china. No obstante, la alianza sin límites con Rusia es una apuesta de largo plazo. Xi mantiene el apoyo a Vladimir Putín con importaciones de energía y la difusión a través de sus medios de un relato prorruso sobre la invasión de Ucrania. Un punto de coincidencia con Washington es la presión continuada sobre el Kremlin para que no utilice armas nucleares contra Ucrania.
Antony Blinken, por su parte, ha rebajado las expectativas creadas por su visita. Aspira a mantener las líneas de comunicación e impedir que la relación llegue a estar fuera de control. Es un continuador de la idea de uno de sus antecesores, George Schultz, la diplomacia como jardinería.
Pero el verdadero arquitecto de la doctrina sobre China es el consejero de seguridad nacional, Jake Sullivan, más influyente y agresivo. Este abogado de origen irlandés quiere rebajar la dependencia económica occidental del gigante asiático, repensar el multilateralismo y desarrollar una política industrial proteccionista. La seguridad, y no tanto la prosperidad, es lo prioritario, un giro entendido desde un cierto fatalismo. El año electoral en Estados Unidos acentuará los discursos nacionalistas y complicará las cosas. Mientras tanto, es urgente fortalecer las bases de una convivencia pacífica entre los dos competidores por la hegemonía planetaria.
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