RETRATO COLECTIVO

El Ibiza era Tente y Tente era el Ibiza: «Sin él Huelva hubiera sido muy aburrida»

Amigos y clientes habituales describen a un Peter Pan alegre y canalla, con el elixir de la eterna juventud en una sonrisa ya por siempre recordada

«Si hubiera vivido 30 años más sería igual de joven», asegura Mon Domínguez

Victor Pulido señala que Tente era «un verdadero gurú, un adelantado, el primero en hacer exposiciones en bares de copas»

«El carisma de Tente es el que ha sabido aportarle todos estos valores añadidos al Ibiza», afirma Begoña López

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Vicente García Andrade 'Tente' IG waltrapa

Mario Asensio

Huelva

Con la sonrisa y la música a otra parte. Tente, el alma del Bar Ibiza, se fue esta semana a montar otro pub en el firmamento. Quizás entre las estrellas de una constelación con forma de abrazo a la que ya intensifica su luz. Por si en el viaje ha olvidado todo lo que fue, todo lo que ha hecho, cómo era el espacio desde el que dejó una honda huella en Huelva, un puñado de amigos cuenta en Huelva24.com una parte de lo mucho que se puede decir de quién era Vicente García Andrade tras la barra: un barman con ojo clínico, un descubridor musical, un mecenas del arte, pero sobre todo alguien que generó con su espíritu todo un ambiente único a su alrededor, que no dejó de sonreír ni sentirse joven toda su vida. Le recordarán como un ser de luz, un Peter Pan tierno y canalla a la vez, con una sonrisa perpetua como elixir de la eterna juventud, una envidiable actitud ante todo que conviene imitar.

Tente, en el Ibiza con dos amigas H24

Muchas cosas comenzaron en los 80 y no todas llegaron hasta hoy con la personalidad y frescura que el Bar Ibiza y quien lo regentó durante casi 40 años. Tente y el Ibiza han sido la misma cosa, un binomio indisoluble.

En el libro 'Huelva choquera y tabernera. La de las mil y una noches' (Editorial Niebla) se describe este bar como «cosmopolita». En 1976 lo abrió con este nombre en la calle Ciudad de Aracena Manolo Noguera. Luego derivó a un garito heavy durante dos años denominado Rock Palatz y en 1985 Tente, que había comenzado en esto de los bares con 19 años en la mítica Jangarilla de la plaza de la Soledad, imprimió su carisma en un espacio que después llevó a la calle Doctor Vázquez Limón. Dio cobijo a buena música, en especial la de 'La Movida' y las grandes bandas internacionales, y a todo tipo de tribus urbanas que coexistían en paz. Fue pionero en hacer de sus paredes soporte para el arte y de ir a contracorriente de lo tradicional.

Una mirada «con curiosidad»

El autor de esta obra imprescindible, José Ramón Andikoetxea Rodrigo, conocido por todos como Andi, recuerda que durante años el Ibiza fue el bar de enfrente de la casa de sus padres, en la calle Ciudad de Aracena, donde «se juntaba gente muy rara», a los ojos de ese niño que «miraba con curiosidad». En esa calle reconocía «pelos distintos, vestimentas que chocaban en la Huelva de aquello años, principios de los 80, y para mí fue algo extraordinario tener esa visión todas las tardes y noches de los fines de semana», afirma.

Tente, preparando un cóctel H24

Luego se empezó a «asomar» por allí, con 16, aún demasiado joven para la clientela habitual. «Tente me reñía», asegura. Luego a la hora de escribir el libro volvió a compartir charlas. «La verdad es que ha sido un descubrimiento. Estaba claro que le conocía, pero ese poderme acercar a su yo más dulce y tierno y más entrañable para mí fue un premio y hoy siento pena, la verdad», expresa Andi, que deja en el aire que «dicen por ahí que el bar de la canción 'Mi agüita amarilla' de Los Toreros Muertos' era el Ibiza de calle Ciudad de Aracena, con su planta de arriba muy rescondidita. Está por confirmar…».

Imagen - «Con 60 años me lo paso bien viendo a la gente y mi agradecimiento es para cada amigo que entra por la puerta»

«Con 60 años me lo paso bien viendo a la gente y mi agradecimiento es para cada amigo que entra por la puerta»

Tente

Propietario del Bar Ibiza

Lo que sí está más que confirmado se encuentra en su libro, donde se refleja que Tente rezuma una «crucial actitud vitalista y jovial» y se deja ver que su hijo Álvaro tiene el mismo espíritu que las «palomas de fantasía» a las que dedicaba tiempo su padre, junto con sus perros y su campo y quienes pisaban su bar. «Con 60 años me lo paso bien viendo a la gente y mi agradecimiento es para cada amigo que entra por la puerta», decía este barman especial. Mucho sabía de analizar su entorno y afirmó que «el peligro no lo tienen las noches, lo tienen las personas». Entre sus muchas anécdotas, recordó que «en una Semana Santa, un día un cliente se quedó dormido en el cuarto de baño, y ahí estuvo hasta el día siguiente... y no sabes el susto que yo me llevé».

El fotógrafo Julián Blanco, que por entonces fotografiaba «chicas y paisajes», se reconoce como habitual del Ibiza. Recuerda que antes de estar en manos de Tente fue el primer pub de ambiente gay de Huelva y luego, tras denominarse Rock Palatz, llegó a un joven que «no solo adquirió el local, sino su clientela joven, que solo escuchaba heavy, y él nos introdujo en la música de 'La Movida Madrileña', que por entonces comenzaba a pegar fuerte entre los modernos. Todos adorábamos el Ibiza de jóvenes por ser referente de la modernidad veraniega que nos llegaba en los 80», comenta.

«Entonces, lo normal era ser un joven neutro y proclive al anterior régimen o pija recalcitrante de los 80. Con Tente, comenzó el éxodo de muchos de esos pijas, hacia la modernidad con su pub, música y sonrisa», resalta Blanco, que recrea con sus palabras «el mejor de los ambientes onubenses, donde por primera vez, más allá de crápulas, podíamos sentirnos libres y modernos, ocupando la calle, noche tras noche, de miles de fines de semana». Por eso sentencia que Tente «abrió la ciudad a la auténtica Movida. Sin él Huelva hubiera sido muy aburrida».

Refleja que Tente «nos ha visto crecer y nos has aguantado mil horas siempre con la mejor de sus sonrisas y siempre recordaré esa segunda planta del Ibiza, donde nos sentábamos mil horas con una cerveza y escuchábamos la mejor música de la época». Para él fue «un aire nuevo para lo que había en el lejano 1985 en esta Huelva por entonces inmensamente cateta. Abrió un pub moderno y distinto a la época».

Un maestro «muy entrañable»

Con mucho cariño recuerda a Tente Víctor Pulido, un artista de mucho prestigio que tuvo la oportunidad de montar en el Ibiza su primera exposición, 'Legado', colección de la que vendió al propietario del bar una Gioconda muy particular. «Tente era un verdadero gurú, un adelantado, el primero en hacer exposiciones en bares de copas, mi primer cliente y galerista», señala, sobre un momento en el que estaba en el primer curso de Bellas Artes y con cinco cuadros pintados. «Me dio la alternativa, mi primera exposición y mi primera venta, lo llevo en el corazón. Para mí y para muchos es un maestro y entrañable».

Imagen principal - Dos obras de la primera exposición de Víctor Pulido
Imagen secundaria 1 - Dos obras de la primera exposición de Víctor Pulido
Dos obras de la primera exposición de Víctor Pulido H24

«Huelva llora a Tente. El rey de la noche, siempre sonrisa, una persona encantadora que ha alegrado a varias generaciones, muchas... Yo nací en el Ibiza, eran los 80 y nosotros los divinos, una era dorada llena de tribus posmodernas», rememora Pulido.

También gozó de ese debut exposición en el Bar Ibiza otro artista significativo de Huelva como el polifacético Mario Marín, artista y escritor. Tenía 18 años y ni siquiera había entrado en Bellas Artes, allá por 1988-89. «Lo recuerdo a él con mucho cariño. Era un bar mítico al que íbamos mucho y fue una satisfacción cuando expuse allí. «Era una exposición de pintura realista que trabajaba entonces sobre madera», describe Marín, que ensalza a la categoría de «bar legendario» un establecimiento que formaba parte de una calle entera de bares hacia La Merced donde «se dirimía toda la noche onubense en aquella época».

Rocío Prieto, de las amigas de verdad, presume de guardar en su memoria «un montón de anécdotas con él», de ser con un grupo de amigos «una piña» en torno a Tente, al que despidieron «con mucho cariño y amor, como nos trataba él».

Por su parte, Begoña López, periodista y cliente habitual, afirma categórica que «el Ibiza era Tente y Tente era el Ibiza». Ve en este espacio «un referente que ha marcado a varias generaciones y que lo tienen incorporado a sus vivencias. Más que un bar es un lugar de encuentro, donde muchos se conocieron, se enamoraron y rieron y lloraron», creando «una gran familia».

«Es de esos lugares especiales, como pasa con el 1900 o Los Cuartelillos, y Tente era el responsable de que el Ibiza no fuera un bar más de la época de la juventud de mi generación, si no que fuera un lugar de encuentro». En su vida marca su llegada a Huelva a finales de los 90, en los que destacaban bares de la calle Aragón como El Santuario y Súper 8 y en la calle Vázquez Limón el Lone Star de Mariano, el Ibiza de Tente y el Prokope de Rafa. «Eran sitios de peregrinaje de mis 20 a 30 años», apunta.

En el caso del Ibiza destaca el valor de haber sabido mantenerse. «Te sigues sintiendo joven y parte de la ciudad por encontrar detrás de la barra una persona que te reconoce por tu nombre, por tu forma de ser y se convierte en amigo. Al final es el carisma de Tente el que ha sabido aportarle todos estos valores añadidos al Ibiza», expone.

Presumía de una mezcla «canalla y tierna»

Para Begoña, está clavada de Tente «la sonrisa cuando llegábamos y estaba detrás de la barra hasta que se ponía de este lado y nos preguntaba y charlábamos. Era habitual que se comentara que cada día estaba más joven, como metido en manteca. Y él presumía de tener esa mezcla canalla y tierna que tienen las personas especiales y transmitía mucha seguridad den la relación con las personas que frecuentábamos el bar».

Imagen principal - El Ibiza era Tente y Tente era el Ibiza: «Sin él Huelva hubiera sido muy aburrida»
Imagen secundaria 1 - El Ibiza era Tente y Tente era el Ibiza: «Sin él Huelva hubiera sido muy aburrida»
Imagen secundaria 2 - El Ibiza era Tente y Tente era el Ibiza: «Sin él Huelva hubiera sido muy aburrida»

Ve como «un emblema» de Ibiza su puerta «siempre abierta a la calle», donde «se vivía tanto como dentro». «Lo vivido allí forma parte del limbo de las noches que se olvidan pero que forman parte de nuestra memoria emocional, así como las risas, los chistes, las canciones que cantábamos», detalla. «Siempre te encontrabas con alguien, también venía gente nueva, y llevabas a los amigos de fuera para contarles que este era uno de los bares legendarios de la ciudad. Lo que pasaba allí era una explosión de vida, como cuando vuelves a un lugar donde has sido feliz y eso lo conseguía Tente», subraya sobre la persona a la que considera responsable de «una capacidad de atracción» tanto en su persona como en el bar que termina siendo decisivo en la formación de la personalidad de cada uno. «Nos forjamos en los bares como somos y es donde realmente somos más libres». considera Begoña.

Mon Domínguez, cantante de Visión Sonora, también pululaba por allí y reconoce que se siente «consternadísimo». «Tente era una persona muy joven todavía y si hubiera vivido 30 años más sería igual de joven o más, porque tenía un espíritu encomiable en ese sentido.

«El buen rollo era su estandarte»

«Tente era una persona que dinamizaba la sonrisa, la compartía, la contagiaba, el buen rollo era su estandarte. En su bar no podía haber gente que no estuviera en esa tesitura y él dirigía esa armonía, un buenrrollismo del bueno con un punto canalla que tenía», opina Mon, que coloca a este bar en la categoría de «oasis alternativo en Huelva de cultura, de ser disfrutón, intercambiar ideas y buenas vibraciones».

Señala que Tente ya le estaba dando la alternativa a Álvaro, que ha heredado «su alegría y su buena onda y ya estaba ejerciendo como maestro de ceremonias del sitio que animo desde aquí a que siga, porque el espíritu de Tente siempre estará ahí». No duda en afirmar que quien nos deja un agujero en nuestras vidas «ha sido un ser de luz» y que por ello lo siente «muchísimo él, su familia y por Huelva».

Adrián Hernández, izquierda, con Tentito, segundo hijo de Tente, el propio Tente y un amigo H24

Adrián Hernández, que ha pasado por establecimientos como Blueox y ahora El Mosquito Club de Punta Umbría combinando hostelería y dinamización cultural, recuerda que se inició en el Bar Lone Star y que Tente era su vecino de negocio. «Esa energía, alegría y sonrisa que sabe todo el mundo era un pasote. Ha criado a tres generaciones y tenía esa agilidad y fuerza con su edad, que era envidiable».

«No juzgaba absolutamente a nadie»

De su carácter destaca que «el desde el minuto cero era una persona que no juzgaba absolutamente a nadie. Le contabas algún cotilleo y nunca entraba. Cuando tenía que preguntarte algo de otra persona tenía una delicadeza tan espectacular que nunca llegaba a molestar». Insiste en que ha aprendido mucho de él y que incluso con su marcha ha dejado un mensaje de vitalidad, un 'carpe diem' directo al corazón de todos.

Sergio Prieto, de 29 años, es de la generación más reciente que ha ido frecuentando el Ibiza. Recuerda que de pequeño la puerta del bar estaba «siempre llena» y que pasaba por ella para subir a casa de sus abuelos en el portal de al lado y que le daba «miedo». Pero lo perdió y se tomó allí su primera cerveza y se encontró con Tente recordándole y saludándole amistosamente tras unos años «sin dar señales».

Rescata de sus recuerdos especialmente un cumpleaños en el que se quedó solo porque «mis amigos tenían cosas mejores que hacer». Él quería irse «con el cabreo» que tenía y Tente le insistió en que se sentara en la barra junto a él. «Acabamos cerrando el bar y pasó muchas veces y él siempre nos lo recordaba, que nos encantaba cerrar el bar», declara sobre una de tantas noches en los que dejaba a su abuelo en casa y se perdía la cuenta de las cervezas con los amigos que iban llegando.

Bea Arazo, por su parte, siente que "el Ibiza era más que un bar, era una familia donde nadie juzgaba a nadie. Entrar por sus puertas era el reencuentro de historias, risas y rones en vaso de tubo, donde su mejor anfitrión te recibía con un abrazo y la alegría desmesurada de verte". Agrega que "daba igual el tiempo que tardarás en volver. Cuando entrabas, todo estaba allí. El Tente, estaba allí".

"Para nosotros, los 'hermanos Dalton', ha sido punto de encuentro de idas y venidas, donde siempre volvíamos al origen, con los de siempre. Con el mismo cariño de siempre", refleja con emoción Arazo.

Carlos Almagro, de la banda Delbosque, es cordobés y y señala que su vida en Huelva está marcada por tres bares onubenses: el Súper 8, el 1900 y el Ibiza. "Cuando me vine a trabajar aquí, allá por 2007, mi amigo Luis, también cordobés como yo, me hizo el tour por los bares que me harían amar locamente a mi ciudad de acogida y además de los tres citados también pasé por el Prokope, Lone Star, el Tumi...".

Cuatro años después, el nacimiento de su banda le ató "irremediablemente a la ciudad" y el origen de esta formación estuvo "muy ligado" a los bares. Su "primer contacto visual" con sus compañeros Jose y Ale fue en la terraza del Ibiza. Más tarde, les presentaron en el 1900, donde hablaron de sus "influencias musicales comunes y surgió la idea de montar una banda". Año y pico después, cuando Jose y Ale regentaban el Super 8, empezaron a ensayar en el local del bar. .

Por aquellos tiempos, su ruta habitual era la tapita en el Prokope, la segunda cerveza en el Ibiza y a cerrar el Super 8. "Curiosamente, el Ibiza no tenía "na", pero lo tenía "to". Tenía a Tente detrás de la barra y pululando por la terraza, siempre atento a todos sus parroquianos, con su infinita sonrisa y sus amables palabras".

Redondeo siempre a la baja

«Invitaba a chupitos y siempre redondeaba la cuenta hacia abajo con precio de amigo», rememora, con «sus inventos de mesas que eran un taburete, el olor a incienso, Mártires del Compás sonando y su mejor cara y comentario» para sacar una sonrisa a todo el mundo pese a que no hubiera tenido el mejor de sus días.

Una de las muchas fotos que Tente se hacía con sus clientes H24

Sin duda esa Huelva que ahora se estremece vibró en el Ibiza con Tente. En esa parada nocturna no se repetía la hora pero sí la misma escena. Alberto, Bea y Mario, hijos descarriados en busca de un padre, encontraban la misma alegría sincera de siempre en un momento que siempre ha sido como un ritual. Cruzaban el umbral, no sin entretenerse en la puerta saludando, y conseguían que la barra no fuera un obstáculo para profesarse cariño. La mirada acogedora, el comentario simpático, ponerse al día y regar el espíritu con un ardiente pellizco de 'Jagger' para prender la mecha.

Y mientras palpita el milagro de la lágrima alegre al recordarlo en tantas voces, ya están ordenadas las botellas, abunda el hielo y suena la música. Todo esta listo para una larga sesión. En el cielo estrellado siempre es de noche y Tente tiene la energía necesaria para permanecer mucho tiempo en su nuevo local con el alma y las puertas abiertas.

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