de entre los siglos XI y IX a. C.
El misterio de las espadas de bronce halladas en la ría de Huelva cumple un siglo
El conocido como 'Depósito de la Ría de Huelva', formado por 400 piezas entre espadas, puñales, lanzas y otros objetos, se halló en una draga en 1923
A falta de una versión oficial, se teoriza que pudo ser un depósito ritual o el cargamento de un barco destinado a un nuevo uso tras fundirse
Jorge Cotallo, que opina que en la ría hay aún «barcos de todas las épocas» por recuperar, cree que el hallazgo «deja claro que en Onoba, a finales del II milenio a. C, antes de la llegada de los fenicios, se trabajaba el metal con impecable maestría»
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La misma ría de Huelva, testigo del esplendor y el ocaso de importantes civilizaciones que dejaron su huella en la historia, es todavía hoy un arcano custodio de secretos que permitirían ensamblar el incompleto puzle del conocimiento existente sobre el pasado. Bajo las aguas de los ríos Tinto y Odiel se encuentran respuestas a preguntas repetidamente formuladas acerca de la Onos Baal (Onoba), deslumbrante a los ojos de los fenicios y germen de Tarteso. Esos pobladores trabajaban el metal, comerciaban con él, siendo un elemento de prosperidad. Nos dejaron en la necrópolis de la Joya la ostentación de su riqueza, en el santuario de la calle Méndez Núñez las cerámicas más prestigiosas del Mediterráneo y las más antiguas halladas en la península Ibérica. En el Cabezo de San Pedro se yergue el muro que prueba que Huelva ya era una ciudad en el siglo X a. C., el vestigio urbano más antiguo de Occidente hasta la fecha. Y debe haber mucho más.



Una de las muestras que permite romper la frontera entre leyenda y certeza está en el gran hallazgo que cien años atrás, en 1923, abrió la mirada arqueológica para redirigirla más allá de la orilla. Una draga ejecutada por el Puerto de Huelva en el lecho de la ría sacó a la luz un conjunto de unas 400 piezas de bronce de entre los siglos XI a.C y el IX a.C., la mayoría espadas, cuya presencia en ese lugar es todavía a medias un misterio. ¿Qué explica esta concentración de armas en un punto concreto?
Dentro del conjunto de teorías expuestas que tratan de dar con la motivación exacta del conocido como 'Depósito de la Ría de Huelva', destacan dos, situadas entre lo divino y lo profano. Como expone a Huelva24.com Jorge Cotallo, alma mater del perfil divulgador en redes @ArqueoHuelva y presidente de la Asociación Arqo Huelva, una teoría apunta que podría tratarse de un depósito ritual, ubicado en «un lugar concreto donde los objetos fueron arrojados, una vez usados, como ofrenda en algún rito específico».
Recuerda que el agua en época protohistórica era «clave, no sólo para la vida, pues constituye un importante factor económico y político, sino también como un lugar sagrado donde residían las divinidades». Añade que estas ofrendas también podrían formar parte de «los rituales funerarios de personajes de cierto prestigio, o arrojados a las aguas en agradecimiento a una guerra ganada».
Alfredo Mederos Martín, en su obra 'Fenicios en Huelva, en el el Siglo X a. C., durante el reinado de Hiram I de Tiro' indica que la consideración como depósito ritual, y no de un pecio, se argumenta en la presencia en el depósito, en su práctica totalidad, de «armas ofensivas y defensivas, arneses de caballo y objetos de vestido que indican un carácter aristocrático del conjunto; algunas de las armas fueron arrojadas enmangadas por conservar el astil de madera; y con la excepción de un pequeño cincel, apenas existen útiles asociados al trabajo de un fundidor reciclando chatarra».
Nueva vida para los metales
Personalmente, como otros expertos de su asociación, Cotallo da más crédito a otra argumentación que considera que esos objetos encontrados en la ría pudieran ser «parte del cargamento de un barco hundido que llegaba al puerto de Huelva para volver a fundir los metales y darles un nuevo uso».
Mederos Martín apunta que el 60 % de las piezas están fragmentadas y que «creemos que apunta al transporte de las armas fragmentadas como barras metálicas de bronce para facilitar su intercambio». Añade que «finalmente, la presencia de porciones de madera en el interior de algunos enmangues de las lanzas resulta lógico si se partieron o se extrajeron los enmangues de madera para aprovechar exclusivamente las puntas de lanza de bronce». Señala que todas estas armas podrían ser transportadas en una barcaza con quilla plana.

«Este gran hallazgo marca sin duda el inicio de Tarteso y a Huelva como su epicentro
Jorge Cotallo
ArqueoHuelva
Se justifique como se justifique su presencia, Cotallo no tiene dudas del significado y transcendencia que tiene este hallazgo arqueológico con mayúsculas. «Marca sin duda el inicio de Tarteso y a Huelva como su epicentro. Un hallazgo de extraordinaria relevancia que nos deja claro que Onoba, a finales del II milenio a.C, antes de la llegada de los fenicios, era un lugar donde se trabajaba el metal con impecable maestría». Considera por tanto este lugar como «clave para entender la protohistoria del Suroeste, con un importante puerto como eje central. Un puerto por el que hoy, tres milenios después, se siguen exportando los mismos materiales desde las aguas de nuestra ría».



En la obra 'Fenicios en Huelva, en el el Siglo X a. C., durante el reinado de Hiram I de Tiro' se considera más que probada la posición intermedia de Huelva como punto de contacto entre las rutas comerciales del Mediterráneo con otras procedentes del Atlántico Norte y del Atlántico Sur. Los fenicios encontraban en esta zona plata, cobre, púrpura y salazones de pescado en la mitad de rutas comerciales que buscaban en el Atlántico Norte estaño, oro y ámbar y en el sur marfil, huevos de avestruz y rocas volcánicas.
400 piezas de bronce
El 'Depósito de la Ría de Huelva' consta de unas de 400 piezas de bronce, entre espadas, fíbulas, puñales, lanzas, fragmentos de cascos, hebillas y otros utensilios.
Mederos Martín habla de 397 piezas, desglosables en 78 espadas, 90 puntas de lanza, 62 regatones, 29 puñales y 17 puntas de flecha, entre otros objetos. La mayoría de las espadas son «de lengua de carpa tipo Huelva», más antiguas que las espadas tipo Vénat, aunque hay dos lanzas de esta tipología.



«Estos objetos nos remiten a una sociedad con bastante complejidad en la que el guerrero debió tener un lugar importante y destacado. Esta figura empezó a desarrollarse en el III milenio a.C. y se fue consolidando en la Edad del Bronce, fecha de la que data el depósito», expone Cotallo.
El presidente de Arqo Huelva se retrotrae más en el tiempo para encontrar el sentido social a estos objetos, «bien constatados en las llamadas Estelas del Suroeste -como las de Cañaveral de León-, donde se pueden ver representados parte de los objetos encontrados en la ría como son los propios de la panoplia de guerrero: puñales, lanzas, espadas o cascos, y objetos de uso personal como fíbulas, cinturones o pendientes».
A Cotallo le llama «poderosamente la atención» dos pequeños fragmentos de bronce que en un principio no pudieron ser identificados, y que varios años después, dos investigadores presentaron en un congreso de Ciencias Prehistóricas en Madrid. Se trata de dos cascos: uno con cresta y otro cónico, «únicos y bien representados en las Estelas del Suroeste, pero inexistentes en contexto material hasta entonces en España», apunta.
Ejercicio de divulgación
Aprovechando que en 2023 se cumplió el 150 aniversario del Puerto de Huelva, y los 100 del hallazgo del depósito de bronces, Arqo Huelva celebró la efeméride con el desarrollo de las jornadas 'Huelva, el corazón de Tartessos' y la exposición denominada '100 años. Bronces de la ría'.



El centro de Recepción y Documentación del Puerto de Huelva recibió numerosas visitas de onubenses que descubrieron lo mucho que les faltaba por conocer de su historia. Hicieron un repaso por los hallazgos más significativos de la Huelva Tartésica, con especial hincapié en la Joya y el santuario de Méndez Núñez. Destacada fue la representación de los tres cascos documentados hasta la fecha en la ría, así como la historia de Pedro García, el pescador de Punta Umbría que rescató dos estatuillas fenicias -están en el Museo de Huelva- entre sus redes procedentes de un barco fenicio que aguarda hundido cerca del Vigía, en Mazagón, otra historia que da pie a pensar que debe haber más barcos y restos en el lecho de la ría por localizar y estudiar.
Cómo se encontraron y dónde están
El hallazgo, como en tantas otras ocasiones fue casual y no buscado. La ría que en la antigüedad fue testigo del floreciente comercio marítimo de los metales, también era escenario del desarrollo del entonces moderno Puertode Huelva de principios del siglo XX. En 1902 la Junta de Obras del Puerto adquirió una draga de rosario a la que le pusieron de nombre 'Cinta'. Su misión era retirar los sedimentos del fondo de la ría para ganar en calado y que barcos de mayores dimensiones pudieran llegar hasta el nuevo ramal del Muelle de Tharsis. La draga se produjo a 23 metros de éste.
En este proceso, el 16 de marzo de 1923, los trabajos se ejecutaban con normalidad hasta que, como recuerda Jorge Cotallo, el ingeniero del Puerto por aquel entonces, José Albelda, se percató de que entre el fango extraído por la draga, había «algunos objetos metálicos, entre los que pudo distinguir algunas espadas y lanzas. Pocos días después los objetos empezaron a multiplicarse» hasta superar las 400 piezas.
Mederos Martín recuerda que en fechas posteriores a octubre de 1925 se efectuó un importante dragado de las zonas inmediatas, unos 20.000 m2 y dos metros de profundidad, pero no se produjeron «nuevos hallazgos significativos«.
La mayor parte de este depósito de armas se encuentra expuesto en el Museo Arqueológico Nacional (MAN) en Madrid. En 1973, para la inauguración del Museo Provincial, que este año ha cumplido 50 años, el MAN mandó a Huelva algunas de las piezas que aún pueden contemplarse en las vitrinas de la exposición permanente. Desde ArqueoHuelva se recuerda que el MAN fue «clave para la recuperación y puesta en valor de las piezas» y señala que su entonces director, José R. Mélida, luchó, junto a Francisco Montenegro y José Albelda, para que «la Comandancia de Marina no se quedara con los objetos y los repartiese entre los trabajadores de la draga».
Reproducciones a gran escala
Cien años después de este gran descubrimiento que puso a Huelva «en el mapa a nivel científico», Jorge Cotallo cree que la realidad es que «la gente solo conoce una parte de la vasta historia que tenemos, y por eso, escuchamos barbaridades como que Huelva no tiene nada. O eso dice quien no la conoce». Afirma que el mundo académico «conoce la importancia que a lo largo de la historia, por una circunstancia u otra, ha tenido nuestra ciudad» y hace falta una mayor labor de difusión.
Su apuesta es la de reproducciones a gran escala. «Debería haber representaciones de las armas por toda la ciudad, al igual que los ídolos del Seminario o el carro de la Joya. A gran escala, así causaría más interés, expectación, y sobre todo, fomentaría sentimiento de pertenencia».
Barcos de todas las épocas
El conjunto de 400 piezas de bronce invitan a pensar que hay mucho más por descubrir. «En la ría debería haber barcos de todas las épocas con sus mercancías», opina Jorge Cotallo, que recuerda otros hallazgos significativos, como el cepo de un ancla de época romana que hay en la entrada del museo y que se encontró cerca de la punta de El Espigón. «En las desembocaduras del Tinto y el Odiel, frente al monumento a Colón, hay una poza de unos 20 metros llamada la 'poza de los cacharros'. Ahí hay de todo, aún por investigar», afirma sobre un viaje hacia al pasado que seguimos sin completar.