Tarque, diabólico instrumento del rock en Huelva

La voz más representativa del género en español es un animal del escenario que hizo vibrar a la Casa Colón con su rotunda fuerza y carisma

Estuvo acompañada por el potente sonido de la Asociación del Riff, con un Carlos Raya siempre inspirado a las guitarras

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Final del concierto de Carlos Tarque y su banda en la Casa Colón de Huelva P. C.
Mario Asensio Figueras

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Los caminos del rock son inescrutables pero quien los recorre sin descanso se gana un status. Cambiar el alma por la más sagrada energía musical, es un pacto que siempre firma cada vez que pisa un escenario Tarque, Carlos Tarque, que de 007 tiene la segura arrogancia de que la película acabará como planea.

Este rockstar made in Murcia tiene en los bolsillos algo de Bruce Springsteen, de Jagger y de Axl Rose, de Robert Plant, de Jim Morrison y Kravitz. Es el arquetipo del rockero en la pose pero con el arma secreta de un instrumento muy por encima de la media. Enarbola un estilo propio con una voz inconfundible y un gran carisma, un sello de autenticidad. El rock supremo se manifiesta a través de su cañón vocal, su diabólico instrumento. Proyectada desde su garganta cualquier canción gana peso, temperatura y electricidad, guiada por un espíritu volcánico, un impulso que comparte con su banda, la Asociación del Riff, formada por los geniales Coki Giménez a la batería, 'Chapo' González al bajo y Carlos Raya a las guitarras.

En una cadencia constante, sin apenas charlar, el artista dejó que la banda sonora de la noche hablara por sí misma. Pisó fuerte las tablas de la Casa Colón y conquistó a un público deseoso de buenas vibraciones. La última vez que estuvo aquí fue en formato dúo, en acústico en mitad de la pandemia, en 2021. Más allá de M-Clan hay vida y demostró que tiene mucho que ofrecer. Se despojó de los aires de la ELO y el pop rock de su etapa anterior para quedarse con lo esencial, la raíz, el rock and roll más puro, crudo y rotundo, con guitarras de filo atronador y músculo en la base del bajo y la batería, estribillos pegadizos para cantar a pleno pulmón sintiendo la electricidad bajo la piel.

Tarque derrapa pero nunca frena. Sigue llevando entre las piernas la moto aparcada en la puerta. Muy en forma, no para de moverse, de agacharse y saltar. Y en mitad de la orgía de decibelios se detiene, abre los brazos mesiánicamente con la mirada hacia arriba, como queriendo despegar con el impulso rítmico de los aplausos. Y coleccionó muchos.

Imagen principal - Diferntes momentos del concierto de Tarque y la Asociación del Riff en la Casa Colón este martes
Imagen secundaria 1 - Diferntes momentos del concierto de Tarque y la Asociación del Riff en la Casa Colón este martes
Imagen secundaria 2 - Diferntes momentos del concierto de Tarque y la Asociación del Riff en la Casa Colón este martes
Diferntes momentos del concierto de Tarque y la Asociación del Riff en la Casa Colón este martes M. A. F.

Ejerció de maestro de ceremonias para el ritual más elevado. Potencia, timbre y garra, con deje canallesco en una voz de narrador omnisciente de canciones donde pupulan personajes de mal vivir con historias interesantes, bordeadores de desfiladeros, escapistas, pirómanos y megalómanos, antiheroes con problemas con el alcohol y la policía, sufridores por amor que no lloran y aprietan los dientes entre moteles de carretera y oscuros tugurios. Es la cosmogonía de un estilo clásico que interpreta a la perfección.

Canciones a todo trapo

Tarque desató el animal del escenario que lleva dentro. Derrochó contundencia, seguridad e intensidad para remarcar que es el intérprete más representativo en español de este género. Pisando el acelerador recorrió temas de sus dos discos en solitario y se permitió mirar brevemente por el retrovisor a M-Clan. Desgranó con fuerza 'Heartbreaker', 'Bombas en son de paz', 'Mar de Whisky', 'Credo', 'Piel de toro', 'Donde nace el rock and roll', entre otras. Reservó para el final 'Ahora y en la hora' y 'He vuelto para veros arder'. En medio se marcó un convicente homenaje a 'Helter Skelter', la pieza más heavy de los míticos Beatles.

Con estos temas navegaron banda y publico. En la misma onda, sobre la misma ola, para quemar la noche bajo el techo de la Casa Colón, en el que rebotaban ecos de una voz portentosa, impactos de batería, riffs y punteos que son punto y a parte en las manos de Carlos Raya, simplemente el mejor.

En una época en la que la vanguardia musical va dejando atrás lo clásico, parece diluirse aquello de que 'los viejos rockeros nunca mueren'. Vino a recordarlo Tarque, que se gana la eternidad entregándose cada noche como si fuera la última.

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