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El síndrome de Asperger: comprensión, inclusión y apoyo para una sociedad más justa
Pilar Orrego, gerente de la Asociación Asperger TEA Huelva, explica que el trabajo de su entidad se basa en una visión integral del tratamiento, que no se centra únicamente en la terapia individual
El hogar de las oportunidades

El síndrome de Asperger no es una enfermedad ni una limitación insuperable, sino una manera diferente de interpretar y relacionarse con el mundo. Con el apoyo adecuado, las personas con Asperger pueden aportar habilidades valiosas y perspectivas innovadoras a la sociedad. Sin embargo, el mayor reto no está en su forma de ser, sino en la falta de comprensión y adaptación del entorno.
Pilar Orrego, gerente de la Asociación Asperger TEA Huelva, explica que el trabajo de su entidad se basa en una visión integral del tratamiento, que no se centra únicamente en la terapia individual, sino en la intervención en todos los ámbitos de la vida de la persona con Asperger. «No solamente el recurso sea la terapia, sino trabajar con el entorno de la persona con autismo. Intervenimos a nivel individual con el usuario, a través de terapias individuales y grupales. Hay un plan terapéutico acordado con los padres. En el colegio, hay tutorías con los tutores e intervención con los compañeros», señala Orrego.
Uno de los aspectos clave de la inclusión es la sensibilización en el entorno escolar. «Cuando al niño se le diagnostica y está preparado para asumirlo, siente tranquilidad y se identifica con lo que le ocurre. Ya no se siente raro. Estas intervenciones en colegios son fundamentales para su integración. Cuando los compañeros conocen y comprenden su realidad, hay una mayor aceptación», subraya Orrego.
La información, clave para la inclusión
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La falta de conocimiento sobre el Asperger genera barreras sociales y contribuye al aislamiento de quienes lo viven. Muchas veces, sus dificultades para interpretar el lenguaje no verbal, su tendencia a la literalidad o su incomodidad en situaciones sociales son malinterpretadas como falta de interés o empatía, cuando en realidad solo expresan sus emociones de manera diferente. «Obviamente, la información es la mejor herramienta que tenemos. Algo que se desconoce es algo que se teme. Dar a conocer esta condición es clave para que sea aceptada desde el conocimiento», enfatiza Orrego.
Desde la Asociación Asperger TEA Huelva también trabajan en la integración de personas adultas con Asperger en el ámbito laboral. «Son personas muy capacitadas, pero a la hora de una entrevista de trabajo o de mantener el puesto, lo social tiene mucho peso. Trabajamos en red con otras entidades para facilitar su integración laboral», comenta Orrego.
Para fomentar la autonomía, la entidad ha puesto en marcha programas como el Piso Lanzadera, en colaboración con la Caixa, que ayuda a los jóvenes con Asperger en la transición hacia una vida independiente. «Durante su estancia en este piso, adquieren habilidades domésticas y de vida diaria con el apoyo de un equipo de profesionales, compuesto por una psicóloga, una integradora social y un monitor», explica. Además, destaca que muchas de las normas sociales que los neurotípicos aprenden de manera natural, las personas con Asperger deben incorporarlas de manera consciente, lo que puede ser un desafío.
Apoyo a las familias y sensibilización empresarial
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El proceso de diagnóstico del síndrome de Asperger o autismo de grado uno puede ser complicado y muchas familias llegan a las asociaciones sin ningún tipo de apoyo. «Las terapias son caras y no todas las familias pueden permitírselas», reconoce Orrego. Para atender estas necesidades, la asociación trabaja en programas como Escuelas de Familia, que ayudan a los padres a comprender y gestionar la situación de sus hijos. También han puesto en marcha el programa Acción Social, dirigido al tejido empresarial de Huelva, con el objetivo de sensibilizar a las empresas y fomentar su colaboración a través de donaciones o programas de inclusión.
El camino hacia una sociedad más inclusiva aún es largo, pero la clave está en la información, la empatía y el compromiso colectivo. Como concluye Orrego: «Comprender y aceptar la diversidad no solo enriquece a la persona con Asperger, sino a toda la sociedad».