De guardia en el último día del año en Huelva: «Son 24 horas en las que nada te garantiza que vayas a comer, dormir o descansar»
Echan de menos a sus familias en fechas señaladas pero prevalece una profunda vocación de servicio en bomberos, policías locales y sanitarios que afirman que «los compañeros también son nuestra familia» y su trabajo es «muy gratificante»
El jefe de la Policía Local recuerda como un año tras comer una uva con la primera campanada se fueron corriendo a parar una reyerta en Pérez Cubillas y a las dos de la mañana se comieron las otras once
Piden a los onubenses que se diviertan con cabeza, sin pasarse con el alcohol
Pensar en la Nochevieja evoca una imagen idílica de celebración en la que cada uno se ve a sí mismo rodeado de sus personas más queridas, aspirando a la máxima felicidad entre comida, bebida y música. Con alegría se deja atrás un año, con sus cosas buenas y malas, y se proyectan los mejores deseos hacia el nuevo.
Habitualmente se olvida que para que una mayoría disfrute sin excesivas preocupaciones hay profesionales que renuncian a festejar como el resto para cumplir con una labor que permite a los demás que ante cualquier problema el sueño no acabe en pesadilla. Aspiran a lograrlo con todas sus ganas y conocimientos bomberos, cuerpos policiales y sanitarios, a los que les une profunda vocación de servicio que requiere perderse momentos especiales con la familia para contribuir a un bien común. Personifican la garantía de estar sanos y seguros en la transición del año, el mínimo que firmaría cualquiera.
Una docena de bomberos en el Parque
Este martes 31 de diciembre habrá una docena de bomberos en el parque de Huelva preparados para salir como rayos a sofocar incendios por descuidos con radiadores donde se dejó ropa, fogatas descontroladas, incidentes con artículos pirotécnicos que prendieron un contenedor o una papelera o asistir en un accidente de tráfico. «La gente está más alegre de lo normal, es más imprudente porque está a otras cosas y pasa lo que pasa», manifiesta a Huelva24.com el jefe de guardia, Luis Felipe Sández, bombero desde 2009 y que ha vivido unos cuantos cierres del año en su trabajo.
Recuerda que el último que le tocó de servicio, recién tomadas las uvas, tuvieron que salir a sofocar un incendio en un descampado causado por fuegos artificiales. «Intentamos trasladar al ciudadano que disfrute y se lo pase bien, pero con cabeza, porque en estas fechas se dan muchos accidentes», apunta.
«Nuestro trabajo es muy gratificante porque notamos el cariño de la gente»
Luis Felipe Sández
Jefe de Guardia del Parque de Bomberos de Huelva
«Nuestro trabajo es muy gratificante porque notamos el cariño de la gente. El 80-90% de las veces lo que hacemos es ayudar a las personas ante un peligro. Somos un servicio de ayuda y es grato el 'feedback' de la ciudadanía, que nos trata con respeto y amabilidad», reconoce Sández, que también comparte que estar una fecha tan señalada lejos de la familia es «agridulce».
Expone que «te da pena cuando tienes niños pequeños como yo, que tengo un nene con 5 años y vive sus primeras Navidades de forma más consciente, pero igualmente siento que en el parque tengo otra familia, con la que paso días enteros en guardias de 24 horas y también es bonito estar una Nochevieja con los compañeros».
Relata que cuentan con «un par de cocinillas» por brigada y cada uno se organiza para comprar las bebidas, el marisco y todo lo necesario para el almuerzo y la cena. El compañerismo reina entre los bomberos en el parque y una muestra es que aunque tengan el comedor y la cocina en la primera planta trasladan todo a la primera, al recibidor, donde están los dos compañeros de centralita, que no se pueden mover, para estar todos juntos.
También estará el día 31 listo para lo necesario el jefe de dotación, Sergio Sánchez Botello -bombero desde 2009-, encargado de coordinar la salida en una primera intervención básica con cinco compañeros a los que lidera, organiza y dirige.
«La vocación es así y al ser bombero sabes que ya no hay festivos ni sábados ni domingos»
Sergio Sánchez Botello
Jefe de Dotación del Servicio de Bomberos de Huelva
«Dejamos a nuestra mujeres, niños y padres por nuestra segunda familia. Realmente es una lástima pero es nuestro trabajo y estamos mentalizados. La vocación es así y al ser bombero sabes que ya no hay festivos ni sábados ni domingos», expone Sánchez, que recuerda que «hay días 31 más tranquilos que otros, pero normalmente son animados» y tienen «muchas intervenciones de pequeña importancia». Eso implica que aunque tengan preparadas la comida o las uvas nunca se sabe qué va a pasar. «Varias veces hemos tenido servicios y hemos llegado justitos para las uvas o las campanadas pasaron de camino».
El jefe de dotación, que repite servicio este señalado día un año después, comenta que ya desde por la tarde-noche tienen muchas intervenciones relacionadas con cohetes y petardos, pero considera que desde que entró en vigor la nueva normativa que prohíbe su uso «ha disminuido bastante».
Se sienten muy reconocidos
Un momento «bonito» es cuando sobre las doce y cinco de la noche los bomberos sacan todos los vehículos y ponen las sirenas y luces, una tradición que encuentra siempre mucho público. «Nos podemos sentir afortunados porque somos muy reconocidos a nivel social y en estos días, que colaboramos mucho con diferentes causas y actividades, más incluso, pero hay cariño todo el año», afirma, no sin olvidarse de recordar que lo peligrosas que son las estufas de resistencia, los petardos y cohetes y coger el coche tras haber bebido alcohol.
También se encontrará dispuesto el inspector Antonio Arillo, Jefe de la Policía Local en funciones. Su trayectoria policial comenzó en Moguer hace 27 años y desde 2003 está en Huelva. Suele estar los días 24 y 31 siempre trabajando al menos alguno de los turnos o la jornada completa.
El dispositivo de la Policía Local en Nochevieja
Explica que el último día del año el dispositivo se distribuye en dos parcelas. Hay dos mandos operativos, un oficial y un subinspector que van a organizar con 12 agentes la cobertura que da respuesta a los servicios de llamadas solicitantes desde el 062. Otros doce agentes, con otro subinspector, atenderán in situ las demandas de los ciudadanos en la gran afluencia de público que se concentra en lugares claves del centro, como la plaza de las Monjas, plaza Niña y de La Merced. Disponen de medios materiales para realizar cortes de días y balizar zonas anexas para evitar alguna avalancha o que algún vehículo entre en las zonas de aglomeración con el fin de hacer daño.
Un primer turno abarca desde las 14.00 a las 22.00 horas y otro comienza a las 23.00 horas, con un oficial al mando y unos 16 agentes para dar cobertura a la ciudad en la noche. «La mayoría de servicios se concentran entre las seis y las siete de la tarde y entorno a las once de la noche, que es cuando hay mayor movimiento de personas, cuando los locales están fuera de aforo y se ocupan más las zonas peatonales», indica Arillo.
El panorama que encuentran es casi calcado año tras año. Se producen las «molestias típicas» a los vecinos por cantes, ruido, el uso de petardos, el consumo de bebidas alcohólicas y accidentes de tráfico, que se incrementan entre las 21.00 y 23.00 horas. «Generalmente la gente es obediente cuando un policía le llama al orden y respetan a la autoridad, pero a veces las molestias se reiteran y hay que incidir más», explica el inspector.
Arillo recuerda con claridad una Nochevieja en la que hubo un altercado en la Barriada de Pérez Cubillas, una reyerta entre dos familias. «Nos cogió con todos los efectivos tomando las uvas, pero las tuvimos que dejar después de la primera campanada y nos tomamos las once uvas restantes que habíamos dejado en la mesa casi a las dos de la mañana, una vez solucionada la incidencia», rememora.
Y es que «siempre que el servicio lo permite» en la sede de la Policía Local se disponen a festejar del mejor modo posible el final del año «con los compañeros, nuestra segunda familia», en la que crece el apego en estas fechas, en las que se comparte «muchas vivencias» y los mensajes de whatsapp que van llegando de la familia de cada uno.
«Se disfruta en casa con la familia pero también realizando una labor que he decidido y por la que me siento gratificado de dar un servicio»
Antonio Arillo
Jefe de la Policía Local de Huelva en funciones
En lo personal Antonio Arillo afirma que lleva «bien» trabajar días como el 31 porque tiene muy asumido que es una «cuestión intríseca a la condición policial» y que «alguien tiene que salvaguardar la ciudad y que todo vaya medianamente bien». Parte de la base de que un policía es un servicio de seguridad que trabaja 365 días al año y 24 horas y esta responsabilidad «lleva implícito trabajar cuando la gente se divierte. Estas fechas se disfruta en casa con la familia pero también realizando una labor que he decidido y por la que me siento gratificado de dar un servicio».
Episodios alegres y tristes
En estos servicios lo mismo se consigue encontrar a un niño perdido entre la multitud, con el consecuente torrente de alivio y gratitud de sus padres, que se auxilia a una persona que está en su domicilio sola «y se echa un ratito con ella». También hay «episodios tristes», graves accidentes marcados por el consumo de alcohol. Ante todos ellos «es importante estar a la altura», subraya Arillo, que aprovecha para solicitar a la ciudadanía que trate de tener «un comportamiento ejemplarizante», alejada de riesgos que pueden acabar en «situaciones negativas que recordaremos el resto de nuestras vidas».
La luz del hospital, siempre encendida
También están siempre encendida las luces en los hospitales. 18 años y medio lleva ejerciendo María José Lozano, médico de familia en Urgencias del Hospital Infanta Elena, donde ha visto «de todo». No trabaja este 31 de diciembre, pero ha llegado a encadenar ocho Nochebuenas sin sentarse a la mesa con sus padres. Asegura que «da pena», pero recuerda que también se pierden a lo largo del año planes de fines de semana, bodas, bautizos y otras celebraciones. Cree se produce una cierta «idealización» de las fechas señaladas, una sugestión al pensar que no estará en casa, pero que una vez que empieza la guardia «ya es un día más» por todo lo que exige y por sentir el respaldo de los compañeros.
«Son 24 horas en las que nada te garantiza que vayas a comer, dormir o descansar»
María José Lozano
Médico de Urgencias del Hospital Infanta Elena
«Son 24 horas en las que nada te garantiza que vayas a comer, dormir o descansar, porque la gente no elige cuando se pone mala y ésa es la prioridad. No hay horario para nada y el trabajo es lo que manda. Entras y todo lo que hay fuera es otra realidad», comenta. Queda otra dentro donde los compañeros funcionan «como una familia, hay un buen ambiente laboral y eso une».
En mitad de esta incertidumbre implanificable, comenta María José que «intentamos hacer nuestra minifiesta, pero muchas veces en vez de cenar a las diez lo hacemos a las dos de la mañana». En estas fechas dice que «hay muchas intoxicaciones etílicas», aunque muchos centros de salud que cuentan con equipos Delta de los pueblos atienden casos que no son tan graves como un coma etílico o un accidente.
Malos recuerdos
«Recuerdo un 24 en el que de entrada una mujer joven llegó en parada cardiorespiratoria y no salió y la noche continuó con un accidente importante. Lo pasas muy mal, pero tienes que resetear y tirar para adelante para seguir atendiendo al resto», comparte sobre sus vivencias la doctora de Urgencias.
Estos días han tenido guardias «muy malas» y que al final del día, «cuando ya no puedes más nos contamos cosas y nos reímos. Es como un mecanismo de defensa». En 24 horas sale lo bueno y lo malo y el apoyo de los compañeros es fundamental. «En un torno de ocho horas a lo mejor puedes disimular, pero en 24 y con tanta presión salen los problemas y conoces de verdad a tus compañeros, con los que hacemos un trabajo en equipo, en el que hay mucho compañerismo y si un compañero te ve agobiado te ayuda sin que se lo pidas». Pone en valor que «te ayudan a estar fuerte anímicamente y tenemos compañeros que transmiten mucha alegría, como Eissa Jaloud o Ricardo García Mora», apunta la doctora Lozano.
Explica que se da la circunstancia de que «muchas personas que se encuentran mal tratan de aguantar mucho en casa sin venir al hospital para no hacer que su familia tenga que estar allí esas fechas señaladas, pero les insistimos en tienen que venir antes». Apela al «más vale prevenir que curar». Reclama a los onubenses que «sean consecuentes con la salud», ya que comer y beber el exceso pasa factura y cuando pasan las navidades ven «muchas patologías predominantes».
«El trabajo es duro en general y lo más duro es que tengo una niña pequeña, pero no me cambiaba por nadie porque me gusta mucho lo que hago»
María José Lozano
Médico de Urgencias del Hospital Infanta Elena
Asimismo reclama que la gente sea «empática con los que estamos trabajando». La mayoría son personas «educadas», dice, pero otras llegan con «muchos derechos y pocos deberes y nos faltan el respeto». Recuerda que «nosotros damos lo máximo y queremos hacer las cosas bien, pero no somos máquinas y tenemos familias y problemas».
Como reflexión final deja sobre su profesión que «el trabajo es duro en general y lo más duro es que tengo una niña pequeña, pero no me cambiaba por nadie porque me gusta mucho lo que hago».
Mientras hay quien a la hora de acceder a un trabajo quiere conocer al detalle su sueldo y horario, en estos casos se demuestra que el tiempo va supeditado al servicio y que éste se convierte en impagable cuando todo sale bien.