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Vicente Quiroga, una historia de cine entreverada de radio: «Moriré con las botas puestas»

Cuando llegó a Huelva desde las sierras salmantinas, confiesa que de inmediato quedó deslumbrado por la inmensa luz y la belleza del paisaje de aquella Huelva sin fábricas y su fascinante horizontalidad

Socio de honor de la Asociación de Escritores y Críticos de Cine de Andalucía, Vicente Quiroga ha estado hasta hace bien poco y durante cincuenta y cinco años seguidos ejerciendo la crítica cinematográfica

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Vicente Quiroga m.g.
Bernardo Romero

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Son muchos los onubenses que conocen, reconocen y vinculan la voz de Vicente Quiroga Juanes con su ciudad, con su provincia a través de las ondas sonoras, con la de este salmantino que ha tenido a Huelva por bandera y desde varios apartados distintos, pues no sólo periodista ha sido el popular don Vicente. Popular por ser persona conocida, pero también por su vinculación con una emisora de radio de cuyo equipo fundador formó parte allá por 1960.

En la Cope se inició como redactor, pasando en poco tiempo a realizar labores de locución, montaje musical, redactor jefe, responsable de programación y finalmente hacerse cargo de la subdirección, al lado del eterno José María Roldán, el cura melómano y hombre culto del que Vicente, como todos quienes le conocimos, guarda un entrañable y respetuoso recuerdo. Vinculado al periodismo desde siempre, su formación primera fue la de Economía y a continuación la de Humanidades en la especialidad de Cultura Clásica. Salmantino y onubense a un tiempo.

- ¿Cómo fue tu llegada a la radio?

- Yo empecé mi trabajo en la radio a los 17 años escribiendo guiones para un programa juvenil en Radio Nacional, en el que nos iniciamos profesionales tan conocidos y prestigiosos después como Ricardo Bada, Manuel Peral y Plácido Llordén, estos dos últimos ya fallecidos y con quienes también jugué al baloncesto. Un día el narrador de esos guiones nos falló y mis compañeros me animaron a sustituirlo. Les gustó a todos y me asignaron ese cometido, que, sinceramente, es el que más he apreciado en mi larga vida radiofónica (tengo vocación de salmista). Así empezó mi trabajo en la narración y la locución que entre otras diversas labores he ejercido en la radio. En Radio Popular (Cope Huelva) de cuyo equipo fundacional formé parte y que alterné con mis estudios en Madrid. En este aspecto me considero un todo terreno, sin ningún tipo de presunciones. He tenido que hacer retransmisiones en situaciones muy complejas. Recuerdo, entre otras, la primera que se hizo en directo de la Romería del Rocío, y sin línea de retorno, ya que era la única línea telefónica –la que entonces se utilizaba– que había en la aldea de uso exclusivo de la Guardia Civil, desde el tejado de la ermita provisional que se construyó eventualmente, mientras se edificaba la actual basílica.

- Qué razones te llevaron a arribar al puerto de Huelva y, sobre todo, ¿cómo fue eso de largar el ancla en estas orillas?

- Las razones fueron absolutamente familiares. Recuerdo el día que llegué a Huelva recién estrenadas mis vacaciones tras los exámenes en Salamanca en pleno mes de julio. De la antigua estación de Sevilla me dirigí al muelle donde tomé la canoa hacía Punta Umbría y allí pasé mi primer verano en esta bendita provincia. De inmediato quedé deslumbrado por la inmensa luz y la belleza del paisaje de aquella Huelva sin fábricas y su fascinante horizontalidad.

La Punta Umbría en la que desembarqué era una Punta Umbría salvaje y paradisíaca, sin asfalto, todo arena y embebido como estaba con mis lecturas de Somerset Maugham, me creí en los Mares del Sur. Después, durante mis estudios en Madrid, venía sólo en vacaciones, hasta que pocos años más tarde, entre la radio y una bellísima rubia que me cautivó y con la que llevo más de 66 años, seis de noviazgo y sesenta de matrimonio, me quedé en Huelva para siempre. Eso sí, sin olvidar mi Salamanca natal, mágica y monumental, cuya grandiosidad sigue esplendorosa a pesar de que los malditos franceses nos destruyeran un tercio de su monumentalidad en la Guerra de la Independencia.

- Además de periodista, el cine ha sido una de tus pasiones, siendo un reconocido crítico cinematográfico, con sobrados reconocimientos, como el de ser Socio de Honor de la Asociación de Escritores y Críticos de Cine de Andalucía.

- Sí, ha sido una de mis ocupaciones a la que he dedicado cincuenta y cinco años ininterrumpidos. Empecé en la radio haciendo programas con el inolvidable Santiago Cotán, que era un gran conocedor y profesional de la cinematografía, y en la crítica que luego inicié en el diario Odiel hasta su desaparición y continué hasta hace unos años en Huelva Información.

- Tu ayudaste a poner en marcha Radio Popular, hoy Cope Huelva, y a la década siguiente formas parte de otro inolvidable equipo, el que logró poner en marcha un festival de cine que llegó a ser de los más importantes en el panorama internacional, el Iberoamericano.

- Sí, lo de Radio Popular, que es como se llamaban las emisoras hoy de la COPE, fue aquí una innovación notable en la actividad radiofónica. En aquel grupo inicial en el que estaba junto a Ricardo Bada, Manolo Peral, Manolo Marín y Fernando Guinea – que ya teníamos una experiencia en la radio y habíamos hecho teatro y otras actividades culturales–, con José María Roldán, un sacerdote de un dinamismo creativo y preparación en todos los órdenes realmente notables, emprendimos un concepto de radio innovador muy distinto a la fórmula habitual en las emisoras provinciales con experiencias renovadoras y en cierto modo rupturistas. Poco después junto a cinéfilos tan cualificados como el mismo José María Roldán, Antonio Farré y José Luis Ruiz, formé parte de aquel grupo inicial que hizo posible el 'Cine Club Huelva' para brindar a los onubenses un cine distinto, más adulto, más comprometido con su tiempo y que no era posible ver en los circuitos comerciales. Fue el embrión de lo que sería en 1975 el Festival de Cine Iberoamericano, liderado por José Luis Ruiz, un infatigable dinamizador de la cultura en Huelva.

- Tendrás recuerdos, de grandes estrellas del séptimo arte, la lista sería interminable.

- Sí, porque en aquellos años florecientes del certamen pasaron por él las figuras más relevantes de la cinematografía de España y de Iberoamérica. Además, el festival prodigó ese cine de base literaria y permitió la presencia también de los más famosos

Recuerda la efervescencia cultural que trajo el Iberoamericano, cuya semilla contribuyó a regar: «Aquí estuvieron tres premios Nobel: Cela, Saramago y Vargas Llosa; junto a autores como Juan Carlos Onetti, Alberti o Cabrera Infante, entre otros»

escritores cuyas obras se han llevado al cine. Aquí estuvieron tres premios Nobel: Camilo José Cela, José Saramago y Mario Vargas Llosa, junto a autores como Manuel Puig, Juan Carlos Onetti, José Donoso, Rafael Alberti, Álvaro Mutis, Guillermo Cabrera Infante, Luis Sepúlveda y otros más junto a escritores españoles que participaron en mesas redondas sobre cine y literatura, compartidas con prestigiosos cineastas de España e Iberoamérica. Recordar a tantos directores, actores y actrices presentes aquí, desde Luis Buñuel a María Félix, por ejemplo, excede del espacio de esta entrevista.

- Tus críticas de cine siempre fueron esperadas por los cinéfilos onubenses, pero además has sido articulista, corresponsal de Radio Nacional, de ABC de Madrid, Europa Press y hasta has escrito programas para el Area Informativa de La Voz de Alemania, la Deutsche Welle, que desde Colonia transmitía para toda Iberoamérica.

- Unas cosas son consecuencia de otras. Era una época en que no éramos muchos los que nos dedicábamos a la comunicación. El contacto con otras instancias y en cierto modo lo que pudieran suponer los méritos personales –perdón por la presunción–, pudieron influir en mi incorporación a esas corresponsalías y a otras más circunstanciales. La verdad es que todas me llegaron sin yo solicitarlas y que acepté a instancias de sus dirigentes y buenos colegas en la información. La de la Voz de Alemania fue a través de mi entrañable Ricardo Bada, que trabajaba entonces en su Servicio de Transcripciones para Iberoamérica. Todo ello implicaba un trabajo a veces agotador y muy sacrificado, pero en aquellos años jóvenes uno sacaba tiempo para todo y sin agobios. Así es el mundo de la información.

- Lo de ser maestro de periodistas no es sólo un apelativo honorífico. Además de haber sido presidente de la Asociación de la Prensa en Huelva, fuiste profesor de Técnicas de Comunicación en el Centro Español de Nuevas Profesiones.

- Lo siento, no tengo más remedio que agradecerlo, pero no me gusta ese apelativo. Me produce un gran rubor porque no soy maestro de nada y nunca he pretendido serlo. Con aciertos y errores he tratado de desempeñar mi trabajo profesional y otros

«No soy maestro de nada y nunca he pretendido serlo. Con aciertos y errores he tratado de hacer mi trabajo con la mejor voluntad y empeño. Eso sí, en la radio he sido un todoterreno»

con mi mejor voluntad y empeño. Eso sí, en la radio he sido un todoterreno que he realizado diversos cometidos simultáneamente. Sí siento una particular satisfacción de mis años como presidente de la Asociación de la Prensa, tras sustituir a Ángela Blanco, como vicepresidente que era. Tras su marcha de Huelva, fui elegido en las siguientes elecciones, en un momento muy complejo en mi vida profesional. Ser elegido por tus compañeros es siempre un orgullo. Con un magnífico equipo en la Junta Directiva revitalizamos la asociación con logros sin precedentes.

- El Ayuntamiento de Almonte decide nombrarte cronista oficial de la romería del Rocío, ¿de ahí saldría tu reflexión literaria sobre treinta años de romerías en la aldea almonteña?

- Sí, fue un honor ser el primer cronista de la romería, en lo que después me han seguido cronistas muy famosos y de todo prestigio, especialmente en el ámbito periodístico. Como tal cronista yo hice una crónica de rasgos entre informativos y literarios de la romería de aquel año, pero también de mis más de treinta años consecutivos en la información de este acontecimiento único de la devoción mariana que me ha deparado siempre experiencias y recuerdos muy emotivos e inolvidables.

- Después de tantísimos años de profesión, no abandonas el teclado. Antes delante de la Olivetti y ahora de un ordenador, sigues escribiendo artículos de fondo.

- Sí, continúo publicando todos los jueves una columna en Huelva Información, periódico donde he colaborado desde prácticamente su fundación, hace más de cuarenta años y donde he ejercido, además de la crítica de cine, para lo que fui requerido por la dirección, como articulista y luego como columnista en lo que sigo hasta que Dios quiera. Me temo que moriré con las botas puestas.

Así es Vicente Quiroga, una sonrisa educada hasta para reñirte por llamarle maestro, y una referencia propia de un cinéfilo para cerrar una entrevista. Ahí sigue, frente al teclado. Recuerdo que hace muchos años, en los inicios del Festival de Cine Iberoamericano, me quejaba del mucho trabajo que por aquel entonces nos daba la organización de la muestra cinematográfica, cuando con poco dinero y muchas ganas Huelva logró hacer un certamen que fue referencia en el mundo del cine y puerto de entrada para las producciones del otro lado del mar en Europa. Vicente me dedicó una sonrisa amable pero seria, como sólo él sabe hacer, y me advirtió que, si me quería dedicar a esto del periodismo, lo primero que debía saber es que el horario de un periodista es muy simple: se trata de estar trabajando todo el santo día.

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