MESAS DE ANÁLISIS
Bulos sobre el hidrógeno verde: del Hindenburg a la era de los coches ultraseguros
Las redes se inundan de mensajes alarmistas sobre la supuesta explosividad del hidrógeno, difundidos por voces con miles de seguidores
Aunque estas opiniones sensacionalistas ignoran pruebas científicas, su impacto puede frenar proyectos y asentar miedos injustificados en el imaginario colectivo
El reto oculto del hidrógeno verde: cómo llevarlo sin disparar costes
Del laboratorio a la industria: los nuevos hitos del hidrógeno verde
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La popularidad creciente del hidrógeno como alternativa energética sostenible ha traído consigo desinformaciones, leyendas urbanas y bulos que además de generar el inevitable rechazo social, supone un riesgo añadido que se suele pasar por alto: el de provocar decisiones equivocadas en ámbitos políticos y empresariales.
Así lo ha advertido Miguel Ángel Fernández Sánchez, gerente del Centro Nacional del Hidrógeno (CNH2), quien durante su intervención este miércoles en el Congreso Nacional que tiene lugar en Huelva puso el acento en la importancia de distinguir los hechos contrastados de las noticias sensacionalistas, y desmontó varios mitos frecuentes asociados a esta fuente de energía.
Uno de los puntos que más preocupan a la sociedad es la seguridad del hidrógeno, especialmente en los automóviles. Se recurre a menudo al accidente del dirigible Hindenburg y las icónicas imágenes de la tragedia como ejemplo del supuesto riesgo extremo vinculado a este gas. Sin embargo, Fernández recuerda que aquel vehículo ni siquiera estaba diseñado para funcionar con hidrógeno, sino con helio, y que la gran llamarada registrada se debió en buena parte a la pintura que recubría la aeronave, compuesta por sustancias inflamables como el aluminio y el óxido de hierro.
Todo por el 'clic'
De hecho, en la actualidad, los coches de hidrógeno pasan rigurosas pruebas de seguridad y hay algún modelo concreto que ha sido calificado por Euroncap como uno de los más seguros en su categoría. No obstante, gran parte del público sigue recibiendo información distorsionada a través de 'influencers' en redes sociales que señalan, por ejemplo, que una simple botella de hidrógeno tiene potencial para provocar una detonación devastadora. Según el gerente del CNH2, estos comentarios ignoran que el hidrógeno se disipa muy rápidamente en caso de fuga y que sus depósitos cuentan con diseños altamente resistentes, capaces de absorber energía en impactos a 700 bares de presión.
Otro de los bulos analizados es la supuesta generación de efecto invernadero por fugas de hidrógeno. Fernández aclara que los principales organismos internacionales ni siquiera lo catalogan como gas invernadero. Existe un efecto conocido en el que el hidrógeno puede ralentizar la degradación del metano (CH₄) al reaccionar con ciertos grupos químicos en la atmósfera, pero esta interacción es indirecta. Además, si el hidrógeno se está utilizando precisamente para sustituir el metano, se reduce de manera global la presencia de este potente gas que sí es por sí mismo de efecto invernadero.
En cuanto a la viabilidad económica, el experto subraya que el hidrógeno verde se encuentra en un momento análogo al del «agua embotellada», es decir, en fase de introducción. A medida que crezca la escala de producción, bajarán los precios de componentes como electrolizadores y se aprovechará la caída de costes en las energías renovables. También hay que tener en cuenta que la alternativa tradicional —el gas natural— implicará costes crecientes por las emisiones de CO₂ y los correspondientes derechos de emisión.
Otro mito recurrente es que el hidrógeno agotará los recursos hídricos. Sin embargo, producir una tonelada de hidrógeno requiere unos 15 metros cúbicos de agua, una cifra moderada si se compara con otras actividades industriales. Además, buena parte de esas necesidades de refrigeración pueden suplirse con circuitos cerrados u otras tecnologías que no consumen agua de forma masiva. De hecho, la propia producción de hidrógeno por electrólisis gasta menos agua que el reformado con vapor. Y puso otro ejemplo: solamente las pérdidas de agua que vienen de averías, evaporaciones y fraudes en Andalucía, Cataluña, Comunidad Valenciana y Galicia, ya son el doble de esa cantidad de hidrógeno que necesitaríamos
Sobre la eficiencia en el transporte —otro aspecto crítico—, algunos detractores señalan que la pila de combustible tiene pérdidas de alrededor del 50%. Pero este experto invita a comparar este dato con el de los motores de combustión interna, cuya eficiencia real es incluso menor si se tienen en cuenta los procesos de extracción, refinado y logística de la gasolina.
Por último, el gerente del CNH2 desmonta la idea de que el hidrógeno no puede almacenarse. Reconoce que la molécula es pequeña y se trabaja a presiones muy elevadas, pero destaca que en refinerías e industrias se manipulan cada día toneladas de hidrógeno sin que la corrosión destruya los depósitos (otra de las afirmaciones poco rigurosas) o se presenten peligros inasumibles. De hecho, el desarrollo de materiales y soldaduras adecuados avanza de la mano del crecimiento de esta tecnología.
Miguel Ángel Fernández no quiso acabar su intervención sin insistir en la necesidad de divulgar información veraz y enmarcar el debate sobre el hidrógeno dentro de criterios científicos. Solo así, a su juicio, se conseguirá un impulso responsable a una alternativa que, además de segura y viable a largo plazo, puede convertirse en una herramienta casi imprescindible para la transición energética.