Los sanitarios estallan con una protesta sin precedentes a las puertas del hospital Juan Ramón Jiménez de Huelva
El detonante, la no activación del Plan de Alta Frecuentación, lo que ha colocado al personal del centro al borde del colapso
La llamada de auxilio de los trabajadores del Juan Ramón Jiménez: «No podemos más, estamos extenuados»
Más de 300 profesionales de la sanidad pública han protagonizado esta mañana una protesta sin precedentes a las puertas del hospital Juan Ramón Jiménez. La manifestación, que ha surgido de manera espontánea y sin el respaldo de sindicatos ni partidos, refleja el hartazgo del personal sanitario ante la saturación crónica del centro y la precariedad laboral que sufren diariamente. El retraso en la activación del plan de alta frecuentación, que permite reforzar la plantilla en los meses de mayor demanda asistencial, ha sido el detonante de esta movilización. Los profesionales, además, advierten de que la falta de personal no solo afecta a su salud mental y laboral, sino que compromete gravemente la seguridad de los pacientes.
Los sanitarios han denunciado que la planificación basada únicamente en cifras estadísticas no refleja la complejidad real de los casos que llegan al hospital, lo que agrava aún más la sobrecarga asistencial. Convencidos de que la gerencia y la consejería deben reaccionar, aseguran que este es un punto de inflexión y que no van a quedarse de brazos cruzados. Si no se adoptan medidas urgentes, seguirán movilizándose y organizando nuevas acciones para exigir mejoras en sus condiciones de trabajo y en la calidad de la atención que dan a sus pacientes.
"Se está poniendo en peligro seriamente la seguridad de los enfermos. Hemos atravesado un límite que nunca deberíamos haber atravesado"
Diego Mora
Médico intensivista y presidente la plataforma Onubenses Unidos por una Sanidad Pública de Calidad
El médico intensivista y presidente de Onusap (Onubenses Unidos por una Sanidad Pública de Calidad), Diego Mora, ha subrayado que la situación ha llegado a un límite insostenible. "La saturación de este hospital ya es una cosa crónica, pero la falta de personal está poniendo en peligro no solo nuestra salud mental y nuestra salud laboral, sino que está poniendo en peligro seriamente la seguridad de los enfermos. Hemos atravesado un límite que nunca deberíamos haber atravesado", ha señalado Mora. Destacó que la protesta ha sido una reacción espontánea de los sanitarios, sin apoyo sindical ni político –ni siquiera del propio colectivo al que él representa– y que la gerencia y la consejería deben dar una respuesta inmediata. "Han retrasado el plan de alta frecuentación basándose en cifras estadísticas de incidencia de la gripe, sin tener en cuenta la complejidad de los pacientes que llegan. Ya hemos atravesado un límite y estoy convencido de que la gerencia va a responder. Tiene que responder sí o sí", ha insistido.
El colapso del hospital es evidente en el servicio de urgencias, según denuncian los sanitarios, donde hay pacientes que pasan hasta 48 horas en una camilla a la espera de ser ingresados en planta por la falta de camas. María, celadora en el hospital, cuenta a huelva24 que "los materiales son una auténtica pena, son muy antiguos y van fatal. La carencia de camas es importantísima, con pacientes esperando en urgencias sin poder subir a planta". La sobrecarga de trabajo, explica, genera un estrés insoportable entre el personal. "Nos vamos reventados para casa, con un nivel de saturación horroroso. Esto no solo nos afecta a nosotros, sino también a los pacientes". María recalca que la situación se agrava en los meses de invierno, cuando la afluencia de pacientes con enfermedades respiratorias se dispara. "La alta frecuentación nos está asfixiando y no tenemos los recursos ni el personal suficiente para afrontarla".
Las enfermeras, que lidian con la falta de personal de manera directa, también han alzado la voz. Felisa, enfermera de urgencias, lamenta que "no hay contratos, hay bajas que no se cubren, se jubila gente y no hay reemplazos. No nos podemos poner enfermos ni pedir días. Estamos con sobrecarga de trabajo y somos menos cada vez. Nos llevamos estos problemas a casa y lo sufren los pacientes". Explica que la presión no se limita solo a la carga de trabajo, sino a la falta de descanso y el agotamiento físico y mental de los profesionales. Felisa deja claro que la situación es insostenible y que la administración debe tomar medidas urgentes. "Nos están empujando al límite, y esto está afectando a la calidad asistencial. Queremos cuidar a los pacientes, pero con las condiciones en las que trabajamos, no podemos darles la atención que merecen".
Laura, otra enfermera, se refiere al caso de su compañera Julia Leal, que está de baja por ansiedad, un reflejo de la presión que sufre el personal. Laura relata que Julia trabajaba en el equipo de endoscopias, donde además de atender urgencias, también cubría diálisis y, en ocasiones, era enviada a planta a suplir a auxiliares. "No cubren bajas, no cubren reducciones de jornada y nos mandan refuerzos de enfermería que a la media hora tienen que irse a otras áreas. En planta, cada enfermera lleva 16 pacientes, tanto por la tarde como los fines de semana. No damos abasto con las curas ni con las emergencias. Si hay una parada cardíaca o un paciente con disnea, somos dos personas para toda una planta entera. Es imposible atender a todos de manera adecuada".
Laura describe la situación que viven en el día a día: "Cada enfermera tiene asignados 16 pacientes, lo que significa que apenas tenemos tiempo para realizar todas las curas, administrar la medicación y monitorizar el estado de los enfermos. Cuando ocurre una emergencia, como una parada cardíaca o una disnea, debemos dejar todo lo demás para atenderla", lo que significa que otros pacientes quedan desatendidos. Por eso, "los usuarios nos exigen que hagamos cosas y les decimos que vayan a quejarse, que pongan hojas de reclamaciones, porque no podemos más y ellos son los únicos que nos pueden ayudar. Nosotros priorizamos y hacemos las emergencias, pero no podemos hacer más de lo que hacemos, porque no podemos más. No podemos más y necesitamos ayuda ya".
La angustia del personal es tal que, según Laura, "muchas compañeras llegan al trabajo ya con ansiedad. Yo misma tuve que tomarme dos tilas antes de empezar el turno". Explica que la sobrecarga laboral no es algo puntual, sino que se ha convertido en la norma desde la pandemia. "Nos prometieron que reforzarían las plantillas después del COVID, pero lo que hicieron fue quitarnos los refuerzos progresivamente. Ahora estamos peor que antes, sin los apoyos necesarios y con más pacientes que atender".
Los sanitarios insisten en pedir a la ciudadanía que también se movilice y denuncie la situación. "Los pacientes y sus familias deben quejarse, presentar reclamaciones. Son los únicos que pueden ayudarnos", explica Laura. Mientras tanto, el personal sanitario sigue esperando respuestas de la gerencia y la consejería. Si no las reciben, advierten que no se quedarán de brazos cruzados. "Seguiremos movilizándonos", advirtió Diego Mora, "porque hay un antes y un después de esto".