Víctimas de la falsa dentista de Dentaluz hablan: «Lo que hacía era destruir bocas y trincar el dinero»
Denuncian el daño físico y psicológico sufrido a raíz de la mala praxis de la responsable de la clínica
«Me sacaban la dentadura, me cortaban la encía crecida, me dejaban sangrando, me colocaban la provisional y me mandaban para casa», dice una afectada
Algunos no se han sentido respaldados por el Colegio de Odontólogos y recuerdan que ellos fueron los primeros en denunciar por lo penal
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La Clínica Dentaluz, situada en la calle José Fariñas de Huelva, ha sido la casa de los horrores para un número creciente de afectados por la falsa dentista que ejercía sin tener la titulación y que además tenía contratado a un profesional inhabilitado. La propietaria del centro fue detenida y van saliendo a la luz testimonios de las personas que soportaron las consecuencias.
Además de ver robadas sus sonrisas, han sufrido daño físico, con dolores e imposibilidad de comer con normalidad, y psicológico, así como un perjuicio económico. Varios de ellos relatan con dolor y rabia a Huelva24.com cómo era el modus operandi de la persona detenida y sus trabajadores, que habitualmente indicaban que había que retirar todos los dientes para colocar implantes, cobraban por adelantado el dinero en efectivo o mediante una financiación y después no cumplía con los plazos, los dilataba, y realizaba tratamientos mal ejecutados e incompletos.
«Lo ha hecho con dolo, sabiendo que está mal»
Uno de los afectados, Juan Rebollo, tras vivir además de su caso los de de su mujer y su hija y conocer otros similares, resume lo ocurrido. «Lo que hacía era destruir bocas y trincar el dinero», asegura y sentencia que «nos ha hecho un daño horrible a todos nosotros. Lo ha hecho con dolo, sabiendo que está mal y porque se beneficia».
Indica que han denunciado unos doce afectados y que «tiene que haber más». Él denunció por lo penal el 10 de julio de 2024 por negligencia médica, estafa y mala praxis y la Policía se puso en contacto con él en octubre. No obstante, asegura que puso en conocimiento de lo que ocurría al Colegio de Odontólogos el 25 de mayo de 2023 y que su abogado no respondió a las expectativas, por lo que en vista de la situación denunció.
«La verdad es que el colegio me defraudó y no deberían ponerse ahora las flores, porque los promotores de las denuncias hemos sido nosotros, que nos sentimos abandonados por ellos. Estuvimos rogándole al abogado, pero no se han preocupado de nuestra salud dental», expresa y apunta que «muchos no quieren denunciar. Les da miedo o no saben y el Colegio de Odontólogos debería defender los derechos del pacientes y no lo ha demostrado».
Juan inició un tratamiento en esta clínica a finales de 2019, donde le indicaron que tenían que ponerle cinco implantes en la parte superior de la dentadura y cuatro en la inferior. Le intervinieron en los dientes de arriba y le colocaron unos implantes provisionales. Pasó la pandemia y le pusieron muchas excusas, por lo que no le colocaron la dentadura de porcelana hasta octubre de 2020.
A partir de ahí, «empieza la odisea», asegura, porque no conseguían apretarla y anclarla bien. «La dentadura tenía un baile y cada vez que iba eran pinchazos y pinchazos de anestesia en el paladar que dolían lo más grande y una y otra vez tenía que ir porque se aflojaba». Considera que «claramente había una mala praxis, porque no tomaron bien las medidas».
Siguieron con el tratamiento y le intervinieron en la parte de abajo aún con problemas en la parte de arriba. Los plazos siguen siendo amplios y en un momento dado se rompe uno de los tornillos de un implante. «La supuesta intrusa, dueña de la clínica, me atiende y no es capaz de rescatarme el tornillo y dice que no se puede y que me aguantara con la destrucción que tenía y me dijo que era mi problema. Después de destrozarme la boca, te dejan con los provisionales, juegan con tu dinero y te ponen a esperar años», describe.

«La mordida la tengo cruzada. Me pego bocados por dentro y no me pueden quitar la dentadura porque está encajada»
Juan Rebollo
Afectado
«Hoy en día la mordida que tengo no es la correcta, está mal, cruzada. Me pego bocados por dentro y no me pueden quitar la dentadura porque está encajada. La parte de abajo no la tengo acabada y está hacia adelante y la de arriba hacia atrás. Arriba me limó los dientes y me rompió la porcelana», denuncia Rebollo, que recuerda que «me dijeron que estaba perfecto y que la parte de abajo no se tiene que quitar para nada, cuando la realidad es que eso se quita y se limpia cada seis meses. Me dijeron que era así para toda la vida».
Este afectado indica que «yo estoy mal, pero hay personas que están peor, que están sin dientes. Hay verdaderos desastres». En su caso celebra que el próximo 8 de abril tiene cita con un médico forense, según le notificó por carta el juez del caso.
Aún le toca esperar para este paso a su mujer Mari Ángeles Blanco, que tiene problemas desde junio de 2022. Tenía movilidad en algunas piezas, pero en la clínica le dijeron «sin hacerme estudio ni nada» que le tenían que «extraer todos los dientes de la boca, cuando se supone que un profesional intenta siempre salvarte las piezas». En un día le quitaron todos los dientes de la parte de arriba de la boca y a los 15 días la otra parte.
Esta señora, que padece una enfermedad de crohn y otras patologías, recuerda que advirtió de que no podía tomar ciertos medicamentos y comenzó a tener inflamaciones. «Se me puso la boca malísima. No podía con el dolor», expone y añade que «no podía comer, me notaba un desequilibrio en la mordida».
Pasaron los meses soportando esos «implantes fallidos», que le generaron inflamaciones e infecciones. No los tenía bien colocados y se le quedaban restos de comida. Tiene además un agujero tras la prótesis. Seguía sufriendo mientras le daban repetidas largas en la clínica pese a su insistencia y la gravedad de su situación.
«Me sacaban la dentadura, me cortaban la encía crecida, me dejaban sangrando, me colocaban la provisional y me mandaban para casa y que tomara antibióticos. Se me partió seis veces y me lo pegaba con Loctite, y luego me sabía la saliva a pegamento», revive con lo vivido con dolor. Ya suma 37 meses con la dentadura provisional.

«Psicológicamente estaba fatal. Me daban ataques de ansiedad»
Mari Ángeles Blanco
Afectada
«Psicológicamente estaba fatal. Me daban ataques de ansiedad, sufriendo además el daño de mi marido y de mi hija con los brackets, que no le quedaron bien», expone. Ya en mayo de 2023, gracias a una amiga odontóloga, conocen que la directora de la clínica no es «ni odontóloga ni higienista» y entonces se ponen en contacto con el Colegio de Odontólogos, que les hizo seguir acudiendo a las citas. «Hemos sido sus detectives privados», lamenta.
«Tenía la boca destrozada, inflamada, en carne viva, y encima al reclamar los implantes que me había puesto de menos me dijeron que eran invisibles y se quedan con el dinero», relata Mari Ángeles, que encima, como su marido, recibió malas contestaciones y gritos. «Te hablaban mal para que te cansaras y no fueras más. Ellos ya habían cogido el dinero», apunta. Ella piensa de su caso que «se podían haber salvado más piezas pero lo quitaron para sacar más dinero, como le ocurrió a mi marido y otras personas». «Cuando careces de tu boca te das cuenta de que son muy necesarias tus piezas», agrega.
Como a su marido, a Mari Ángeles le daban largas y pasaban meses sin avanzar en el tratamiento, por lo que le crecía la carne y se le enterraban los tornillos de los implantes y le cortaban con el bisturí. «Me de decían que no me quejara tanto», rememora sobre la directora del centro, que «tocaba los tornillos, ponía anestesia y operaba». También denuncia que «la recepcionista engañaba a todo el mundo» y que «la higienista no tenía ni el graduado escolar». En consecuencia, a cada cita iba «con miedo y temblores, insegura. Tenía pánico».
«He llorado mucho y lo he pasado muy mal psicológicamente y enfermaba, se me irritaba más aún el colon. Cuando esa mujer me tocaba era como si me taladrara el cerebro. Una de las veces que me estaba hurgando, apretaba sin sentido y me colocó el pie en mi estómago», describe esta afectada.
Valora que el abogado asignado de oficio tras su denuncia por lo penal ha sido «muy humano y en poco tiempo nos ha dado más aliento y guía», mientras que insiste en que desde el colegio oficial no les han ayudado como era deseable.
«¿Ahora en quién confías? Quieras que no tienes miedo después de lo que ha pasado»
Mari Ángeles Blanco
Afectada
«¿Ahora en quién confías? Quieras que no tienes miedo después de lo que ha pasado. Es algo que nos ha traumatizado. Yo me pregunto cómo llegan a ejercer estas personas sin título ¿quién lo ha permitido? y por qué cuando hay denuncias no se actúa de inmediato. Está jugando con la salud pública», expone y subraya que periodo que están pasando es «durísimo» y encima con un gasto económico enorme. «Queremos ver algo de luz en todo esto, porque es como una amputación. Ya no lo tienes en toda tu vida y siguen llegando casos de personas que les han extraído la boca entera», reclama.
Mayores sin dientes
«Lo que queremos es que no vuelva que ocurrir y no se dañe a más personas. Muchos afectados son del barrio y me dan lástima especialmente las personas mayores que se han quedad sin dientes», asegura Mari Ángeles, que acumula dolor y rabia. «Lo he pasado tan mal que me planteo una dentadura de quita y pon. Además los precios de 2019 no son los de 2025. ¿Qué hago? ¿vendo el piso?».
«Mi marido podría haber muerto por tragarse un destornillador»
Rocío Castro
Rocío Castro ha pasado «lo más grande» con su marido desde 2002. A él le iban a poner implantes en la parte superior de la boca y luego en la de abajo y en una intervención, mientras operaban se tragó un destornillador. «Mi marido podría haber muerto por tragarse un destornillador o tener perforados los pulmones y no se preocuparon. Luego entendí por qué, ya que quien lo hizo estaba inhabilitado», recuerda. Acudieron a Urgencias y se tuvo que quedar ingresado hasta que expulsó la herramienta. Tuvo suerte de no tener más complicaciones.
Tras hacerle la operación, entre 2022 y 2023, no avanzaron en el tratamiento. «Cada vez que llamaba para que nos atendieran era una pelea, un sinvivir», revela pese a haber entregado con mucho esfuerzo una gran cantidad de dinero, a los que se sumaron más extras, como unos 2.000 euros por unas pruebas.
La boca totalmente doblada
«Cada vez que llamaba me subía la tensión porque pasaban los meses y me daban largas», recuerda Rocío, que batallaba para que le colocaran los implantes definitivos a su marido, que tiene «la boca totalmente doblada». Cuando lo reclamó, en diciembre de 2023, le contestaron que «más doblada la tienes tú». Llegó marzo de 2024 en la misma situación. «A una señora que estaba por allí le dije que ni se le ocurriera hacerse nada en esa clínica fantasma y seguro que se habrá acordado de mí», asegura.
En su caso sí considera que el Colegio de Abogados les han guiado bien. Tuvieron consulta con otros especialista y les detallaron que «todo lo que tenía mal». No obstante, cursó la denuncia con los afectados antes de que actuara el colegio, no sin antes intentar llegar a un acuerdo con la persona hoy por hoy detenida, que se burló de ella. Ahora están a la espera de que se les asigne un abogado de oficio.
«Hemos pasado mucho, pero sabemos que hay lo más grande y que saldrá a la luz», avisa Castro. Además de las víctimas entre los clientes, se han visto afectados empleados, proveedores y el propietario del alquiler del local de la clínica. Todos ellos esperan a que se haga justicia.