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La Virgen de la Cinta se pasea entre el clamor de los onubenses
La patrona de Huelva presidió su Procesión Solemne por las calles del centro de la ciudad en la jornada previa a su festividad y su regreso al Santuario de la Cinta
Huelva inunda de flores el Santuario de la Cinta
El más bello amanecer junto a la Virgen de la Cinta

Un perfume a nardos inunda el centro de la ciudad. Un remanso de paz anida en los corazones de los choqueros. La Virgen de la Cinta ha procesionado por las calles de la ciudad de la que es alcaldesa perpetua y sus devotos hijos cinteros vuelven a casa con el alma llena y la melancolía del que sabe que los días grandes junto a la Patrona de Huelva van llegando a su fin.
La procesión solemne de la Virgen de la Cinta ha marcado esta jornada previa a la fiesta de la Natividad de la Bienaventurada Virgen María, día marcado en rojo en el calendario cintero. Una procesión con la que Huelva se echa a las calles, llenando las aceras del breve itinerario que recorre la patrona. Precisamente el itinerario era novedad, a medias, este año, ya que tras la finalización de las obras de la Plaza de la Merced, la Virgen recuperaba el callejera habitual de este día, llegando hasta la Parroquia de la Purísima Concepción para volver a la Catedral.
Bajo un cielo cubierto de nubes y la amenaza de la lluvia presente en el rostro de los miembros de la junta de gobierno de la hermandad patronal, daba inicio la procesión. Las nubes cargadas del líquido elemento decidían dirigirse hacia provincias vecinas y, en un año tan marcado por la lluvia en lo cofrade, la Virgen de la Cinta sí podía presidir su procesión.
La cruz alzada marcaba la senda que seguía el largo cortejo que antecedía a la patrona. Las hermandades de gloria y penitencia de la ciudad, con sus guiones y banderas corporativas, daban color al cortejo. No faltaban tampoco las representaciones de las instituciones civiles y militares de la ciudad, con el presidente de la Diputación, David Toscano, y la alcaldesa de Huelva, Pilar Miranda, bajo mazas. También participaron en el cortejo los presidentes de los distintos consejos de hermandades y cofradías de la capitales andaluzas, quienes durante este fin de semana han asistido en Huelva a uno de sus anuales encuentros.
La procesión solemne es día de sacar el chaqué del armario y lucir la mantilla para acompañar a la Virgen de la Cinta. Así lo hacían muchos de los hermanos de la Hermandad de la Cinta y también las diferentes instituciones que, de manera aun más especial, guardan estrechos lazos de unión con la patrona, como son son la Real Sociedad Colombina Onubense o las hermandades de Pasión, la Esperanza o la Victoria.
Como viene sucediendo en los últimos años, varios miembros del Cabildo Catedral antecedió las andas de la patrona acompañando al obispo de la Diócesis de Huelva, Santiago Gómez Sierra. La presidencia daba señales de despedida. El hasta ahora rector del Santuario de la Cinta, Andrés Vázquez, se despedía oficiosamente de la hermandad antes de emprender su partida hacia tierras palmerinas, donde desempeñará a partir del próximo curso su labor sacerdotal.
La Virgen Chiquita brillaba en sus andas procesionales, joyero de plata que entre los orfebres Seco Velasco y Jesús Domínguez cincelaron para cobijar al más preciado tesoro de la ciudad. Unas andas exornadas a base de nardos, en sus frondosas esquinas y en las jarras que decoraban los costeros, cedidas este año por la Hermandad Sacramental de Pasión, su exorno floral más tradicional.
A los sones del himno nacional salía la Virgen de la Cinta a la calle, ante una abarrotada plaza que lucía como estreno su nueva fisonomía. Huelva hacía suya la plaza y mostraba una imagen de multitud que no se podía dar años atrás. La Banda Sinfónica Municipal de Huelva interpretaba Corazones Cinteros a la salida del paso, ejemplo de un repertorio muy choquero que interpretó durante todo el recorrido, con diversas marchas dedicadas tanto a la patrona como a otras imágenes marianas de la ciudad.

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