El resurgir del Molino de la Vega: medio siglo de tradición y modernidad

De marismas y naves industriales en calles de tierra, la barriada era hogar de marineros y obreros que construyeron una comunidad unida en la adversidad

Tras la desaparición de la vías del tren que lo separaban física y socialmente de Huelva y su plena integración en la capital, hoy es una de las zonas que más se beneficiará del acercamiento a la ría

El gran bulevar del Molino que conectará la ciudad con el Muelle de Levante será realidad en menos de cinco años

Comienzan las obras en el parque Robinson, en el Molino de la Vega

Panorámica aérea de la barriada del Molino de la Vega google
H.Corpa

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La inminente transformación urbanística que convertirá a El Molino de la Vega en uno de los barrios más modernos y conectados de Huelva subraya aún más el camino recorrido por esta barriada, principalmente durante el último medio siglo. Desde su aislamiento físico y social, marcado por las vías del tren y las marismas, hasta convertirse en un referente residencial, El Molino ha superado décadas de marginación gracias al esfuerzo de sus vecinos.

Originalmente, El Molino de la Vega era un área industrial ubicada en las afueras de Huelva. Su nombre proviene del histórico molino de la Vega, uno de los molinos mareales que había la zona y que estuvo dedicado durante años a la molienda de trigo. Sin embargo, el barrio estaba lejos de ser un lugar idílico. Durante décadas, fue un territorio marcado por la precariedad: calles de tierra sin nombre, frecuentes inundaciones, y viviendas humildes habitadas principalmente por trabajadores de la mar –muchos de ellos gallegos– y de la industria. Ni siquiera la luz eléctrica llegaba a todos los rincones de la barriada.

Antes

Después

Imagen después - En la imagen se puede apreciar la evolución que ha experimentado el barrio del Molino de la Vega en su fisonomía desde finales de los setenta hasta la actualidad, con su integración total en la trama urbana onubense
Imagen antes - En la imagen se puede apreciar la evolución que ha experimentado el barrio del Molino de la Vega en su fisonomía desde finales de los setenta hasta la actualidad, con su integración total en la trama urbana onubense
En la imagen se puede apreciar la evolución que ha experimentado el barrio del Molino de la Vega en su fisonomía desde finales de los setenta hasta la actualidad, con su integración total en la trama urbana onubense cica

El aislamiento físico del Molino era evidente. Las vías del tren que cruzaban la Avenida de Alemania no solo separaban al barrio del resto de la ciudad, sino que lo convertían en una especie de gueto de marginación. María Teresa Paus, presidenta de la asociación vecinal y testigo clave de esta historia, recuerda cómo esas vías marcaban una frontera entre el Molino y el resto de Huelva. «No había alcantarillado, no había luz, y las calles eran puro barro. Todo era marisma», comenta a huelva24 al rememorar los días en que el barrio carecía de servicios básicos.

La transformación del Molino comenzó en los años 80, impulsada por la acción conjunta de sus vecinos. María Teresa, quien lleva más de cinco décadas en el barrio al frente de una farmacia, no sólo fue testigo, sino también protagonista de este cambio: «Desde que llegué me planteé que El Molino tenía que tirar para adelante», cuenta con orgullo. La creación de la asociación de vecinos fue un hito fundamental que permitió canalizar las demandas de mejoras, desde la instalación de infraestructuras básicas hasta la urbanización de calles y la construcción de nuevas viviendas.

La eliminación de las vías del tren fue un paso decisivo en esta evolución. Con su desaparición, el Molino dejó de estar aislado y comenzó a integrarse plenamente en la trama urbana de Huelva. Este cambio no solo fue físico, sino también social, ya que la conexión con el resto de la ciudad ayudó a revalorizar el barrio y a atraer nuevos residentes.

Un barrio con identidad propia

A pesar de esta integración, El Molino siempre tuvo una fuerte identidad comunitaria. Según recuerda María Teresa, «era un barrio de gente trabajadora, pero muy unida. Todos nos conocíamos y nos ayudábamos». Este sentido de pertenencia se ha mantenido a lo largo de los años, incluso mientras el barrio se modernizaba y adoptaba nuevas infraestructuras y servicios.

Hoy en día, El Molino de la Vega combina lo mejor de su pasado con las ventajas de un entorno urbano renovado. El barrio cuenta con centros educativos, un centro de salud, comercios, y modernas viviendas que atraen tanto a familias como a inversores. La prueba es que la barriada afronta ahora una nueva transformación de la mano de proyectos como el gran bulevar del Molino, que promete consolidar la zona como una de los más dinámicas y modernas de Huelva. Para María Teresa, este desarrollo simboliza la culminación de años de esfuerzo y visión: «Esto es el buque insignia del cambio. Ahora el Molino es un barrio nuevo, moderno, mirando a la ría, para que su gente lo disfrute».

Aunque todavía hay voces que ven con escepticismo la llegada de grandes proyectos urbanísticos, muchos residentes coinciden con ella en que estos cambios son necesarios para que el barrio alcance su máximo potencial. Como señala María Teresa, «hemos crecido con el barrio, y ahora tenemos la oportunidad de seguir construyendo un lugar aún mejor para vivir».

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